María Elena Santibáñez, miembro de la Comisión para Análisis de la Iglesia: “Estamos en un proceso largo y seguirán apareciendo víctimas”

Iglesia
Foto: Referencial /Archivo.

La especialista en el tema de abusos sexuales analiza algunos hallazgos del estudio de la UC.


“Ya se conoce bastante de lo que ocurrió. Todo el mundo tiene cierta claridad y el informe viene a corroborarlo con cifras y análisis. En términos estadísticos, la realidad chilena no dista de lo que ha ocurrido en otros países. En lo que estamos en deuda es en el juzgamiento de los responsables y, sobre todo, en la reparación de las víctimas. Estamos recién iniciando un proceso que es largo y, sin duda, seguirán apareciendo víctimas, personas tremendamente dañadas”. Así se plantea la abogada penalista María Elena Santibáñez respecto de los abusos cometidos por miembros de la Iglesia Católica en Chile y sus efectos.

La docente de derecho en la UC fue uno de los 16 miembros de la Comisión para Análisis de la Iglesia en esta casa de estudios, instancia que acaba de dar a conocer el documento “Comprendiendo la crisis de la Iglesia en Chile”, una investigación de casi dos años sobre este fenómeno. Allí se da cuenta de causas y factores, de clasismo, elitismo y clericalismo. De relaciones asimétricas y piramidales. Se analizan los últimos 50 años y se concluyen cifras rotundas: 194 clérigos denunciados, de los cuales 167 son sacerdotes (3,6% de los que ejercieron en el período), en su mayoría ordenados entre 1980 y 1999. El 47% tuvo más de dos víctimas y el 58% de estas últimas tenía entre 14 y 17 años. El 68% de los abusadores tenía entre 30 y 50 años. De 168 denuncias, el 62% está en curso. Y de 48 sanciones canónicas, solo el 43% fue la expulsión del estado clerical.

En esta entrevista, María Elena Santibáñez aborda el escenario y analiza algunos de sus detalles.

¿El abuso en la Iglesia Católica de Chile responde a parámetros criminales “tradicionales”?

En algunos aspectos sí, como el hecho de tratarse de ilícitos cometidos por personas que son referentes para las víctimas, muy cercanas a ellas y en contextos de relaciones asimétricas, lo que junto a la cronicidad de la conducta suele ser un predictor de un mayor daño. Las víctimas en estos casos generalmente son personas que tienen carencias emocionales importantes, lo que es aprovechado por su agresor. Ello también se evidencia en muchos casos de criminalidad sexual en contextos intrafamiliares. Sin embargo, la edad de las víctimas es mayor en los casos de abuso sexual clerical. Se trata, en general, de adolescentes y no de infantes, y la inmensa mayoría son varones.

Según el estudio, el mayor porcentaje de sacerdotes abusadores fue formado entre 1980 y 1999.

Es un dato muy llamativo. En todo caso, nosotros tuvimos una esfera de análisis de los últimos 50 años. En otros países, como EE.UU., el tema del abuso da cuenta de generaciones mayores que las de acá, sin embargo, contaron con registros desde el año 1920. Lo nuestro da cuenta de sacerdotes más jóvenes, ordenados post Concilio Vaticano II, que precisamente generó una mayor apertura y horizontalidad en la Iglesia Católica. Era esperable entonces una mayor incidencia de generaciones previas al Concilio. Otro hallazgo más o menos conocido, pero que nos tocó analizar con mayor profundidad, y que es bien impactante, es el secretismo con que se manejaba todo, desde los casos hasta las investigaciones, lo que, sin duda, permitió que los abusos perduraran tanto tiempo, con total impunidad. Por otro lado, es bien gravitante el tema piramidal que subyace a la institución de la Iglesia y que moldea la dinámica de las relaciones. Se trata de un factor que se consigna en el informe como gran facilitador de los contextos abusivos y del secretismo que los acompaña.

¿Cómo fue la relación de trabajo con representantes de la Iglesia Católica? ¿Hubo dificultades?

Tuvimos muchos invitados muy interesantes: víctimas, sacerdotes, sicólogos, teólogos, siquiatras expertos en abusos, abogados y comunicadores. En el manejo de la información hubo colaboración de algunas congregaciones y diócesis, pero no de todas. De hecho, en algunos casos se pidió información y no se dio, hubo bastante dificultad.

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