A un año del terremoto, japoneses temen un nuevo suceso de las mismas caracteristicas

En un país que registra el 20% de los terremotos más violentos del mundo, la experiencia del pasado sismo puso en evidencia grandes problemas en los planes de evacuación del gobierno local.




Un año después del gran sismo que devastó el noreste de Japón, los investigadores nipones adviertieron sobre el posible riesgo de que otro fénomeno de las mismas características afecte a la ciudad de Tokio, con probabilidades que llegarían al 50% en los próximos cuatro años. Desde el terremoto y  tsunami del 11 de marzo de 2011, que dejaron unos 19.000 muertos, la actividad telúrica se ha intensificado en el archipiélago, situado en la confluencia de cuatro placas tectónicas.

Cada día se registra en la zona una media de 1,4 sismos, de magnitud superior a tres en la gigantesca urbe de Tokio, una cifra que es cinco veces mayor que antes. La probabilidad que ocurra un terremoto de magnitud superior a 7 en Tokio varía según los distintos organismos (70% en 30 años, 10% en diez años o hasta el 50% en 4  años). Es imposible hacer una predicción exacta, pero para las autoridades el peligro es real. La capital nipona ya fue destruida en 1923 por un poderoso sismo de 7,9 que dejó 142.800 muertos.

Algunos expertos subrayan que estas predicciones se basan en la misma  metodología errónea que sirvió al gobierno para decir que el riesgo de un terremoto en el noreste del país era my bajo. "Existe un riesgo de terremoto de magnitud 7 en todo Japón, incluida la región de Tokio, pero no es ni más ni menos que en cualquier otra parte" del país, dijo el profesor Robert Geller, de la Universidad de Tokio, citado por la agencia Efe.

En un país que registra el 20% de los terremotos más violentos del mundo,  la experiencia trágica del 11 de marzo puso en evidencia grandes problemas en los planes de evacuación. En el área metropolitana de Tokio donde viven cerca de 35 millones de personas, el violento terremoto provocó la interrupción de todos los transportes y cientos de trabajadores tuvieron enormes dificultades para volver a sus casas. "Hay que prepararse para el terremoto que se va a producir", dice Asahiko Taira, investigador de la Agencia Japonesa de Ciencias y Tecnología Terrestres  y Marinas (Jamstec).

Según una simulación de la Agencia de Prevención de Desastres, si un terremoto de magnitud 7,3 se produjera en la parte norte de la bahía de Tokio un día de semana a las seis de la tarde, con un viento de 3 metros por segundo, 6.400 personas perecerían y 160.000 resultarían heridas. Además unas 471.000 viviendas y edificios resultarían totalmente destruidos, la  mayoría por incendios provocados por el viento, otros por las réplicas o por la  desintegración del suelo constituido por terraplenes artificiales. Se producirían 96 millones de toneladas de escombros generados sólo en Tokio, cuatro veces más que las tres zonas del noreste del país que fueron asoladas por el maremoto  del 11 de marzo.

En totalidad, millones de personas no podrían llegar a sus hogares o encontrar alojamiento. Más de un millón de hogares carecerían de agua, gas, electricidad  o telecomunicaciones durante varios días.

Paralelamente, el gobierno estudia la creación de estructuras administrativas habilitadas para prestar ayuda en Osaka, a 550 km al oeste de Tokio, en caso en que la capital estuviera en  peligro. "Es sumamente difícil prever la fecha de un terremoto. Sin embargo, no es  difícil imaginarse lo que puede ocurrir, por lo que hay que establecer  estrategias para minimizar las consecuencias", dice Taira.

En julio se terminó una "red submarina de observación de temblores de  tierra y tsunamis", destinada a detectar rápidamente movimientos telúricos al  este y sureste, donde se esperan violentos terremotos, según el director del  proyecto Yoshiyuki Kaneda.

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