Caos.

Esa es la palabra que más se repite entre las personas que fueron testigos -directa o indirectamente- de la trágica jornada vivida este miércoles en el Internado Nacional Barros Arana (INBA).

Caos porque, según los primeros indicios de la investigación, la manipulación de una bomba molotov derivó en una explosión que poco antes de las 11 de la mañana terminó con 34 estudiantes quemados de diversa consideración, uno de los cuales hasta el cierre de esta edición se debatía entre la vida y la muerte, otros 16 se encontraban graves y siete de ellos con riesgo vital según los recintos a los que llegaron.

Caos porque en los minutos posteriores la confusión se apoderó de todos los que estaban presentes a la hora del suceso y que miraban perplejos cómo algunos de los heridos iban saliendo del baño donde se habían encerrado y se produjo el incidente, algunos con llamas aún prendidas en su ropa mientras intentaban ser apagadas por compañeros y profesores.

Caos porque fue tan elevado el número de heridos, muchos de ellos menores de edad, que las 22 ambulancias que llegaron hasta el INBA no tuvieron más remedio que llevarlos a 11 recintos asistenciales distintos de la capital, entre los que se cuentan la Mutual de Seguridad, la ex Posta Central, el Félix Bulnes, el San José y el San Borja.

También el Hospital San Juan de Dios, donde se vivió un caos en sí mismo para los familiares y cercanos de los heridos. En ese contexto, en el establecimiento ubicado en Huérfanos 3255 se observó quizás sí el panorama más complejo, pues fue el lugar que más personas -10- recibió, razón por la cual la ministra de Salud, Ximena Aguiler, y su par de Educación, Nicolás Catalado, decidieron acudir al lugar donde minutos antes Claudio Vicencio, jefe del servicio de Urgencia, había detallado la condición de esa decena de afectados.

“Hubo diez consultas totales, de ellas cinco graves y uno está con riesgo vital por quemaduras extensas”, dijo, agregando que los cinco pacientes graves llegaron con quemaduras de vía respiratoria. “Eso lo hace extremadamente grave, están en ventilación mecánica, y los cinco se trasladaron a Unidad de Paciente Crítico”.

El menor con riesgo vital, en tanto, presentó quemaduras en la cara y en la vía aérea superior según el profesional, quien agregó que necesitará de muchas evaluaciones. “El gran riesgo es que se cierren (las vías), pero están todos con manejo activo y previene el riesgo inmediato”, explicó. Del resto de los alumnos que llegaron dos lo hicieron con lesiones menores y tres con indicación de alta. Las lesiones son mayoritariamente quemaduras en extremidades que no representan un riesgo vital.

Según el médico, las 48 horas iniciales serán cruciales para el devenir de quienes permanecerán hospitalizados viendo la evolución de sus patologías.

En línea con esto, la ministra Aguilera señaló que se recurriría “a todos los recursos que sean necesarios para dar respuesta a las necesidades, son pacientes que tienen quemaduras en distinto grado, que todos ellos están siendo atendidos adecuadamente, que efectivamente como sistema vamos a dar cuenta de todas la necesidades asistenciales que tengan ellos. Si es necesario derivar a los establecimientos que tengan mayor complejidad o por algún tipo de lesión que requiera un tratamiento específico, también se van a derivar”.

Tragedia en el INBA

Las primeras horas

A las afueras del San Juan de Dios se reunieron familiares y compañeros de los hospitalizados, quienes entre lágrimas recibían actualizaciones de sus seres queridos. Pero también se pudo observar a algunos fuera de sus casillas, amenazando a quienes pasaban por ahí. Incluso la madre del estudiante más grave, y que en algún punto se creyó que había fallecido, se descompensó a la salida de la Urgencia y tuvo que ser atendida por los funcionarios del mismo centro.

La confusión también se apoderó de otros presentes. Y es que la información fue llegando por goteo. Incluso, uno de los padres cuyo hijo se debatía entre la vida y la muerte sollozaba, mientras balbuceaba que no sabía a qué tipo de intervención iba a ser sometido el menor. A esa hora ya se buscaba la forma de trasladar hasta la Mutual de Seguridad al estudiante más grave de todos, porque había más herramientas que en el San Juan de Dios para intentar salvarle la vida.

Fue justamente la Mutual la que también recibió un número considerable de quemados, con cinco. Según informó el establecimiento, todos presentaban quemaduras de distinta gravedad, siendo tres de ellos menores de edad y dos de 18 años.

Cuatro de esos menores, según se informó, llegaron “en estado de extrema gravedad, con riesgo vital, aunque se encuentran estables dentro de su delicada situación”. El quinto paciente, en tanto, también se encontraba grave, pero con un cuadro menos severo. A media tarde tres de ellos ya habían sido intervenidos quirúrgicamente y se esperaba ingresarlos a todos a unidades de cuidados críticos para un seguimiento más riguroso.

Todos los pacientes están bajo sedación y con sus vías aéreas protegidas, lo que asegura su estabilidad inicial, aunque las primeras 48 horas serán cruciales para su evolución”, dijo el director médico, Rafael Borgoño. La ex Posta Central recibió a otros cinco estudiantes, dos en riesgo vital.

A esa altura y a pocos kilómetros de distancia los apoderados manifestaban su decepción con el INBA y también con el municipio santiaguino, sostenedor del establecimiento educacional, pues relataban que existen medidas seguridad vigentes para enfrentar este tipo de emergencias, pero que las autoridades del colegio no actuaron con la premura necesaria.

Ser tajantes en condenar y no dejar espacio a ningún intento de criminalización a estudiantes, que por lo demás, se presume que son menores de edad, sujetos de derechos de acuerdo a nuestra legislación vigente. Las manifestaciones extremas son múltiples y siempre habrá quien esté dispuesto a arriesgar su vida y su libertad por hacer ruido suficiente para ser escuchado. Ojalá todos tuviéramos a nuestros hijos cómodos, amados y resguardados, pero hay jóvenes que traen rabia, pena y una enorme incertidumbre al futuro. Manifestarse es un derecho, vivir sin nada que reclamar es un privilegio”, dijeron en un comunicado los apoderados del INBA.

La rectora del establecimiento educacional, María Alejandra Benavides, dijo en tanto que “la responsabilidad nuestra es aquella que nuestro reglamento interno nos obliga a establecer los procedimientos y aplicarlos. Hoy día estamos en una situación de gravedad, tenemos que ver cómo evoluciona la salud de nuestros estudiantes y posterior a eso aplicaremos la normativa que corresponda”.

Mientras, el recinto que comanda evidenciaba el tenor de la crisis con techos con vestigios de fuego y ropa quemada en el suelo, con Carabineros y seguridad municipal de Santiago resguardando el sector hasta donde llegaban personas preguntando qué había ocurrido, mientras al interior se seguían desarrollando diligencias.

Esas diligencias eran observadas de lejos por profesoras con los ojos visiblemente llorosos y sin querer entregar declaraciones, las que sí dio el delegado presidencial Gonzalo Durán, la primera autoridad en hacerle frente a la crisis. Él, de hecho, anunció que se presentaría una querella (lo hizo el gobierno a través del Ministerio del Interior a las 19 horas de ayer) contra quienes resulten responsables del incidente que obligó a Patricia, una apoderada del INBA, a salir obligadamente de su trabajo para buscar a su hijo, estudiante de primero medio.

La apoderada, según relató a La Tercera, se enteró del suceso a través de una conversación telefónica. “Me llama y me dice que habían niños quemados y que todo estaba en la tele. Mi hijo me tranquilizó diciendo que estaba bien, pero fue muy fuerte escuchar su relato”, dijo, recordando que el menor le había detallado que estaba jugando fútbol con sus compañeros cuando comenzaron las primeras señales de que algo vendría de parte de un grupo de estudiantes de cursos superiores.

Tragedia en el INBA

Las indagatorias

Según información entregada por el coronel Fernando Albornoz, de la Prefectura Santiago Central, los hechos habrían ocurrido en el contexto de que “durante el transcurso de la mañana una cantidad no determinada de alumnos se encontraba en el interior del establecimiento educacional y se efectuaban ya los preparativos para poder salir del recinto y efectuar desórdenes y lanzamiento de elementos contundentes y artefactos explosivos en la vía pública”.

Al respecto, la investigación aún no define por qué se originó la convocatoria. Se dice, por un lado, que en redes sociales circulaban hace algunos días llamados de distintas organizaciones de estudiantes de liceos emblemáticos para manifestarse este miércoles “en conmemoración a cinco años del estallido”. Y que, por otro, en el contexto de la despedida de los cuartos medios hubo alumnos que se aprovecharon de la instancia para planificar desórdenes. Y que por eso no se sabe quiénes están realmente involucrados.

Como sea, fue en este contexto, añadió Albornoz, y mientras los alumnos estaban en un baño que “por circunstancias que se desconocen” se produjo una explosión provocando las quemaduras ya detalladas.

Fuentes policiales mantienen la hipótesis de que dicha explosión se habría originado porque los estudiantes que son parte de estas orgánicas están experimentando con una nueva fórmula, una suerte de ‘Molotov 2.0′ que se inflama sólo cuando se mezclan los ingredientes. Que ya no necesitan un paño como mecha que vaya encendida. Que ahora las botellas pueden ir apagadas y explotan al contacto con el aire. Esa mezcla, dicen las mismas fuentes, es inestable y altamente inflamable, y que además provoca serias quemaduras, ya que le adicionaron un producto que se adhiere a la ropa y la piel, en algunos casos incluso sin llamas visibles. De hecho, los entendidos aseguran que en la noche ese tipo de bomba no se ve llegar hasta que revienta.

Y mientras eso se mantiene en la esfera de la hipótesis, la Fiscalía Centro Norte entregó los primeros detalles de las indagatorias que comenzó a realizar poco después del suceso. Para eso será clave el trabajo de Bomberos y Labocar.

Una de las primeras en ser requeridas fue la rectora del INBA para así obtener “información respecto de la orgánica de autoridades, profesores, inspectores, cuidadores de patio, como también de quienes estaban cercanos al sitio”, según detalló la persecutora a cargo, María Cañas, quien agregó que hay vestigios de artefactos explosivos en otras áreas del recinto educacional, específicamente en la techumbre.

“Hace cuatro años estamos con este tipo de sucesos, antes incluso de la pandemia, después de ello, me ha tocado tomarles declaraciones a muchos profesores que señalan que a veces están amedrentados de dar información respecto de lo que saben que pasa adentro de los colegios porque temen por sus bienes o por lesiones respecto del cuerpo docente. Por lo tanto, esas son todas interrogantes muy válidas”, sostuvo, apuntando siempre como contexto las manifestaciones que se habían convocado para la jornada.

La Municipalidad de Santiago, por su parte, también anunció la presentación de una querella en voz del director de Educación, Rodrigo Roco. “Es absolutamente indispensable establecer con claridad los hechos ocurridos y poder llegar a los responsables”, dijo, apuntando también a la posibilidad de que personas externas al establecimiento estuvieran involucradas. “Aquí ciertamente hay jóvenes, en su mayoría menores de edad, pero también sospechamos que hay adultos externos a nuestros liceos que están motivando que ocurran estas cosas, que están comprometiendo la vida de los jóvenes”, cerró.

En esta línea, y consultado sobre esta posibilidad, el ministro Cataldo dijo que “sería muy lamentable evidentemente que hubiese interacción de un tercero ajeno al establecimiento educacional”. Y agregó que “estamos frente a un hecho insólito que no tiene precedentes previos en ningún establecimiento educacional. Algo de estas características y en esta dimensión no ha existido antes y por lo tanto yo creo que nadie estaba preparado ni se anticipaba algo de estas características”, expresó el titular del Mineduc.

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