35 mil personas vibraron en el Festival Frontera

"¡Eso es el rock and roll, estar cerca de la gente!", grita Cristian Aldana, el vocalista y guitarrista de la banda argentina El otro yo, que con 43 años todavía canta sobre rebeldía con el sonsonete de un quinceañero con rabieta. Es la media tarde del sábado en el Club Hípico y el sol se posa implacable sobre las cabezas de unos 35 mil asistentes a la segunda versión del festival Frontera, evento especializado en artistas de rock, hip hop y reggae latino, con Calle 13, Divididos y Manuel García entre los líderes de un cartel que reunió a una veintena de artistas. Aunque las puertas debieron abrirse a las 13:00 horas, detalles organizativos de último momento retrasaron el ingreso del público por 40 minutos, lo cual redundó en que la programación sufrió un desfase de media hora. Sin embargo, la ausencia de la artista mexicana Carla Morrison, que no pudo viajar a Chile porque un rayo cayó cerca del avión que debía abordar, fue ordenando lentamente el cronograma.

Entre los artistas destacó el show de Manuel García, focalizado en su último álbum de este año, Retrato iluminado, con una aceitada banda donde destacan el ex Los Tres, Ángel Parra (vitoreado al momento de su ingreso), el experimentado Diego Álvarez en bajo, y el virtuoso Danilo Donoso tras la batería. García invitó al escenario a los hermanos Álvaro y Gonzalo López de Los Bunkers. Interpretaron la roquera El Necio, y luego el cantante, sólo con guitarra acústica, versionó Miño, uno de los clásicos del conjunto penquista. El músico de Arica hizo algunos alcances a la contingencia -"sin profes no hay reforma"-, y cerró su espectáculo con Raíces, una de las canciones de su nueva placa.

Paralelamente Lírico & Sho-Hai, de la legendaria agrupación hip hop española Los Violadores del verso, hacían bailar a los asistentes de la carpa Patagónica. Más tarde la banda brasileña de reggae Natiruts logró una alta convocatoria en el escenario Atacama, lo mismo los argentinos de Ataque 77, quienes arremetieron con Alza tu voz, para abrir su concierto.

Nunca fue dramático, pero la cercanía de los proscenios Pacífico y Atacama con un portal que cruzaba la pista de carreras en dirección a los restantes puntos de música en vivo, provocó atochamientos. De todas formas, las estaciones médicas sólo reportaron una veintena de asistencias, la gran mayoría por cefaleas producto del sol. Así, para combatir el calor, un camión aljibe recorrió el gigantesco recinto lanzando chorros de agua.

Las bebidas no oficiales de Frontera fueron las latas de cervezas y las petacas de ron, cortesía de vendedores ambulantes. Digno de destacar que, al menos hasta el atardecer, prácticamente no había basura en el Club Hípico tanto por la acción de recolectores, como por la preocupación del propio público por dejar los desechos en recipientes y bolsas.

Al cierre de esta edición, se esperaba que Calle 13 y Divididos se presentaran en los escenarios.