Obispo Jorge Concha, administrador apostólico de Osorno: "Es poco el contacto que he tenido con Juan Barros, un par de llamadas telefónicas"
El prelado cuenta que en esta diócesis ya no se habla mucho de Juan Barros, pero que de todos modos su huella sigue presente.
Entre días agitados de actividad pastoral y visitas a comunidades más lejanas, Jorge Concha Cayuqueo, obispo auxiliar de Santiago y actual administrador apostólico de Osorno, reflexiona sobre lo que han sido sus siete meses en el cargo. De hecho, una de sus principales tareas, asegura, continúa siendo disipar la "tensión" de la diócesis, luego de que el 11 de junio de 2018 el Papa Francisco aceptara la renuncia del obispo Juan Barros y lo pusiera a él al frente.
A nivel local, ¿cómo han sido estos meses?
Estamos viviendo un proceso interesante, con mucha humildad, ya que tenemos la carga de los errores cometidos de tantos años. Pero con valor, mucha escucha y participación estamos tratando de hacer un camino de pueblo de Dios.
¿A qué se refiere con errores de muchos años?
Al tema de los abusos. Es una realidad en la Iglesia que muchos abusos, por largos años, han quedado en evidencia y salido a la luz. Aunque sea doloroso, eso nos hace bien, porque los abusos están lejos de lo que el Evangelio quiere, de lo que la Iglesia también debe tener como su camino y su meta.
¿Considera que la figura de Juan Barros sigue presente en la comunidad de Osorno?
No mucho. Es poco lo que se habla y, como todos sabemos, hay personas que estuvieron en contra y también a favor de él. A veces se escuchan voces en ese sentido, pero claramente no es muy notorio. Pero sí, por supuesto que aparece la figura de don Juan.
¿Ha tenido algún tipo de contacto con él en este tiempo?
Inmediatamente después sí hubo alguna llamadas telefónicas para saludarme, y más tarde le tuve que preguntar algo muy puntual. Pero es poquísimo el contacto que he tenido con él, un par de llamadas.
Cuando llegó, usted encontró al clero y el laicado divididos...
Sí, había signos de tensiones entre los laicos y también en un sector del clero. En algunos casos se podría ver como división, pero me referiría más bien como tensiones fuertes de una misma comunidad.
¿Qué ha hecho ante esto?
Es un trabajo de relaciones humanas, de diálogo, de encuentro con personas, con comunidades cristianas, con consagrados y con el clero. Eso es importante para que las cosas que no están bien se digan, y no quedarnos solo en el diagnóstico negativo, sino hacer propuestas de cómo salir adelante. Un nivel importante es el de restablecer o de dar vida nuevamente a las redes a nivel pastoral de la diócesis, que estaban un poco flojas. Y otro aspecto, que es el más importante, pero el menos visible, es lo espiritual.
¿Los sacerdotes que se fueron de la diócesis, ya volvieron?
Regresó uno que había salido y el otro está por cumplir su contrato que tiene en otra diócesis y regresaría a mediados de año.
A un año de la visita del Papa, ¿cuál es su balance?
Creo que a nivel país estamos viviendo las repercusiones de su visita y las consecuencias que han sido muy dolorosas para la Iglesia. Al mismo tiempo, han sido meses de una tremenda enseñanza para todos y que pueden ser de mucho beneficio para el futuro de nuestra Iglesia Católica.
¿Qué pasos vienen ahora?
Vamos a ser testigos de las consecuencias de lo que ha pasado en la Iglesia. Queda mucho camino por recorrer, pero tiene que darse con un horizonte de incorporar formas nuevas de ser Iglesia. Eso va a permitir mejorar las confianzas.
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