José Andrés Murillo: “Nuestra voz a veces es interpretada como un tribunal de justicia y eso está mal, debemos cambiarlo”
A casi 15 años de la creación de la Fundación para la Confianza, uno de sus rostros más visibles enfrenta las críticas que ha tenido la ONG en los últimos años por la mediatización de sus casos y hace una reflexión. Reconoce que en el último tiempo no han alzado la voz en casos como el de Manuel Monsalve y desliza que el gobierno no hizo todo por actuar con premura para proteger a la víctima.
El año pasado dos denuncias de delitos sexuales remecieron al gobierno, el caso de Manuel Monsalve, y al mundo deportivo-farandulero, el caso de Jorge Valdivia. Y se puede decir que en la escena hubo un gran ausente: la voz de la Fundación para la Confianza.
Esta ONG, que surgió en medio del caso Karadima -en que se abordó un caso de abuso sexual y de conciencia por parte de un jerarca de la Iglesia-, estuvo fuera del foco de las luces y mantuvo estricto silencio. Uno de sus fundadores, el filósofo, investigador y activista José Andrés Murillo confiesa que el 2024 fue un año complejo y que lo usaron principalmente para armarse internamente y entender, también, cómo enfrentar aquellas opiniones críticas a su labor que se han levantado en el último tiempo.
¿Cuánto ha evolucionado la fundación este último tiempo?
En 15 años han pasado muchas cosas. Cada año damos atención directa, por nuestros distintos programas, a más de 10 mil personas. Estamos abocados a la orientación a víctimas, trabajo en colegios, línea libre de atención en crisis a niños y niñas.
A veces pareciera que al denunciar, ustedes se transforman en el tribunal, hay que creer “ella es la víctima y el otro culpable”...
Nuestra opinión no es una sentencia judicial, evidentemente. Ese no es nuestro rol, absolutamente no, seríamos locos si pensáramos eso. Nuestro rol es apoyar a las víctimas porque les creemos, y porque apoyarlas es fortalecer su proceso de sanación, es, en muchos casos, prevenir nuevos abusos, detener ciclos.
Pero ¿no cree que hay mucha publicidad de sus casos?
De los miles de casos que nos llegan, muy pocos se hacen públicos, y eso ocurre según protocolos muy estrictos. ¿Podemos equivocarnos? Por supuesto, por eso es el Estado quien juzga. Las leyes han ido evolucionando de forma muy rápida los últimos años. Incluso, hace un siglo se pensaba que las mujeres que denunciaban eran histéricas, que habían querido seducir a su padre, padrastro o a un adulto. Hoy la investigación ha demostrado que no, que es muy extraño que una víctima mienta, las denuncias falsas son menos de un 1%.
En el último tiempo hay quienes se han alejado de la premisa “amiga, yo te creo”, porque el denunciado -quizás- es uno afín a su sector político, ¿Qué piensa?
Mire, la consigna ‘amiga, te creo’ es un paso fundamental para apoyar a las víctimas, especialmente en una sociedad donde sus voces muchas veces no eran escuchadas ni tomadas en serio. Sin embargo, el desafío está en equilibrar esta confianza inicial con los procesos rigurosos.
¿Y qué pasa con una denuncia falsa?
Como le dije, las denuncias falsas existen, pero son extremadamente raras, un porcentaje menor al 1%. Los costos de denunciar para una víctima son tan altos que muchas veces se quedan en el silencio. No hay que olvidar que siempre que hay abuso... hay poder.
Esta semana se conoció el cierre del caso que ustedes iniciaron contra Cristián Campos, a quien no se le procesó, ¿hay autocrítica?
El proceso penal se centra en la prueba de la responsabilidad del victimario. La víctima muchas veces es tratada como un mero medio de prueba. Eso es un problema enorme del sistema, porque daña a la víctima que ya fue dañada, y que por eso entró al sistema judicial. Nuestro rol es diferente, nosotros apoyamos a la víctima y vemos todo el tiempo cómo en redes sociales y opiniones generales se las vuelve a culpabilizar. Yo le creo a Rafaela y junto a ella a muchas víctimas que nos piden ayuda, y esperamos que el sistema judicial pueda investigar y reconocer lo que han vivido. Haya o no haya condena, lo que más nos importa es que su vida pueda ser sanada.
Pero pareciera que más que verdad judicial ustedes buscan una sanción social... ¿Es así?
A mí jamás me ha alegrado que alguien haya sido procesado, por el contrario, yo sería muy feliz si ese abuso nunca hubiese pasado, porque es una tragedia a todo nivel: familiar, en la vida laboral, etc. Pero nuestra misión es apoya a la víctima. Y es ahí donde empatizamos.
Campos y el sacerdote Berríos han sido críticos del actuar de la fundación, el último dijo que ustedes hacen “un show” con los casos. ¿Qué les responde?
Entendemos que nuestro trabajo, sobre todo cuando afecta a personajes públicos, genera críticas. Sin embargo, es importante aclarar que nuestra misión no es actuar como un tribunal de justicia, sino apoyar a las víctimas y también trabajar por cambios sistémicos para prevenir los abusos. Durante nuestra historia hemos tenido mucha visibilidad y eso puede dar lugar a que nuestra voz, a veces, sea interpretada como un tribunal de justicia y eso está mal, debemos cambiar eso.
Es decir, hay una autocrítica...
Más que eso, creo que en esta nueva etapa debemos mutar a ser más técnicos y no tan opinólogos, por decirlo de una manera. Actuar en base a nuestra experiencia de muchos años, a la información y los testimonios de quienes nos piden ayuda. Aunque no siempre podemos establecer una certeza absoluta, nuestro objetivo sigue siendo prestar apoyo a las víctimas y garantizar que sus voces sean escuchadas. Son los tribunales quienes están encargados de juzgar, la Fiscalía o el juzgado deben investigar.
Ha llamado la atención el silencio ante casos de abuso mediáticos, como Monsalve...
Últimamente hemos hablado menos porque nos hemos centrado en fortalecer la fundación, y queremos centrarnos en lo técnico, que es nuestro fuerte. Hablar solo cuando sea necesario en temas de abuso, de legislación que tenga que ver con los derechos de la niñez.
¿Cómo evalúa el actuar del gobierno en el caso Monsalve?
Como hablamos antes, cuando en un caso hay figuras públicas, cuando hay poder, la forma en que se reacciona siempre es compleja. Como mi compromiso siempre es con las víctimas, yo tiendo a pensar que si existe un error, como el tomar alguna decisión apresurada, es mejor que siempre sea en favor de la víctima, y yo creo que en este caso hay una cierta verosimilitud, ¿no? Por lo que cuenta, por lo que se dice. El apoyo siempre será a la víctima, y aunque entendemos los costos o los efectos colaterales, esta fundación no se mueve de esa vereda.
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