Ricardo Toro, director nacional de la Onemi: “La amenaza de hoy no es solo geológica; también meteorológica, producto del cambio climático”
A una década del 27/F, el exmilitar analiza el estado del organismo, su infraestructura y los nuevos escenarios. Y es taxativo en decir que el país está mejor preparado para un 8,8 grados Richter.
Como buen militar, Ricardo Toro es directo y no se anda con muchos rodeos. "Chile es uno de los países miembros de la OCDE con mayor exposición a riesgos de desastres naturales. El 54% de nuestra población y el 12% del área total conviven con tres o más tipos de amenazas, ya sea sismos, tsunamis, volcanes, inundaciones, deslizamientos de terreno u otras. Eso es así y hay que tenerlo presente", advierte el general de división de Ejército (R) y director de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) desde diciembre de 2012.
Aquel téngase presente, sin embargo, lo plantea no con reticencia, sino como un piso mínimo de trabajo. Uno que, a su juicio, "no existía hace una década", cuando ocurrió el terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010. Triste efeméride que ya se acerca y sobre la que Toro estructura su análisis.
"Fue un punto de inflexión en nuestra historia de sismos, a partir del cual cambiamos y mejoramos muchas cosas. Una, por ejemplo, muy sustancial, es el edificio de la Onemi. Estábamos en una fábrica de muebles de 1905, que era factible que se cayera en un terremoto, de la que hubo que pasar a un edificio alternativo. Para la actual Onemi se construyó un centro moderno y antisísmico", dice.
¿Y respecto de la dotación?
En regiones había unas oficinas pequeñas, con uno o dos funcionarios. Ahora tenemos 16 direcciones regionales, con 15 funcionarios y cada una con un Centro de Alerta Temprana (CAT), que funcionan 24/7 y conectados a un CAT nacional. En 2010 a nivel nacional trabajaban 163 personas y en horarios solo de oficina. Actualmente, son 415 y con un régimen de turnos previendo emergencias. A esto se suman sistemas de comunicaciones como la Red Satelital de Emergencia y la Red Nacional de Telecomunicaciones HF, además de vehículos de emergencia de última generación, uno por región, equipados con sistemas satelitales, generadores eléctricos y GPS.
Otro tema fue el cambio del monitoreo sismológico...
El actual Centro Sismológico Nacional en 2010 era un servicio de la Universidad de Chile. Se transformó y hoy tiene más de 50 funcionarios con dedicación exclusiva para el monitoreo permanente. Se fortaleció la Red Sismológica, que tenía pocas estaciones, a más de 400, que incluyen ciudades como Puerto Montt, Punta Arenas y Chiloé. Además, gracias a la coordinación entre Onemi, el Centro Sismológico Nacional y el Shoa (de la Armada), y la incorporación de nueva tecnología, se han reducido los tiempos de detección de tsunamis de 20 a 6 minutos, lo que es muy valioso ante una evacuación. Se calcula que una eventual primera ola tarda 10 a 15 minutos. Ese lapso ganado es vital para alertar y mover a la población.
Sin embargo, no ha vuelto a ocurrir otro sismo 8,8 grados Richter. ¿Cree que las pérdidas humanas serían hoy de la misma magnitud?
No, definitivamente no. La afectación material puede variar de acuerdo con las características del mismo evento, pero después del 27/F, de los 31 sismos de la cuenca del Pacífico sobre 7,5 grados Richter, cuatro han ocurrido en Chile. Y dos de ellos fueron los de mayor magnitud: Iquique 2014 e Illapel 2015, con tsunami. Y no hubo fallecidos por este último fenómeno. Se comprobó que la mayor parte de las cosas que fallaron en 2010 se han solucionado. Entre otros cambios ahora tenemos el Visor de Gestión de Riesgo de Desastres, destinado a los miembros del Sistema de Protección Civil, y el sistema Visor Ciudadano Chile Preparado, que es una herramienta web georreferenciada para la gente. También contamos con un Sistema de Alerta de Emergencia a través de telefonía celular (SAE) y sirenas en el borde costero. En 2010 se demoraron mucho en determinar si el terremoto venía con tsunami. Actualmente, eso lo sabríamos en cinco minutos. Definitivamente, estamos mejor preparados. También en organización.
¿En qué sentido?
Ante una situación de catástrofe, hoy la máxima autoridad para los comités de operación de emergencia es el ministro del Interior. Ya no existe esa sala donde el 2010 todos se amontonaron. Hay un despacho especial para las autoridades con tarjeta de acceso. La toma de decisiones debe ser técnica y operativa. Los asesores tienen otra sala. Y en todas las instancias hay tecnología y apoyo comunicacional.
¿Siguen siendo los sismos la principal amenaza?
No, el escenario es más complejo. El sismo no avisa, no hay cómo detectarlo, salvo como lo hacen en Japón y México, donde miden el hipocentro y ganan algunos minutos. Para nosotros lo principal es determinar si el sismo genera o no tsunami y dónde. Eso hace aquí la diferencia. Siempre han estado también los volcanes. Chile tiene cerca de dos mil y más de 90 activos. Pero hay otros riesgos que antes no se consideraban tan patentes. Desde 2015 el escenario cambió. Hoy las amenazas no son solo geológicas, también meteorológicas, producto del cambio climático. Los aluviones, las olas de calor que pueden generar grandes incendios, las inundaciones y otros eventos son algo concreto, que vemos con frecuencia y que también se debe monitorear y prevenir.
Frente a eso, aún faltan cambios en la política de prevención...
Debemos entender que la reducción de riesgo de desastres debe ser prioridad, y ello en gran parte se logra con políticas públicas que mejoren, institucionalicen y hagan vinculante nuestro actual sistema, que ha dado pruebas de su efectividad. Próximamente se firmaría la nueva política de prevención de riesgo de desastres. Y el plan estratégico es una ley que está en el Congreso y que saldría dentro del año. La hoja de ruta es lo que dice la ley y se ha ido concretando. El objetivo es que todo sea una política pública permanente.
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