Alza del crimen en Brasil abre debate sobre seguridad en el Mundial

A mediados de este año, cuando millones de brasileños salieron a la calle a protestar contra el sistema, aquella ola de descontento generó gran impacto, tanto dentro como fuera del país. No sólo porque fueron las movilizaciones más multitudinarias desde la lucha por la democracia, sino porque también se dieron durante la celebración de la Copa Confederaciones. En aquella cita se protestó contra el gasto público y la propia Dilma Rousseff fue abucheada en la inauguración del evento. La final entre Brasil y España, en el Maracaná, terminó 3-0 a favor del anfitrión, pero con gases lacrimógenos, caos y 10.600 policías y 7.400 militares desplegados en Río de Janeiro.

Desde entonces, las alarmas están encendidas en Brasil, cuando faltan apenas seis meses para el Mundial de fútbol. La seguridad -a todo nivel- es el principal problema. Sin ir más lejos, el domingo el partido en Curitiba (una de las sedes mundialistas) entre Atlético Paranaense y Vasco da Gama por la última fecha del campeonato brasileño fue interrumpido durante 73 minutos por violentos incidentes entre las barras de ambos equipos. Después de esa pelea a palos y patadas, el gobierno prometió medidas inmediatas contra la violencia en los estadios, pero el problema tiene una dimensión mayor.

La FIFA ha dicho que en Brasil "la seguridad de los aficionados y jugadores" está garantizada. Sin embargo, el gobierno teme protestas, desmanes y desórdenes. Pese a los avances económicos y al hecho de que en la última década 50 millones de brasileños ingresaron a la clase media, la desigualdad y la inseguridad en algunas zonas persisten. El 20% vive por debajo de la pobreza y el 4% en la miseria extrema. Según el Mapa de Violencia 2013 del Centro Brasileño de Estudios Latinoamericanos, Brasil tiene una tasa de 25 homicidios por cada 100 mil habitantes, la octava peor nación entre 100 países con estadísticas confiables.

Según cifras de la Seguridad Pública, en 2010 fueron asesinadas 36.792 personas y en 2012 pasó a 50.108, siendo los estados de Alagoas, Ceará y Bahía los más violentos. Los expertos sostienen que el problema no se soluciona con más policías, sino con una reforma policial. La selección chilena debutará en Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso y con una tasa de 43 homicidios por cada 100 mil habitantes, la más alta de la región centro-oeste del país.

Chile también jugará en Río de Janeiro, donde la policía informó recientemente que habían aumentado los crímenes en las zonas desde donde fueron movilizados los uniformados para acallar las protestas. Entre agosto de 2012 y agosto de 2013, se han registrado 406 homicidios en esa ciudad, un aumento del 38% respecto del período anterior. En los últimos cinco años las autoridades han intervenido las favelas y desde entonces la Unidad de Policía Pacificadora vigila barriadas que antes eran dominadas por pandillas y narcos. Según un estudio del instituto Data Favela, los habitantes de clase media en las favelas subieron de 33% a 65% en los últimos 10 años.

A su vez, en Sao Paulo, donde Chile enfrentará a Holanda, la tasa de homicidios es de 11,5 por cada 100 mil. En el tercer trimestre del año, la ciudad de Sao Paulo registró 30 robos que terminaron en asesinato, la tasa más alta desde 2004. En este período los homicidios llegaron a 1.066 en el estado y 261 en la ciudad, un 21% menos que el tercer trimestre de 2012. También, en la última parte de este año se han registrado 12.557 robos de autos.

"Habrá protestas para el Mundial. Lo que no sabemos es su magnitud. La economía crecerá un 2% en 2014, aunque la criminalidad podría bajar durante la Copa, ya que habrá una mayor actuación de las fuerzas de seguridad", dijo a La Tercera el analista de la U. de Sao Paulo, Roberto Ribeiro, quien agregó: "un fracaso en la organización puede dañar al gobierno y por lo tanto la reelección de Dilma".