¿Qué economía recordarán los votantes: un crecimiento fuerte o una inflación elevada?

WSJ
Ilustración: Rachel Mendelson/WSJ

La economía se ha convertido en el tercer candidato en las elecciones y podría determinar el resultado.




La vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump encabezaban la lista de candidatos del martes. El tercer actor importante en esta elección era la economía, que ha dado forma a las narrativas de ambas campañas y ha mantenido la carrera en el filo de la navaja.

Pero la forma en que la economía podría influir en los resultados no es tan sencilla. Por un lado, ha estado creciendo de manera constante, generando millones de nuevos empleos e impulsando los salarios al alza. Por otro lado, los precios son mucho más altos que cuando el presidente Joe Biden asumió el cargo y la vivienda es menos asequible, y esos factores están pesando en el estado de ánimo de los estadounidenses.

Harris no ha puesto tanto énfasis en las cifras de empleo y crecimiento como lo hizo Biden, sino que centró su mensaje en lo que ella llama una “economía de oportunidades”. Trump ha dicho que impulsaría una serie de recortes de impuestos y aranceles, al tiempo que pintaba un panorama más oscuro de la economía. Durante el fin de semana advirtió que una victoria de Harris conduciría a “una depresión económica al estilo de 1929″.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firma una orden ejecutiva sobre la industria manufacturera, en Auburn, Maine, el 28 de julio de 2023. Foto: Reuters

Los estadounidenses han dado bajas calificaciones a la economía durante la administración Biden, impulsados por la frustración por los precios. Pero también en este caso entra en juego una marcada división partidaria. Las encuestas de consumidores de la Universidad de Michigan muestran que los republicanos califican la economía como peor que incluso cuando la pandemia golpeó en el último año de la presidencia de Trump. Los demócratas la califican como mejor que nunca durante el mandato de Trump.

A pesar de estas evaluaciones tan pesimistas, lo que la gente ha estado haciendo con sus billeteras cuenta una historia diferente. La semana pasada, el Departamento de Comercio informó que, ajustado por la inflación, el gasto de los consumidores aumentó un 3% en el tercer trimestre respecto del año anterior. Durante los primeros tres años de la administración Trump, antes de la pandemia, el gasto creció a una tasa anual del 2,6%.

La interacción entre un crecimiento sólido y unos precios elevados podría ser una de las principales razones por las que las encuestas muestran que las elecciones están en disputa. Esto también se ve en un modelo de predicción presidencial de larga data que el economista de la Universidad de Yale Ray Fair desarrolló por primera vez en la década de 1970. Al analizar datos que se remontan a principios del siglo XX, descubrió que tres variables económicas funcionaron bien para predecir el voto presidencial.

La primera es la tasa de crecimiento per cápita del producto interno bruto real, o ajustado a la inflación, en los tres trimestres anteriores a las elecciones. Cuanto más crecimiento haya presentado la economía durante el año electoral, mejor será para el candidato del partido en el poder.

El PIB per cápita creció a una tasa del 2% en los tres primeros trimestres de este año, el mejor ritmo de cara a unas elecciones desde que el expresidente George W. Bush ganó su segundo mandato en 2004. El PIB per cápita creció a una tasa aún mejor del 2,8% durante toda la presidencia de Biden hasta el tercer trimestre -la mejor desde el expresidente Lyndon Johnson-, pero el trabajo de Fair sugiere que los votantes se centran más en el desempeño reciente de la economía.

Una mujer compra en un supermercado en Los Ángeles, California,el 13 de junio de 2022. Foto: Reuters

El poder del PIB per cápita para predecir el voto es un reflejo de cómo, cuando está creciendo con fuerza, otras cosas como el crecimiento del empleo y los salarios también suelen tener un buen desempeño.

Pero el trabajo de Fair muestra que los votantes parecen tener una memoria más larga para la inflación que para el crecimiento económico. La segunda variable en su modelo son los cambios en una medida de inflación llamada índice de precios del PIB. Fair ha descubierto que son los cambios de precios a lo largo de todo el mandato presidencial los que importan. Cuanto más han subido los precios, peor es para el partido en el poder. El índice de precios del PIB se expandió a una tasa anual del 4,5% en los primeros 15 trimestres de la presidencia de Biden, el ritmo más rápido desde el primer mandato del expresidente Ronald Reagan.

Este año, los votantes han puesto de manifiesto su larga memoria en materia de inflación. El enojo por los fuertes aumentos de precios que se produjeron al principio de la presidencia de Biden ha persistido pese a que la inflación se ha enfriado. Y ha persistido pese a que los análisis económicos de los datos del Departamento de Trabajo muestran que los salarios de la mayoría de los trabajadores han aumentado más que los precios.

La última variable del modelo de Fair es lo que él llama “trimestres de buenas noticias”, es decir, el número de trimestres durante el mandato presidencial en los que el crecimiento del PIB per cápita superó el 3,2%. Ha habido cuatro de esos trimestres durante la administración Biden. Hubo tres para Trump antes de las elecciones de 2020.

Miembros del sindicato United Auto Workers (UAW) en huelga en el piquete de General Motors en la planta Delta de Lansing, en Delta Township, Michigan, el 29 de septiembre de 2023. Foto: Reuters

Basándose en las tres variables económicas, más algunas medidas no económicas como el tiempo que lleva en el poder el partido del presidente, el modelo de Fair predice que Harris obtendrá el 49,5%, y Trump, el 50,5% del voto bipartidista. En otras palabras, tal como muestran los promedios de las encuestas: una carrera prácticamente pareja.

Eso no significa que los resultados reales parezcan un empate. El modelo de Fair no incluye ninguno de los temas no económicos que pueden motivar a los votantes, ni la eficacia de las campañas en sus esfuerzos.

De hecho, el modelo generó errores mayores de lo habitual en las últimas dos elecciones presidenciales, aunque en la dirección opuesta a las encuestas. Predijo que Trump captaría la mayor parte del voto bipartidista de 2016, en lugar de la candidata demócrata Hillary Clinton (que, sin embargo, perdió el voto del Colegio Electoral). Y mostró que Trump ganaría la cuota de votos en 2020, mientras que las encuestas predijeron que Biden ganaría con mayor facilidad de la que realmente obtuvo.

Además, la imagen de la economía que la gente lleva consigo a las urnas siempre puede cambiar de maneras que ningún modelo puede captar. El informe de empleo del viernes mostró que Estados Unidos ganó unos miserables 12.000 puestos de trabajo el mes pasado. Esa cifra estuvo muy distorsionada por las pérdidas de empleos debido a los huracanes Helene y Milton, así como por la huelga de Boeing. Pero la gente que solo lea los titulares podría sentirse un poco más pesimista.

O podría llenar el estanque de su auto el martes y llegar a una conclusión diferente. Un galón de gasolina regular promedió US$ 3,10 el galón el lunes, según AAA, en comparación con US$ 3,43 hace un año y un peak de US$ 5,02 en junio de 2022. La gasolina influye mucho en la opinión de la gente sobre la inflación: es una compra frecuente y el precio se muestra en carteles imponentes.

Ya sea que gane Harris o Trump, será posible señalar la economía y decir con sinceridad: “Es por eso”. Pero tampoco será la única razón.

Traducido del inglés por LT Mundo.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.