Exmagistrado de la Corte Suprema de Nicaragua y exmilitante del FSLN: "La reacción de Ortega a la crisis demostró que solo le importa el poder"

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Daniel Ortega y Rafael Solís en el 38 aniversario del "Repliegue", en julio de 2017, en Managua.

A 40 años de la Revolución Sandinista y a más de un año del estallido de las protestas en Nicaragua, Rafael Solís Cerda dice a La Tercera que el Mandatario "lo decepcionó". "No es conveniente volver a la lucha armada", advierte.


El 17 de abril de 2018, Rafael Solís, magistrado de la Corte Suprema de Nicaragua y miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) llegó a México para operarse de la columna. Al siguiente día, tras salir de pabellón y mientras pasaba la anestesia, vio en la televisión las protestas por el seguro social que derivaron en un estallido popular que dejaba a los primeros fallecidos. Solís, de 65 años, es visto como el "ideólogo" que permitió en 2011 la reelección al Presidente Daniel Ortega, del que fue cercano y padrino de matrimonio con la Vicepresidenta Rosario Murillo.

Tras casi 20 años como magistrado y 43 como sandinista, Solís renunció mediante una carta el pasado 10 de enero, después de dar varias opciones de salida a la crisis. Desde ese día, el abogado permanece refugiado en Costa Rica, donde escribe artículos y sigue atento la crisis. "Terminé de convencerme de renunciar porque no podía estar de acuerdo con el uso excesivo de la fuerza que estaba dejando muertos y presos políticos", cuenta Solís a La Tercera vía telefónica a 40 años de la Revolución Sandinista en Nicaragua.

¿Cómo vivió la lucha durante la dictadura de Anastasio Somoza?

Estuve poco tiempo en la lucha interna en el Frente Sur e inmediatamente me fui clandestinamente al interior del país. Ahí se dio el repliegue en Masaya y después regresamos a Managua. Fueron los primeros años de la Revolución. Queríamos hacer un cambio en lo que habían sido 40 años de dictadura de la familia Somoza, trabajamos con dedicación y había mucha mística en todos los sandinistas.

¿Cómo recuerda ese 19 de julio?

Los primeros años era una celebración genuina; en el primer o segundo año llegó Fidel Castro y dirigentes revolucionarios de distintos países. Había mucha participación, la gente apoyaba el sandinismo y la Revolución. El 19 de julio se celebraba la entrada de casi todas las fuerzas del país a Managua y el término de la dictadura de Somoza, que se había ido dos días antes de Nicaragua.

A 40 años de la Revolución, ¿cuál cree usted que son las luces y sombras del sandinismo?

Hay que ser honesto. Hubo luces en cuanto a todas las transformaciones sociales que se hicieron, pero los 40 años no se pueden ver como una sola época. Un primer tiempo finalizó en 1990, donde lo más negativo fue la guerra que afectó a la economía. Después vinieron 17 años de distintos gobiernos. Y la segunda etapa de la Revolución fue entre 2006 y 2007, cuando volvió el Presidente Ortega. La economía venía bien, pero hubo un deterioro institucional. El poder se concentraba en Ortega y la Vicepresidenta, Rosario Murillo.

¿Cómo vio la crisis que estalló el 18 de abril de 2018?

Creo que tomó por sorpresa a todo el sandinismo y al país. A lo mejor ya había un descontento que no se había podido visualizar o sentir dentro del FSLN y a raíz de la reforma del seguro social, la reacción de la población y el uso excesivo de la fuerza del gobierno ocurrió el levantamiento de la población. Es difícil conformar democracia cuando las cabezas acumulan el poder. Yo me fui a México el 17 de abril para operarme de la columna y todo comenzó al día siguiente. Después que salí, vi en la televisión que ya había respuestas violentas del gobierno y los primeros muertos. Mi regreso coincidió con el primer inicio del dialogo. Tuve la esperanza de un resultado positivo, pero el gobierno tomó otra decisión y usaron la fuerza. Eso terminó de convencerme de renunciar porque no podía estar de acuerdo con el uso excesivo de la fuerza que estaba dejando muertos y presos políticos.

Usted era parte del círculo cercano a Ortega. ¿Cuál fue el punto de inflexión que lo llevó a renunciar?

Yo no tenía esa cercanía que se ha pretendido crear en lo político. Sí en lo judicial, porque tenía algún tipo de vínculo con resoluciones judiciales. Fui su padrino porque cuando estábamos en el Frente Sur, en Costa Rica, me pidieron estar presente. Y en la boda de 2005 fue una especie de simbolismo porque era el único de los tres padrinos originales que estaba vivo. Hice tres veces el intento de renunciar y ya estando en Costa Rica hice pública la carta y no me quedaba más que el exilio.

¿Hay una pugna entre el sandinismo y el orteguismo?

Sí. Las decisiones del partido se tomaban por Daniel y Rosario. Todas las instancias sandinistas comenzaron a ser anuladas y al final quedó Ortega. Por eso dicen orteguismo y no sandinismo. El principal reto de mantener un partido de izquierda democrática es no volverse absolutista, porque pierde apoyo popular.

Usted es visto como el ideólogo de la reelección de Ortega en 2011. ¿Cree que fue un error?

La sentencia de la Corte Suprema que firmé yo y todos los magistrados era dejar abierta la reelección por el siguiente período después que el FSLN ganó las elecciones. La Suprema interpretó el artículo de la reelección y dijo que no era aplicable, pero después la Asamblea Nacional, que tomó la decisión final, hizo una reforma que eliminó la no reelección. Considero que no debiera haber reelección bajo ninguna circunstancia en el futuro de Nicaragua, ya que es una tentación para después caer en una dictadura.

¿Qué fue más difícil: renunciar al FSLN o a la Corte Suprema?

Renunciar al partido, porque los cargos públicos pasan. Es más doloroso renunciar a un partido al que le había entregado 43 años de la vida.

¿Ortega lo decepcionó?

Entre los valores del sandinismo siempre estuvo la democracia y la libertad, por eso sí hubo decepción. La reacción que tuvo ante la crisis demostró que solo le importa el poder. Hubo una decepción en mi y a lo mejor en muchos de nosotros. El diálogo que ahora está suspendido podría reanudarse. Nadie sabe los anuncios que podría hacer Ortega mañana (hoy), pero hay mucha presión internacional por la liberación de los presos y el restablecimiento de libertades públicas. No es conveniente volver a la lucha armada en América Latina.

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