Los primeros 100 días de Bolsonaro
Marcado por la peor aprobación para un gobierno en su primer mandato desde la vuelta a la democracia, el Presidente brasileño ha debido enfrentar las dimisiones de dos ministros y luchas de poder en el núcleo de la nueva administración. Con pocos logros que mostrar hasta ahora, el excapitán de Ejército apuesta sus fichas a la reforma de las pensiones.
1 Caída en las expectativas
La semana pasada, las cifras del sondeo de Atlas Político encendieron las alarmas para el gobierno. Los brasileños que decían aprobar de manera más enfática (30,5%) la gestión del Presidente Jair Bolsonaro estaban numéricamente por detrás de los que la desaprueban (31,2%) o les parece regular (32,4%). Y la encuesta de Datafolha del domingo coronó las sospechas. Después de ganar el balotaje con un 55,1% en octubre, ahora el mandatario enfrenta la peor aprobación después de tres meses de gobierno entre los presidentes elegidos para un primer mandato desde el retorno a la democracia: sólo un 32% califica su gestión como muy buena o buena. Además, y por primera vez, el optimismo sobre la economía cayó: de 65% a 50% desde diciembre.
2 Dimisiones en el gabinete
Gustavo Bebianno era hasta mediados de febrero uno de los ministros más poderosos del gabinete de Bolsonaro. Expresidente del oficialista Partido Social Liberal (PSL) y coordinador de la campaña del ahora mandatario, estaba a cargo de la Secretaría General de la Presidencia. Pero una investigación de Folha de S. Paulo apuntó a que el PSL había utilizado fondos públicos destinados a los comicios en "candidatos-fachada", desvíos que habrían servido para financiar otros gastos no declarados de la campaña. Resultado: Bebianno fue destituido.
Este lunes Bolsonaro removió del Ministerio de Educación al colombiano nacionalizado brasileño Ricardo Vélez Rodríguez, cuya gestión se vio envuelta en múltiples polémicas y provocó disputas internas en la cartera.
3 Pocos logros para mostrar
Bolsonaro ha obtenido algunas victorias desde su estreno como Presidente, el 1 de enero. Figuran entre ellas la flexibilización de las leyes sobre posesión de armas de fuego y la entrega en concesión de 12 aeropuertos, en licitaciones exitosas, que se consideraron como una prueba de la confianza de los inversionistas extranjeros. Pero, como destaca Folha de S. Paulo, el gobierno de Bolsonaro había cumplido hasta comienzos de esta semana solo un tercio de los 35 objetivos fijados para sus primeros 100 días de gestión. Por ejemplo, señala el periódico, no alcanzaría a cumplir con la independencia del Banco Central o la reducción de las tarifas de Mercosur. "No hay logros. Pero no sorprende, porque durante las elecciones no había un proyecto muy claro sobre lo que se buscaría", dice a La Tercera Paulo Afonso Velasco Júnior, académico de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
4 Disputas por espacios de poder
"En estos primeros 100 días vimos un gobierno marcado por disputas internas, con distintos grupos disputando espacios de poder e influencia sobre las políticas públicas", explica a La Tercera Thomaz Favaro, analista brasileño de Control Risks. Dentro del Game of Thrones del Palacio de Planalto, un rol clave lo juegan los antiguos compañeros de armas de Bolsonaro, un excapitán del Ejército. Dentro de los 22 ministros del gabinete, ocho son militares. Este sector lucha por espacios de poder y la influencia sobre el jefe del Estado con el llamado entorno ideológico, liderado por el filósofo Olavo de Carvalho y los tres hijos de Bolsonaro. A juicio de los analistas, si esta lucha se mantiene podría poner en riesgo los objetivos del tercer grupo que integra el gobierno, los economistas capitaneados por el ministro de Hacienda, Paulo Guedes.
5 La puesta en marcha de la reforma clave
Considerada fundamental para sanear las cuentas públicas y calificada de prioritaria por el gobierno, la reforma previsional quedó en entredicho en marzo tras el fuerte cruce de declaraciones entre Bolsonaro y el titular de la Cámara Baja, Rodrigo Maia. El equipo económico de Guedes se da hasta julio para aprobarla en el Congreso, una meta considerada de difícil cumplimiento. De hecho, el 51% de los brasileños rechaza la reforma, según Datafolha. "Para eso Bolsonaro tendrá que conseguir algún tipo de apoyo más amplio y negociar con los partidos", dice Velasco Júnior.
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