¿Por qué Italia es la excepción en el rebrote de coronavirus en Europa?

Italia covid
REUTERS/Ciro De Luca

Según el profesor Massimo Andreoni, experto en infecciones, el rebrote de la pandemia en el viejo mundo no ha golpeado con la misma intensidad a Italia porque ahí se establecieron reglas más severas que han sido respetadas a conciencia por la ciudadanía. Además, recintos como aeropuertos y comercio han cumplido los protocolos sanitarios de forma efectiva.


Italia, duramente golpeada en la primera ola del coronavirus, es hoy la excepción en Europa -donde el rebrote del covid-19 es casi general- con un número limitado de nuevos casos gracias a estrictas medidas contra la enfermedad, que fueron saludadas el viernes por la OMS.

Francia, por ejemplo, registró el jueves una cifra récord de 16.096 nuevos casos de covid-19 en 24 horas, mientras que el número de contagios diarios en Italia, que realiza más de 120.000 tests diarios (180.000 en Francia), se mantiene desde hace semanas por debajo de los 2.000

¿Cómo explicar esta especificidad italiana? En entrevista con la AFP, el profesor Massimo Andreoni, experto de renombre en infecciones en el hospital romano de Tor Vergata, adelanta “varias razones”.

“La epidemia golpeó más pronto Italia, lo que sensibilizó a este problema y se implementó inmediatamente un plan de confinamiento muy severo. Italia fue el primer país en llevar a cabo un cierre total que duró varias semanas (...) y aún nos beneficiamos de ello” subraya. Y destaca la “reapertura muy progresiva y muy lenta del país, ¡que ni siquiera ha terminado aún!”

“Los estadios están cerrados, las discotecas han vuelto a cerrar, las escuelas no están todas abiertas...” enumera, pese a que la vuelta al colegio se inició el 14 de septiembre.

“Además, los italianos respetan bastante bien las reglas. Cuando veo las imágenes de otras ciudades europeas, veo mucha más gente sin mascarilla que en Italia”, se congratula.

Esa opinión es compartida por Benny Boas, un turista de Nueva York de 28 años, que pasea cerca de la fuente de Trevi: “Aquí la gente lleva mascarilla, la policía vigila, y eso es importante”.

Louise Tietjens, sueca de grandes ojos azules, coincide: “Me siento muy segura aquí en Italia (...) En Suecia no tenemos estas reglas sobre el porte de mascarillas”, dice.

Buenos alumnos

Otro ejemplo de la movilización en Italia, un país sin embargo criticado por su organización caótica y la pesadez de su burocracia: el aeropuerto de Roma-Fiumicino se ha convertido en el primero del mundo en recibir la nota máxima de cinco estrellas, otorgada por el organismo de calificación Skytrax, por su gestión sanitaria del covid-19.

El aeropuerto romano es elogiado por sus controles de temperatura, el porte obligatorio de mascarilla, la puesta a disposición de gel hidroalcohólico, la distanciación física y el control del número de visitantes en las tiendas.

“Creo que los italianos intentan seguir las normas lo mejor posible” confirma Giacomo Rech, propietario de Green Tea, un restaurante de cocina china, a dos pasos del Panteón, en pleno centro de Roma.

“Controlamos la temperatura a todos los clientes a su llegada, deben desinfectarse las manos y llenar un formulario para ser contactados en caso de necesidad (...), y las mesas están alejadas unas de otras”, explica a la AFP.

Pero pese a esta tranquilizadora situación, el profesor Andreoni quiere ser “prudente”.

“En dos o cuatro semanas, cuando todas las escuelas hayan abierto (...) veremos cuál habrá sido el impacto y si Italia consigue mantener estos niveles bajos (de contagios) o si se acerca a los niveles de Francia o España”, señala.

“Para saber si hemos sido realmente buenos alumnos, hay que esperar aún un mes” concluye.

De momento, esta política coronada de éxito le valió el viernes a Italia una felicitación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“El gobierno y la sociedad, en todos los niveles, han reaccionado con fuerza e invertido la tendencia con una serie de medias fundadas en la ciencia”, saludó la OMS en un mensaje en Twitter, de inmediato retuiteado por el primer ministro italiano Giuseppe Conte.

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