Silvio Almeida, ministro de DD.HH. y Ciudadanía de Brasil: “No se puede construir una democracia sin memoria, verdad y justicia”

El ministro de Derechos Humanos y Ciudadanía de Brasil, Silvio Almeida, durante la asunción de los 36 nuevos miembros del Consejo Nacional para los Derechos de las Personas Mayores (CNDPI), el 22 de agosto de 2023, en Brasilia. Foto: Agencia Brasil

De visita en Chile para participar de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, Almeida destacó la importancia de “que se transmita a las generaciones futuras el mensaje de que la dictadura no será olvidada, ni mucho menos tolerada”.


Brasil aspira a conquistar en octubre un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para el período 2024-2026, con el propósito de definir una “nueva era” para los derechos humanos, dijo este viernes el ministro del ramo en Nueva York.

“Brasil está de vuelta, de una nueva forma y para una nueva era” en el plano multilateral, afirmó el ministro de Derechos Humanos y Ciudadanía, Silvio Almeida, en declaraciones a la prensa durante su campaña en Nueva York para recabar votos para su candidatura a este organismo de la ONU con sede en Ginebra.

Precisamente desde Nueva York, antes de emprender viaje a Chile para participar de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, Almeida comentó a La Tercera el significado de este hito, así como de las iniciativas que lleva adelante su ministerio que, según ha dicho, fue “arrasado” durante la gestión de Jair Bolsonaro, el antecesor del actual Presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Cuando usted asumió en el cargo dijo que recibió “un ministerio arrasado”. ¿Cómo ha sido reconstruir el ministerio luego del gobierno de Jair Bolsonaro?

Prácticamente tuvimos que empezar de cero. La Política de Derechos Humanos fue borrada en el último gobierno. Hoy tenemos la misión de superar la tragedia y el desmantelamiento de los últimos cuatro años. Y, a pesar de las dificultades, ya hemos comenzado a reconstruir una estructura que, no tengo dudas, tendrá éxito.

Restablecimos la participación social, con el regreso de todos los consejos de la sociedad civil. Somos el Ministerio que tiene el mayor número de órganos colegiados de participación social en todo el gobierno. Grupos que eran completamente invisibles en la administración pasada ahora están plenamente representados, como las personas LGBTQIA+, personas en situación de calle, entre otros.

Partidarios de Jair Bolsonaro se manifiestan contra el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasilia, el 8 de enero de 2023. Foto: Reuters

Además, se retomó la agenda de la memoria, de verdad y de defensa de la democracia con el debido respeto que esta agenda merece. Otro ejemplo fue la recomposición de la Comisión de Amnistía, que ahora es más plural, democrática y pasó a tener la exigencia de que, si se aceptan las solicitudes de amnistía, haya una disculpa oficial, en nombre del Estado brasileño, a las víctimas.

Estamos trabajando intensamente para ofrecer políticas públicas eficientes que realmente cambien la vida de las personas. Puedo decir que hemos puesto nuestra casa en orden y ahora estamos listos para cosechar los frutos de esta organización. Y ya estamos cosechando.

Hay muchos desafíos, pero con voluntad, compromiso y política de verdad, estos desafíos se convierten en combustible para que podamos implementar una Política Nacional de Derechos Humanos que Brasil viene pidiendo desde hace tantos años.

Usted ha declarado que los “derechos humanos no es algo moral apenas, es una política que tiene que ser ejecutada”. ¿Cuáles diría que son las prioridades del gobierno de Lula en esta materia?

La principal prioridad, en la que ya estamos comprometidos, fue recuperar el verdadero significado e importancia de los Derechos Humanos, y creo que tuvimos éxito en esta misión. Recordando que ahora nuestro ministerio también lleva en su nombre la palabra Ciudadanía.

La dimensión de Ciudadanía nos impone otra configuración, tanto desde el punto de vista de la formulación de nuestros propósitos ministeriales como de nuestra forma de organización administrativa. Se trata de hacer que las políticas de derechos humanos se vuelvan concretas, una materialidad en la vida social de las personas para que puedan acceder a sus derechos de forma plena y definitiva.

Después de cuatro años de absurdos, pirotecnia y total falta de eficacia, percibo que la población y la comunidad internacional han recuperado la confianza en el trabajo del Ministerio. No sorprende que ahora fuéramos a Nueva York, en Estados Unidos, para reforzar nuestra candidatura a un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El ministro de Derechos Humanos y Ciudadanía de Brasil, Silvio Almeida, durante la asunción de los 36 nuevos miembros del Consejo Nacional de los Derechos de las Personas Mayores (CNDPI), el 22 de agosto de 2023, en Brasilia. Foto: Agencia Brasil

Y esto es exactamente lo que quiero decir cuando me refiero a los derechos humanos como una política. No es lo mismo hablar de diversos temas de derechos humanos en un tono moralista, que presentar políticas públicas que convocan a diversos sectores, que convocan a actores, para marcar efectivamente la diferencia en este contexto. Sin presupuesto, sin políticas basadas en la ciencia, no es posible llevar a cabo una política seria de derechos humanos en este país y en el mundo.

Otro punto que el Presidente Lula siempre ha querido reforzar es que no podemos dejar a nadie atrás. Por eso creamos la inédita Secretaría Nacional de los Derechos de las Personas LGBTQIA+, por ejemplo, así como ya estamos muy avanzados en el desarrollo de un plan del gobierno federal dirigido a la población en situación de calle.

Cuando hablamos de unión y reconstrucción nos referimos a todos y a todas, sin excepción. Estamos hablando -por citar un ejemplo más- de personas con discapacidad, motivo por el cual estamos finalizando, en las próximas semanas, el nuevo Plan Vivir sin Límite, que se creó colectivamente, y que rescatará una serie de políticas encaminadas a ese público con el objetivo de promover los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de las personas con discapacidad y sus familias enfrentando las barreras que les impiden ejercer la ciudadanía plena.

Su ministerio ha propuesto una política de Estado contra el extremismo y el discurso de odio. ¿En qué fase se encuentra esa iniciativa? ¿Considera que estos temas, junto con la desinformación, constituyen una amenaza a la democracia en la región?

Creamos un Grupo de Trabajo (GT) que realizó 15 reuniones a lo largo de cuatro meses, entre marzo y junio, y contó con la participación de representantes del ministerio, de cinco representantes de instituciones del Estado, así como 24 representantes de la sociedad civil –como académicos, comunicadores e influencers digitales-, además de observadores internacionales invitados.

El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, durante la toma de posesión de Silvio Almeida como ministro de Derechos Humanos y Ciudadanía, en el Palacio de Planalto, en Brasilia, el 1 de enero de 2023. Foto: Ricardo Stuckert/PR

El resultado fue un informe robusto y lleno de recomendaciones. Ahora estamos en la fase de implementación de las recomendaciones viables y aplicación de políticas públicas para combatir el discurso de odio y el extremismo. Próximamente anunciaremos las acciones que se desarrollarán a partir de esta primera fase, porque el trabajo debe ser continuo.

Creo que los acontecimientos de los últimos años, que culminaron con el intento de Golpe de Estado del día 8 de enero, no dejan dudas sobre la nefasta combinación de odio y desinformación, y sobre su daño a la democracia, no sólo brasileña, sino en toda América Latina. En mayo de este año, durante la Reunión de Altas Autoridades de Derechos Humanos del Mercosur (RAADH), en Argentina, firmamos la “Declaración por una Cultura de Paz y Democracia y de Combate a las Expresiones y Discursos de Odio”.

Recientemente nos reunimos con el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (MJSP) para discutir acciones conjuntas a partir del informe elaborado por el GT.

Es necesario mantener la vigilancia y permanecer unidos contra el extremismo no sólo en nuestra región, sino en el mundo.

Junto con denunciar que “intentaron extinguir la Comisión de Muertos y Desaparecidos”, también ha insistido en que “hay que contar la oscura historia de la dictadura”. A su juicio, ¿por qué esta tarea ha sido tan compleja en Brasil?

La administración anterior decidió apostar a la tensión y llevar a cabo acciones que rompieran el acuerdo alcanzado en torno a estos temas. Cuando el gobierno anterior puso fin a la Comisión de Muertos y Desaparecidos, enfrentó a una parte de la sociedad brasileña que entendía la necesidad de que los muertos y desaparecidos tuvieran derecho a la memoria y a la verdad. Estamos trabajando para que sea restaurada como una forma de realinear los pactos que ya se habían hecho. Estamos en un proceso democrático y no se puede construir una democracia sin memoria, verdad y justicia.

El ministro Silvio Almeida junto al embajador de Chile en Brasil, Sebastián Depolo, el 4 de septiembre pasado. Foto: Ascom/MDHC

El libro “El Brasil de Pinochet”, del periodista Roberto Simon, da cuenta del rol que la dictadura brasileña tuvo en el Golpe contra Allende y la posterior ayuda al régimen de Pinochet, así como de las torturas y muertes que sufrieron ciudadanos brasileños en Chile en esa época. ¿Cómo ha procesado el mundo político y la sociedad brasileña estos hechos?

Son varios los movimientos que ya ocurrieron o están ocurriendo, tanto en Brasil como en el mundo. Después de cuatro años de total exaltación y nostalgia por el período de la dictadura militar, con un Presidente de la República que adoraba a los torturadores, por fin estamos poniendo las cosas en el lugar que les corresponde. No es fácil deconstruir ciertas narrativas y “perforar la burbuja” de la comunicación, llegando a grupos que, aunque no sean de extrema derecha, se han acostumbrado a estas prédicas moralistas, que culminan en “olvido” de los años de dictadura en Brasil y otros países.

Sin embargo, creo que iniciativas como las que ha implementado el Ministerio de Derechos y Ciudadanía –como la Comisión Estatal de Amnistía, antes mencionada, y el rescate de la memoria, la verdad y la garantía de reparación y justicia transicional–, y la propia postura del gobierno federal brasileño, al utilizar como eslogan del “7 de septiembre, Día de la Independencia” –fecha que en los últimos años fue usurpada por autoridades que defendieron una vez más la ruptura con la democracia– el lema “Democracia, Soberanía y Unión” apuntan que estamos en el camino correcto.

¿Qué significado tiene en lo personal para usted participar de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado en Chile?

Sin duda, es un gran honor. Las historias de la lucha por la defensa de la democracia se repiten en toda América. En el período anterior, hubo cierta aversión a la participación del gobierno brasileño en foros internacionales y se evitaron temas como la memoria y la defensa de la democracia. Por eso es muy importante y especial que me presente personalmente en este país, en representación del Estado brasileño. Que las historias sean contadas, superadas y, más que eso, que se transmita a las generaciones futuras el mensaje de que la dictadura no será olvidada, ni mucho menos tolerada.

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