Los nuevos clústeres que preocupan a la autoridad
El reciente motín en la cárcel de Puente Alto y las crisis que se han vivido en hogares para adultos mayores de La Florida y Ñuñoa pusieron el foco en estas entidades. Grupos vulnerables, cercanía física y condiciones de higiene son variables que facilitan contagios.
La Cárcel de Puente Alto es hoy el foco de preocupación, tanto del Ministerio de Justicia como de Gendarmería. Si bien todas las cárceles están siendo recorridas por las autoridades, el masivo brote de coronavirus en Puente Alto inquieta de manera especial.
Son más de 120 los internos contagiados y más de 140 los gendarmes infectados con Covid-19 a nivel nacional. De estos, el 80% está en la Cárcel de Puente Alto.
El brote de coronavirus en las cárceles comenzó justamente en el recinto penitenciario de Puente Alto, el cual cuenta con una población penal de 980 personas. Fue el 29 de marzo cuando uno de los internos de esta cárcel resultó positivo en el examen de Covid-19, y desde entonces los nuevos casos de infectados crece todos los días.
¿Qué pasa en el resto de los penales? En Gendarmería explicaron que ningún otro penal tiene más de un reo infectado.
Estos recintos son Colina 1, Colina 2, el Centro Penitenciario Femenino de Talca y la ex Penitenciaría. Y es en este último recinto donde existe otro foco de preocupación, no precisamente por la cantidad de contagiados (solo hay uno), sino por la cantidad de internos que alberga el penal: más de 4.500.
Es por eso que Gendarmería y el Ministerio de Justicia ya han tomado algunas medidas, por ejemplo, aislar a los contagiados y a quienes tuvieron contacto con ellos, para evitar una propagación mayor. También se han aumentado los exámenes por Covid-19 a la población penal y se han puesto más de 34 mil vacunas contra la influenza.
La seguridad al interior de las cárceles es otro ámbito que está siendo abordado por Gendarmería. El director nacional de la institución, Christian Alveal, dijo el miércoles -en el marco de un intento de motín en Puente Alto- que “este es un tema sanitario, no es una crisis de seguridad. Tenemos que responder dando tranquilidad, nosotros no queremos ver reos muertos en las cárceles”.
Ya son tres los hechos de violencia en el penal de Puente Alto, por lo que han tenido que reforzar con más contingente uniformado este establecimiento. Además, ya fueron trasladados 10 internos de alto compromiso delictual que planificaron un motín con intento de escape la semana pasada. Son reos que no pudieron acceder al indulto del gobierno.
Adultos Mayores
Un total de 947 hogares, donde residen 23 mil adultos mayores, existen actualmente en el país, según cifras del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama). Dichos lugares están en la mira, pues allí viven personas pertenecientes a grupos de alto riesgo, en muchos casos con enfermedades preexistentes. Varios brotes de Covid-19 se han producido en las últimas semanas en instituciones de La Florida, Ñuñoa y Las Condes. Hoy, de hecho, la autoridad sanitaria alertó de nuevos casos en un Establecimiento de Larga Estadía para Adultos Mayores (Eleam) en Quilicura.
Octavio Vergara, director del Senama, explica que todas las residencias están en cuarentena, donde las personas no pueden recibir visitas y hay un control estricto del personal que ingresa a trabajar -quienes deben informar si están contagiados-, además de higienización permanente. ¿Qué pasa si hay contagios en uno de estos recintos? Vergara aclara que se han habilitado residencias transitorias para llevar a personas si hay un foco de Covid-19, como pasó en el santuario de Schoenstatt, en Bellavista; también está disponible la casa de retiro de los jesuitas en Padre Hurtado. Los afectados de un hogar en La Florida, en tanto, fueron enviados a una casa de Schoenstatt de esa comuna. También hay otro lugar en La Araucanía y están buscando otros recintos como alternativas.
María Isabel Robles, directora técnica del área adulto mayor del Hogar de Cristo, entidad que tiene 13 residencias donde atienden a 600 personas, plantea que el manejo del personal ha sido clave para mantener funcionando los centros, donde viven personas que dependen de los funcionarios para comer o movilizarse. “Se debe hacer turnos porque a veces los cuidadores son mayores y tampoco pueden trabajar. Esto ha sido un desafío para la organización, encontrar personal de reemplazo y seguir operando”, dice.
Marisa Torres, epidemióloga de la U. Católica, explica que estos hogares son de diversa calidad, tamaños y estándares, por lo que se debe hacer una vigilancia epidemiológica activa: “Hay que seguir un protocolo estricto para que no llegue el personal infectado y haya elementos de seguridad”. Agrega que hay que hacer evaluaciones sobre si el recinto tiene la capacidad para que las personas mantengan una cuarentena en buenas condiciones. “Si no es así, hay que trasladarlos”. También recomienda la realización de test en estos lugares.
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