Kendalie y Sophia, dos policías en creolé
Las uniformadas haitianas asistieron a los cientos de compatriotas que llegaron ayer al Liceo José Victorino Lastarria para realizar trámites de regularización migratoria.
Kendalie Joseph y Sophia Jean-Baptiste reconocen haber vivido ayer una de las jornadas laborales más cansadoras desde que arribaron a Chile en 2015. Las dos policías haitianas fueron un eslabón fundamental para llevar a cabo un nuevo paso en el proceso de regularización migratoria, que congregó a cientos de sus compatriotas ayer en el Liceo José Victorino Lastarria, en Providencia.
Ambas funcionarias han sido compañeras a lo largo de toda su carrera profesional: ingresaron juntas en promoción a la policía, ganaron la beca para venir a Chile el mismo año y se graduarán el próximo 19 de diciembre si aprueban el examen que les permitirá regresar a su país con el rango de subtenientes, una jerarquía que en Haití se suele conseguir tras 12 o más años de servicio.
"Hoy me sentí como en casa estando con tantos haitianos y pudiendo ayudarlos. Creo que ellos sienten confianza al vernos a nosotras aquí", explicó Kendalie ayer, tras varias horas de responder consultas y dar instrucciones en creolé, como no lo hacía hace años. Pese a que la jornada fue ajetreada, asegura que con su compañera "nos sentimos útiles al poder ayudar a nuestros compatriotas y ejercer nuestra labor aun estando lejos".
El sentimiento es compartido por Sophia, quien, además, advierte que la regularización es un proceso necesario y provechoso para ambos países, porque "hay muchas personas que se fugaron de Haití porque cometieron delitos y están acá. Entonces, de esta forma van a saber quiénes son las personas que tienen problemas con la ley para devolverlos allá".
El regreso
En cinco meses más, Kendalie y Sophia dejarán atrás las empanadas y el pastel de choclo que tanto les ha gustado. Ambas esperan volver a Haití para poner en práctica todo lo que han aprendido en estos cuatro años en Carabineros de Chile, una policía mucho más longeva que la suya, que tiene 23 años de historia.
Pese a que les ha gustado su estadía en el país y se han sentido integradas y queridas por sus compañeros de la Escuela de Carabineros, comentan que están ansiosas por volver a su país a reencontrarse con sus familias y parejas, dejando de lado el WhatsApp y las videollamadas que realizan día a día para comunicarse.
"En Haití me espera mi familia y mi novio, que también es policía", dice Sophia. Fue justamente él quien le relató su experiencia en Chile. "Él vino de becario en 2013 a la PDI y sabía cuál era la dinámica, así es que yo me hice una idea antes de llegar acá".
Por su parte, Kendalie reconoce los momentos difíciles que han vivido por la distancia, pero no flaquean. "El lema de nuestra policía es 'proteger y servir', y yo creo que puedo hacer eso", cuenta convencida.
Pero al final del día, el balance de su estadía es positivo. "En la escuela no solo tenemos compañeros, sino que una familia. Llegamos acá y no sabíamos nada de español, pero todos nos ayudaron mucho", dice Sophia.
Tan grande fue la amistad, que durante las vacaciones algunas de sus compañeras las invitaron a conocer sus ciudades de origen: los destinos fueron Concepción, Yumbel, Reinaco, Angol e Isla Negra.
Ambas reconocen que los viajes, la comida, las risas y el compañerismo serán algunas de las cosas que más van a extrañar. Claramente, el frío no será una de ellas, aseguran, entre risas. "Ahora ya tenemos dos familias. Una en Haití y una acá", reflexionan tras una extensa jornada.
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