Andrés Velasco: "Si hay personas de Fuerza Pública que son invitadas al gobierno, tienen libertad total"

El ex candidato presidencial da luz verde para que los miembros de su movimiento, eventualmente, se sumen a la administración de la Nueva Mayoría.




Mediados de marzo. Una vez que se instale el gobierno de Michelle Bachelet, Fuerza Pública, el movimiento liderado por el ex candidato presidencial Andrés Velasco, tendrá su propio estreno en sociedad. Por mientras, el ex ministro delinea la hoja de ruta que espera siga su referente y plantea las definiciones con las que se relacionarán con la Nueva Mayoría y su administración.

Hay quienes dicen que Fuerza Pública podría ejercer como elemento moderador para el nuevo gobierno...

No somos de los que creemos que los movimientos son dueños de la voluntad de las personas, pero hay temas en los cuales, como Fuerza Pública, compartimos objetivos con la centroizquierda de Chile. Nos sentimos parte de esa cultura; por algo participamos en esa primaria. Creo que son pocos los que hoy día no piensan que a la educación chilena le hacen falta cambios de fondo; otra cosa es, obviamente, discutir los detalles. Lo importante es que esas reformas sean de calidad. Yo soy de los que piensan, y creo que en Fuerza Pública se entiende muy bien, que el Estado chileno va a necesitar más plata, pero igual de importante que aumentar los montos de recaudación es hacerlo bien.

¿Se refiere a la eliminación del FUT?

El Estado de Chile va a necesitar más plata, y el que diga otra cosa o no ha hecho las cuentas o no quiere hacer las cuentas, partiendo por que las mismas cifras oficiales proyectan un déficit que va a haber que cerrar y, además, porque las distintas reformas involucran gastos permanentes que deben ser financiados con ingresos permanentes. Ahora, esa recaudación no puede ser a cualquier costo, y eso implica que en la reforma tributaria, como en toda reforma, especialmente en ésta, el demonio está en los detalles y hay que hacerlo bien. Respecto del FUT, creemos que hay alternativas más convenientes que eliminar el FUT. Planteamos una alternativa en su momento, que consiste en cobrar interés por el FUT, que tiene varias ventajas, entre otras, que el Estado empieza a recibir ingresos el primer año y no al año cuatro o al año cinco.

Si los demonios están en los detalles, el interés de Fuerza Pública debería estar en despejar esos demonios. ¿Qué pasa si la opinión de Fuerza Pública no es considerada? Se lo pregunto porque la eliminación del FUT ha sido ampliamente respaldada en la Nueva Mayoría.

Nuestra postura siempre ha sido la misma. Uno puede tener una buena disposición, pero eso no implica abdicar de nuestro derecho de ejercer una crítica constructiva.

¿Está consciente de que lo que plantea es visto por parte importante de la Nueva mayoría como una postura conservadora, moderadora?

No se trata de moderar o no moderar, se trata de hacer las cosas mejor o peor. Uno puede tener acuerdos en las metas, en los objetivos, pero tener desacuerdos en los instrumentos es perfectamente admisible, y en el caso tributario, por ejemplo, hay acuerdo en la meta: el Estado va a necesitar recaudar más, y nosotros creemos que hay instrumentos mejores. Ahora, a mí no me cabe ninguna duda de que en el caso de esta reforma tan importante, y de tanta complejidad técnica y política como la tributaria o como la educacional, va a haber cambios en el proceso. No conozco ningún proyecto de ley que entre al Parlamento y salga igual, mucho menos proyectos de ley de esta envergadura.

Además del FUT, hay otras materias emblemáticas, por ejemplo, la gratuidad universal en la educación.

Aquí también hay un acuerdo en el objetivo: Chile necesita una educación más equitativa, menos discriminatoria y de mejor calidad. Y obviamente, bajo esa rúbrica tan general, hay mucha materia y distintos análisis. A mí me parece que con todo lo importante que es la educación universitaria, el principal énfasis debe estar en las mayores carencias, como la educación preescolar, escolar y en la técnico-profesional. En cuanto a la gratuidad, siempre fuimos muy claros respecto de nuestra postura: nos parece que el Estado se debe poner con todo para ayudar a las familias que no pueden pagar, pero no nos parece adecuado que el Estado subsidie a familias que están en el 20 por ciento más adinerado del país.

¿Y en el caso de la Constitución? ¿Una nueva, o sólo una reforma?

A mí no me gusta, como a mucha gente, que la actual Constitución tenga sus orígenes en la dictadura, pero, aparte de ser franco, también hay que ser realista y hacer una lectura del estado de las cosas. Y el dato es que en los últimos 25 años, la clase política ha sido incapaz incluso de acordar reformas políticas bastante acotadas. Entonces, creo que hay que ser idealista, pero también realista, y eso implica progresar en aquellos cambios que son, a juicio de mucha gente, excepto de la UDI, que por supuesto no quiere conversar de nada, los más importantes y los más indispensables.

Entonces, en los tres ejes del nuevo gobierno tiene diferencias profundas.

Vengo de una familia de centroizquierda, de una cultura de centroizquierda, y no tengo dudas acerca de la necesidad de que en Chile sigan ocurriendo cambios importantes; ese es el sello central. Entre estos cambios, no tengo dudas de que debe estar el cambio político; esa fue quizá la principal bandera de lucha de nuestra candidatura en las primarias, y también en ese momento enfatizamos que había importantes necesidades y reformas pendientes en educación.

Pero, por lo que dice, no queda claro cómo va a actuar Fuerza Pública, si como oposición u oficialismo...

Soy de los que esperan que al gobierno de Chile le vaya bien. Hay muchos desafíos pendientes y me parece que esta es una buena oportunidad para encararlos. Fuerza Pública no se atiene a los cánones tradicionales de oposición u oficialismo, entre otras cosas, porque no es un partido político; es un movimiento, que además está en formación. Pero nos parece importante que a Chile le vaya bien, y que al gobierno le vaya bien, y eso significa que si hay personas de Fuerza Pública que son invitadas a ser parte del gobierno, tienen libertad total para sumarse.

¿Y usted? ¿Por qué ha cerrado la puerta a participar?

No hay que responder invitaciones que no han sido formuladas, pero yo, hace ya mucho, tres o cuatro días antes de la primaria, me anticipé a esa situación y dije que hay más de una manera de trabajar en lo público. Una manera muy lícita, por supuesto, es el Estado; otra manera muy lícita también es trabajar desde la sociedad civil, y mi compromiso, lo dije entonces y lo mantengo hoy, es colaborar a mejorar la democracia desde la sociedad civil, trabajando con Fuerza Pública.

Hay quienes han alertado de que las altas expectativas pueden jugarle una mala pasada al gobierno y que, por lo tanto, sería bueno comenzar a moderar el discurso, a decir que se va a priorizar, que no todo se va a poder concretar.

No conozco gobierno recién electo que no tenga que priorizar, y al priorizar siempre se corre el riesgo de que una persona o un grupo que habría tenido prioridades distintas declare que esas expectativas no se están cumpliendo plenamente. Ahora, es parte de la pega o de la responsabilidad de gobernar, precisamente, guiar las expectativas de las personas. No me cabe ninguna duda de que hay sectores de la sociedad chilena en que esas expectativas puedan ser muy altas, pero espero también que haya gente que entienda que en democracia los procesos son paulatinos y graduales, y parte del desafío de cualquier gobierno es precisamente transmitir, hacer un poco de pedagogía política y hacer entender que estos procesos son paulatinos.

¿Visualiza que algunas de las reformas que se están proponiendo puedan atentar contra el empleo, el crecimiento, la inversión?

Hay que evitar posturas polares que suelen confundir los debates. Hay gente que viene del mundo más conservador que te dice: "Mire, si usted le cambia una coma al Código Tributario, la inversión se chanta y se viene abajo", y eso obviamente no tiene sustento. Y también hay algunas personas de ciertos grupos, llamémoslos de la izquierda más ortodoxa, más tradicional, que piensan que todo aumento de recaudación no causa problemas. Otra cosa muy distinta, y no digo nada demasiado novedoso, porque creo que es bastante extendido, es que por razones fundamentalmente de carácter internacional, la economía de la región y la economía de Chile hoy, y probablemente esto continúe el año entrante, están moviéndose a un tranco más lento; el precio del cobre hoy no es el que fue hace dos años atrás. Ese escenario de hace dos o tres años atrás es distinto al escenario de hoy, y creo que cualquier administración, y ciertamente la entrante, esto lo debe tener y lo tendrá en cuenta.

La primaria demostró que una porción importante de la gente que votó por usted es un electorado que se le puede identificar con la centroderecha o que votaba tradicionalmente por ese sector.

¿Me podrías sugerir un estudio que lo demuestre?

Le fue bien en el distrito 23 (Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea).

Esa es una lectura interesada que hizo Allamand y que tiene cero asidero en la realidad.

Pero prácticamente duplicó a Bachelet en ese distrito (49,5% contra 26,5%).

En el distrito 23, si miras el número de votos que sacaron los concejales de RN y la UDI en la elección de octubre del año 2012 y miras el total de votos que obtuvieron Andrés Allamand y Pablo Longueira en su primaria, esos dos números son prácticamente idénticos. Por lo tanto, cuando Andrés Allamand dice que él perdió por el distrito 23, eso no es así. ¿Qué ocurrió? Que votó en la primaria de la Concertación muchísima más gente que la que había votado por candidatos a concejales de la Concertación en la municipal, fueron votantes nuevos, no votantes que le sacaron a la derecha, votantes más jóvenes.

Pareciera que le molesta que gente de centroderecha vote por usted.

A mí me gusta trabajar para ofrecer una alternativa distinta y para colaborar a que esa gente joven que se ha quedado en la casa para otras elecciones, desencantada del sistema político chileno, se levante y vote. Ese fue uno de los propósitos de nuestra candidatura y creo que, en alguna medida, ese propósito se cumplió, y eso me pone muy contento.

Se lo planteo porque en la centroderecha se está configurando un escenario complejo, con una pérdida de un millón y medio de votos, y a usted pareciera que le molesta concitar adhesión en ese mundo. Algo que podría ser una oportunidad lo ve como un problema.

Vamos por partes. Primero, Fuerza Pública es un movimiento que hoy está trabajando para innovar en la política y mejorar la democracia. Ahora, no descartamos para nada en el futuro llevar candidatos; todo lo contrario. Tenemos una vocación libertaria, de cambio, y en democracia los cambios se hacen a la hora de votar. Por lo tanto, eso es absolutamente clave, y eso implica que vamos a trabajar para crear liderazgos, vamos a buscar movilizar a aquellas personas que ya son más de mil que ya están inscritas en nuestro sitio web, vamos a establecer en una primera etapa presencia en al menos seis regiones y vamos a trabajar para tener papel político. Ahora, ese papel político obviamente no se va a restringir a decir: "Mire, yo busco este rinconcito del electorado". Otra cosa muy distinta es que, evidentemente, hoy la derecha está con muchos problemas y que todavía va a pasar bastante agua bajo el puente hasta que esa situación se clarifique.

Desde Evópoli han elogiado sus propuestas. ¿Cómo ve eso?

Las palabras de buena crianza son una cosa; la realidad de la política es otra. Por lo que hemos visto hasta el momento, en Evópoli hay más travestismo político que cambio de fondo, porque una cosa es hacer un planteamiento general, que se está por el cambio, pero otra cosa muy distinta es después aparecer como rostro de una candidatura que se plantó a favor de todo lo contrario, y ciertamente eso crea una distancia sideral con lo que nosotros estamos planteando. El propósito de lo que queremos hacer no sólo es defender, sino que profundizar las libertades públicas; Evópoli y sus líderes y dirigentes fueron rostros de una campaña que hizo suyos algunos de los planteamientos más conservadores. Nosotros estamos no sólo a favor de, tenemos como bandera de lucha central las reformas políticas, y los dirigentes de Evópoli fueron rostros de una campaña que no dijo una palabra sobre la necesidad de romper el nexo fatídico entre dinero y política. Entonces, más allá de las palabras que se puedan decir al viento, nosotros no vemos coincidencia alguna con ellos.

Asumo entonces que tampoco le interesa acercar posiciones con los tres diputados que renunciaron a RN.

Nadie puede sorprenderse de que haya diputados jóvenes que se rebelen ante la conducción hiperconservadora y autoritaria de Carlos Larraín. Esa era una tensión que estaba esperando materializarse en renuncias. Ahora, lo que está menos claro es la próxima estrofa de la canción, porque los diputados han anunciado su intención de construir una derecha liberal, y el problema con la derecha liberal en Chile es que es como el cuento de Pedrito y el lobo: se le anuncia y se le anuncia y nunca llega. Hace 20 años, la derecha liberal era la patrulla juvenil que lideraba Andrés Allamand y hace poco vimos que en la campaña de primarias él, incluso, se ubicó más a la derecha que Pablo Longueira, con posturas extremadamente conservadoras. Y a eso hay que agregar que mucha gente se pregunta si esto, más que un acto de renovación de la política, es la construcción de una cancha de aterrizaje para una potencial candidatura de Piñera en 2017, y esa duda que muchos tienen parece una duda más que plausible.

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