Gustavo Gatica: “Sé que soy un símbolo del estallido social, pero nunca me ha gustado esa figura”
A días de que se cumplan cinco años de las masivas protestas que se produjeron a lo largo de Chile, el psicólogo relata cómo ha sido su largo proceso de reinserción tras quedar ciego al ser impactado por perdigones de Carabineros. Expectante por el próximo inicio del juicio contra el exteniente coronel Claudio Crespo -imputado por el delito de apremios ilegítimos con resultado de lesiones gravísimas-, dice que confía en la justicia y critica la falta de avances en las demandas sociales que estuvieron tras el estallido de 2019.
Fue la misma tarde del 8 de noviembre de 2019 cuando Gustavo Adolfo Gatica Villarroel (26) se enteró de que no volvería a ver. Habían transcurrido solo algunas horas de que recibiera un impacto de perdigón en medio de una protesta en un sector de Plaza Italia y el médico de turno que lo revisó en la Clínica Santa María le dio la noticia. Su cabeza se llenó de interrogantes sobre su futuro.
“En la clínica me estabilizaron, me dieron como cosas para el dolor. También escuchaba que decían que el oftalmólogo no estaba, que había un taco y no podía llegar. Y cuando llegó me examina, me ve los ojos y me dice: ‘No hay nada que hacer’. No me acuerdo muy bien qué me dijo, pero fue así como ‘las probabilidades de que vuelvas a tener visión son como de 0,0001%”, recuerda. De un momento a otro su vida cambiaría para siempre.
Han pasado cinco años desde que perdió la vista producto de un proyectil disparado por Carabineros, en un hecho por el cual la Fiscalía Centro Norte mantiene como imputado al exteniente coronel Claudio Crespo por el delito de apremios ilegítimos con resultado de lesiones gravísimas. Uno de los casos más emblemáticos del estallido verá el inicio del juicio el próximo 4 de noviembre, luego de reiterados aplazamientos.
En el transcurso de esos años, Gustavo pasó por un largo período de rehabilitación. Aprendió a hacer las labores de casa sin ayuda, se tituló de psicólogo, aprendió a tocar batería, se casó, luego se separó y también entró al mundo laboral. Hoy tiene dos trabajos: uno en la Defensoría Penal Comunal de Estación Central y otro como psicólogo particular con consultas online. Lo que más le cuesta, comenta, son dos cosas: cocinar, porque se demora mucho, y caminar solo por la Alameda, por el incesante ruido de los vehículos y el mal estado de las veredas.
Instalado en su casa, en Colina -junto a sus gatos Marty y Ema-, el psicólogo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano repasa esos días de 2019 y dice que no le gusta el concepto de “estallido delictual” que defiende un sector de la derecha. “Es una falta de respeto para mucha gente”, dice.
En 2022 se tituló de psicólogo y hoy ejerce. ¿Los pacientes lo reconocen?
Algunas personas sí. Algunas personas no cachan, pero sí me reconocen. Me han dicho así como ‘oye, yo a ti te he visto en la tele’ (risas). Pero hay gente que en las terapias particulares, por ejemplo, llegan porque me cachan.
¿Cómo ha vivido el proceso de reinserción? Desde terminar su carrera a ingresar al mundo laboral, ¿cómo ha sido para usted todo este proceso?
Fue heavy regresar a la universidad (tras el incidente), porque era un mundo nuevo para mí. La pandemia como que igual me ayudó a que fuera más suave el cambio, porque estaba en la casa más acompañado de mi familia. Eso ayudó a que no fuera tan brusco el cambio, porque hasta hoy en día me cuesta en la calle. Entonces, siento que quizá si en 2020 no hubiera venido la pandemia y hubiera tenido que obligatoriamente ir a la universidad, igual hubiera sido complejo.
A fines de noviembre de 2019, una vez que le dieron el alta en la clínica, su hermano le regaló una batería. Tomó clases privadas con el exbaterista de Banda Conmoción Álex Muñoz y formó una banda que bautizó como Hasta la victoria, donde mezclan el rock con el rap y el trap.
Allí tiene como inspiración a Dave Grohl, el baterista de Nirvana y líder de Foo Fighters. Eso sí, sus colegas de bandas le critican que le pega “muy fuerte” a su instrumento. “Ha sido liberador para mí”, reflexiona.
La disputa por el relato del 18-O
Una sonrisa se dibuja en la cara de Gatica cuando recuerda algunos momentos de octubre de 2019. Su memoria se sitúa en la casa de sus padres, en Colina, en días en que los vecinos se unían para resguardar las viviendas ante el temor de saqueos. Dice que los vecinos en el día a día ni se saludaban, pero en esas circunstancias se hicieron amigos.
También recuerda las conversaciones políticas en las plazas entre los residentes del sector, quienes siempre estuvieron desinteresados en esa materia. “En ese contexto, como que la gente se organizó, cachái. Se conoció gente que no se conocía. De hecho, pasó que acá al final terminaron un día haciendo un asado”, comenta entre risas. Esos instantes para él fueron “algo bonito”. “Me quedo con ese relato del estallido social”, dice.
¿Qué lo hizo salir a protestar?
En el 18 de octubre, en el estallido social, a mí me hizo salir a protestar la desigualdad. Creo que eso es como lo que engloba todo. O sea, había como un tema de desigualdad en el acceso a la salud, el acceso a la educación, el acceso a la vivienda que a mí me sonaba injusto. Quizás sin interiorizarme tanto en cada uno de los temas, se me hacía injusto que fuese así.
¿Cómo cree que ha evolucionado la postura general de lo que fue el estallido? Las encuestas muestran que las personas la han ido cambiando respecto del momento inicial.
Sí, es verdad. Como que ha sufrido hartos cambios. Hay como una disputa en ese relato de lo que fue el estallido. Pero para mí sigue manteniéndose igual. Como que yo siempre me he quedado con lo bonito que hubo en el estallido social.
¿Y qué opina sobre el concepto de “estallido delictual” que plantean sectores de derecha?
Creo que llamarle estallido delictual es ofender a las personas que salieron a protestar. Hubo marchas masivas en todo Chile. Solo en Santiago, en una oportunidad, se reunió más de un millón de personas. Creo que es una falta de respeto llamarle a esa persona delincuente, siendo que solo estaban protestando por mejor calidad de vida, por vivir mejor.
A su juicio, entonces, el estallido social debería ser recordado en esa etapa inicial, no lo que vino posteriormente.
Sí, por supuesto. Hay algo bonito ahí que después del (plebiscito del) 4 de septiembre como que se acabó. Porque luego igual había cabildos y asambleas. Y luego del 4 de septiembre (de 2022) como que todo se acabó. Pero yo insisto, me quedo con esa parte, eso es lo que yo encuentro hermoso de ese proceso histórico que vivimos.
¿Qué recuerda del 8 de noviembre de 2019, el día en que le dispararon?
Recuerdo que era viernes y que yo no sabía muy bien si ir a la protesta. Me cociné algo rápido, estaba viendo Los 80. Y le hablé a un amigo, le dije: ‘Oye, ¿vas a ir hoy día?’. Mi amigo me dijo que no sabía muy bien, entonces yo no sabía si ir o no. Y al final dije ‘ya, voy a ir’. Y caché que la cámara estaba descargada, la cargué un rato mientras me vestía, me cepillaba los dientes, lavaba la loza. Ese día llegué temprano, como que no sabía muy bien si mi amigo iba a ir o no. Entonces llegué temprano y me puse a sacar fotos. Las protestas empezaban a las 6, cuando llegaba toda la gente. Yo habré llegado a las 4 y media, una cosa así. No recuerdo muy bien, pero sí que llegué antes. Entonces me puse a sacar fotos, dando vueltas por ahí. Y luego me junté con mi amigo y ahí anduvimos juntos. Recuerdo que estaba violento ese día, particularmente violento.
¿Qué opinión te merece la violencia de ese periodo? Hablamos de los saqueos, la quema de espacios público y después la respuesta de Carabineros.
¿La violencia? A mí me tocó vivir un evento de violencia muy duro y y por ende no me agrada, por decir lo menos, porque me tocó vivir la parte más violenta de esos tiempos. Entonces creo que ojalá nunca vuelva a ocurrir. Creo que ese tiene que ser el camino. O sea, intentar caminar hacia allá, que nunca más vuelva a pasar esto.
“Muchas de las demandas que había desde la rabia están todavía”
¿Cómo vivió el primer proceso constitucional?
Lo viví con un poco de distancia, francamente. Y yo creo que esa es una autocrítica que personalmente hago. Siento que debí haber estado más pendiente también. Me hubiera gustado estar más pendiente, aportar más. No sé si otras personas compartirán el análisis, pero como que solté y lo delegamos en esas personas. Y siento que quizás debimos haber estado también más pendientes y seguir con la organización. Lo viví con distancia, pero con mucha esperanza también. Y no me da vergüenza decir que fue muy doloroso.
Cuando salió el resultado, ¿qué sintió?
Sentí pena, porque deposité mucha esperanza en ese proceso. Y creía que efectivamente las cosas podían cambiar y ser diferentes. Pero no fue así.
¿Por qué cree que fracasó el primer proceso constituyente?
Creo que hay muchas razones. Una de ellas, y la que más me hace sentido a mí, es que Chile no estaba preparado en ese momento para cambios tan profundos. Y creo que esos cambios tienen que ver principalmente con la forma de entendernos y de leer la sociedad. Entender cómo somos iguales en derechos y en dignidad, creo que por ahí pasa ese cambio que tiene que ser muy profundo. Y en esa misma línea es como yo analizo el proceso judicial que estoy viviendo. Creo que tiene que ver más allá de los colores políticos, tiene que ver con el derecho de salir a manifestarse y que no seas herido por las fuerzas del Estado. Ahí entra este concepto de igualdad de derecho y de dignidad sea cual sea tu posición política, cuestión socioeconómica y cultural.
¿Y qué piensa del segundo proceso constitucional?
No, ese segundo periodo yo lo vi totalmente desconectado. No lo pesqué nada. Igual me puse contento cuando salieron en contra.
¿Se siente un símbolo del estallido social?
Sí, pero no me gusta serlo. Sé que soy un símbolo, porque mucha gente me lo dice. Estoy muy relacionado con el estallido social, pero nunca me ha gustado esa figura de ser el símbolo del evento. Lo agradezco igual, porque la gente me expresa mucho cariño, pero hay algo que no me gusta de ser ese símbolo. Al final igual lo que me pasó fue súper trágico. Valoro igual como que la gente lo ve desde otra perspectiva. Como desde la resiliencia y que sienten que pude salir adelante.
¿Tiene contacto con políticos?
No, no tengo contacto fluido con políticos. Pero cuando me he topado con políticos siempre es buena onda.
¿En el futuro le gustaría emprender una carrera política?
No. O sea, por lo pronto, lo veo muy lejano. Y es porque no me queda ese rol como de representante. Como que no me gusta. Y me gusta mucho lo que estoy haciendo en este momento. Hacer terapia psicológica lo siento como mi vocación, me encanta.
¿Nunca se lo han ofrecido?
Me ofrecieron ser constituyente. Y debo decir que lo pensé. Pero en ese tiempo todavía estaba en la universidad y dije que no. Nunca fue real mi interés. De hecho, me preguntaron desde varios lugares para ser constituyente, por partidos u organizaciones. Me acuerdo que Colo Colo llevó candidatos y me ofrecieron ir por ellos. Y la pensé (risas).
¿Cómo evalúa la gestión de este gobierno, que se planteó como cercano a las demandas del estallido?
No sé si me corresponde a mí hacer esa evaluación en este momento. Creo que hay una deuda, pero a nivel estatal. Algo que es tangible, que es real, que aquí en Chile ocurrieron graves violaciones a los derechos humanos y creo que el Estado chileno ha estado al debe. No se ha hecho justicia desde el Poder Judicial, no se ha hecho justicia desde el Poder Legislativo, no se han generado medidas para que esto no vuelva a ocurrir. Entonces, creo que el Estado ha estado al debe.
Ese es un punto que tiene que ver con la reparación para las víctimas. Por otro lado, están las demandas sociales que había en 2019. ¿Ha habido avance en ellas?
Me parece que no. O sea, muchas de las demandas que había desde la rabia están todavía y vuelven a aparecer. Hablando de cosas que han pasado hace poco, lo de Enel, por ejemplo. En la nueva Constitución había una nueva forma de distribución de energía. O la corrupción también era algo que la gente tenía rabia. Como a los políticos que mandaron a hacer clases de ética. Ahora vamos a ver qué pasa con este caso de Hermosilla, que también a la gente le da mucha rabia. O lo mismo que ha pasado con Marcela Cubillos y su alto sueldo, también es algo que causa mucha molestia.
“Me preocupa lo lento que avanza la justicia”
Se acerca el inicio del juicio contra Claudio Crespo, el excarabinero imputado por haberle disparado ese 8 de noviembre. Desde lo anímico, ¿cómo se siente?
Bien. Yo hace mucho tiempo estaba muy ansioso de que llegara pronto. Sentía que había un pie de mi vida todavía en este proceso y no me gustaba. Pero se ha demorado tanto que siento que ya no. Ya no tengo un pie en este proceso. Entonces como que me siento más liberado en ese sentido. No es como que estoy esperando este juicio para seguir con mi vida, he seguido con mi vida igual. Pero sí siento que tiene que haber justicia. Y tengo la sensación de que va a ser así.
Siento que este proceso judicial es algo que voy arrastrando un poco. Entonces, no sé cuál sea el resultado, pero va a ser de soltar. Aunque debo decir que mi plan al menos es llegar hasta la última instancia. Si no quedamos conformes con el resultado en primera instancia vamos a seguir insistiendo. Porque creemos que eso es lo justo.
¿Ha estado atento de otros juicios del estallido, como el de Sebastián Zamora, que salió absuelto e incluso reingresó a Carabineros?
Sí, he estado pendiente. El caso de Fabiola Campillai igual. Y me preocupa lo lento que avanza la justicia. He tenido el agrado de conocer a otros compañeros y compañeras a quienes les dispararon también en sus ojos. Y me da mucha pena sentir que no hay justicia. Y ellos ya perdieron la esperanza de que haya justicia.
¿Y usted?
Yo confío en la justicia.
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