Francia prohíbe los vuelos domésticos de corta distancia en favor de los trenes
La medida prevista por la Ley del Clima impide a las aerolíneas hacer viajes que puedan hacerse en tren en dos horas y media, cortando así con las rutas entre el aeropuerto de París-Orly con Burdeos, Nantes y Lyon.
Una medida pionera en el mundo para el gobierno, pero una “caja de Pandora” según las aerolíneas. Este martes entró en vigor una ley en Francia que suprime cualquier tipo de vuelo doméstico en el país que pueda realizarse en menos de dos horas y media en tren. Esto, con el fin de promover el uso de las líneas ferroviarias y así luchar contra el calentamiento global.
A pesar de muchas limitaciones que sufrió la Ley del Clima en su camino, desde que se planteó en 2021, convierte a Francia en el primer país del mundo, según el ministro de Transportes Clément Beaune, en instaurar un esquema similar, prohibiendo los vuelos comerciales demasiado cortos.
“Esta mañana, la prohibición a las líneas aéreas en caso de una alternativa de menos de dos horas y media en tren se volvió una realidad. Esto es una señal mayor y primera en el mundo, ¡continuamos!”, escribió en Twitter el titular de Transportes.
A pesar de la ambiciosa intención, el texto enfrentó mucha resistencia por parte de las aerolíneas, y terminó limitándose, por distintas razones, su impacto concreto. La aplicación de esta ley, que tuvo efecto ya este martes, pone fin a tres rutas que ya estaban suprimidas en 2021. “Las rutas entre París-Orly y Burdeos, Nantes y Lyon estarán prohibidas”, subraya le decisión de ejecución inscrita en el Diario Oficial. Esas rutas ya estaban canceladas a causa de la pandemia, cuando la cantidad de vuelos cayó drásticamente.
En un principio, la medida afectaría a ocho rutas, pero se terminó manteniendo por al menos tres años a unas cinco. Esto, porque se mantuvieron los vuelos de París-Charles de Gaulle a Burdeos y a Nantes.
Desde el mismo aeropuerto, se mantendrán los servicios a Rennes, Lyon y Marsella: esto, debido a que “el estado actual de la oferta de trenes” no es suficiente para equiparar lo que se ofrece en avión. Por esto mismo, muchos consideran que la ley terminó siendo un “símbolo fuerte”, pero que aún no cumple con el fin de incentivar el tren lo suficiente.
Uno de los motivos que mantuvo gran parte de las rutas que se debían cancelar es la excepción del aeropuerto Charles De Gaulle, “un sutil montaje legislativo”. El texto de la ley supone que si un aeropuerto cuenta con una estación de trenes cerca, será esa estación la que sirva para contar las dos horas y media de límite. Dado que París y Roissy, la ciudad donde está el aeropuerto, están a 35 minutos de distancia, algunas rutas se salvaron de ser prohibidas.
Sin embargo, el conjunto de las rutas que se prohíban o no, se reexaminará cada tres años. La supresión de otras conexiones entre ciudades dependerá, entonces, de la “futura mejora de los servicios ferroviarios, que tengan frecuencias suficientes y horarios que satisfagan” la demanda que suplen los aviones.
Más allá de que la prohibición no tuvo gran impacto, la Unión de Aerolíneas Francesas no tardó en poner -literalmente- el grito en el cielo, desde el momento en que vieron amenazadas algunas de sus posibilidades de vender vuelos. Desde tal entidad, llegaron a especular que se prohibirían los vuelos París-Barcelona en el futuro, ya que se pueden hacer en tren.
El ministro de Transportes sabe, sin embargo, que la medida no ha provocado grandes efectos. En entrevista con la televisión francesa este miércoles, declaró: “Se los digo, vamos a ir más lejos, vamos a ir más lejos”. Refiriéndose a la lista de vuelos prohibidos, aseguró que “la vamos a revisar dos veces al año para ver si la oferta ferroviaria mejora”.
“Mi responsabilidad como ministro de Transportes es justamente mejorar las conexiones de trenes para que, de poco a poco, esta regla de las dos horas y media pueda cerrar más rutas aéreas. Hemos cerrado tres, y continuaremos. Quizás incluso endurezcamos progresivamente esta regla, para llevarla a las tres horas”, aseguró Beaune.
Cuando le preguntaron si llegaría a subir la ley a cuatro horas, Beaune respondió que “es posible, pero hay que desarrollar los trenes en paralelo”. Aprovechó también para citar la compra de más TGV (trenes de gran velocidad), y el proyecto de construcción de una línea TGV para unir Burdeos y Toulouse.
Tomada en nombre de la lucha contra el cambio climático, la medida del gobierno tendrá un efecto más bien limitado en las emisiones de gases invernadero en Francia, incluso dentro de la industria aeronáutica. Según cálculos de la Dirección General de Aviación Civil, se ahorrarán cerca de 55 mil toneladas de CO2 por año, o sea, el 2,6% de las emisiones ligadas a los vuelos interiores en Francia.
Sin embargo, se valora el efecto de la ley al comparar los modos de transporte. En promedio, un solo pasajero de vuelo interior genera en promedio 258 g/CO2/km, contra los 147 g/CO2/km que emitiría en auto. La opción más limpia sigue siendo el TGV, donde cada pasajero produce 3,34 g/CO2/km, o sea, 80 veces menos que lo que haría en los aires.
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