Jorge Galindo, analista político español y columnista de El País: "Iglesias quiere asegurar su supervivencia como partido"
Este experto plantea que ni Podemos ni los socialistas de Pedro Sánchez quieren ceder.
¿Qué desencadenó el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez?
La investidura no fue adelante porque (Pablo) Iglesias puso la barrera de exigencias más alta de lo que esperaba Sánchez, y le salió bien porque la asunción general era que con una bajada tan brusca en escaños provocada por una reabsorción de votos del PSOE, a Podemos no le quedaba otra que aceptar las condiciones impuestas por éste para evitar que en una repetición electoral les sigan quitando apoyo. Sin embargo, Iglesias decidió comenzar fuerte, demandado una coalición con equipos mixtos de gobierno, y al ver que eso no tenía efecto negativo en las encuestas, mantuvo esas demandas. Sánchez, que esperaba tener la negociación por la mano, tuvo que ceder en última instancia al reclamo principal de Iglesias: entrar en el gobierno. Podemos pedía mucho más poder del que el PSOE estaba dispuesto a ceder: más puestos, más competencias. Lo hizo hacía para asegurar su supervivencia como partido. Nadie está dispuesto a ceder.
¿Cuál es el impacto que tendrá todo esto para Unidas Podemos?
La lucha de acusaciones cruzadas es potencialmente mala para ambos: tanto para Iglesias como para Sánchez. Las encuestas no lo demuestran de momento, pero es lógico anticipar una cierta desmovilización de electorado de izquierdas en una eventual repetición electoral después de un gran desgaste mediático y dialéctico. En la repetición de 2016 se quedaron 1.000.000 de votantes de Podemos en casa, por ejemplo. Sin embargo, ahora mismo Iglesias parece entender que es más importante asegurar una presencia fuerte en el gobierno que pensar en ese tipo de desgaste. O lo que es lo mismo: considera que la pérdida por estar 4 años fuera del gobierno es mayor que la que se tenga ahora en una posible repetición.
¿Quiénes serían los "ganadores" y "perdedores"?
Me resulta difícil identificar ganadores o perdedores absolutos. Creo que ahora cada partido está vendiendo su relato a sus votantes, acusando al otro del fracaso de la investidura, y los votantes tienden a comprar más el de su propio partido. Hay un cierto margen para el escepticismo, cierto, pero ése suele quedarse en la abstención, y es muy posible que se reparta simétricamente. En términos de políticas más que de votos, pierden también ambos por igual.
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