Apoyo al PP y Psoe cae a menor nivel desde 1996 por la crisis y corrupción

El partido oficialista de España tiene un 32,5% de intención de voto y el opositor un 27,2%. El descontento de los españoles es capitalizado por fuerzas minoritarias, como IU y UPyD.




El bipartidismo se hunde en España. En una tendencia prácticamente constante desde noviembre de 2011, no hay tregua para la caída en intención de voto de los dos principales partidos políticos de ese país, a los cuales parecen estar pasando la cuenta los casos de corrupción y la mala situación económica. Así, al menos, lo constató el barómetro del mes de julio elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el cual muestra que si hoy se celebraran elecciones, el oficialista Partido Popular (PP) obtendría el 32,5% de los votos, mientras que el opositor Partido Socialista Obrero Español (Psoe) se quedaría con un 27,2%. Se trata del peor resultado desde 1996, año que empezó a realizarse esta encuesta.

De acuerdo con el sondeo,

el PP de Mariano Rajoy pierde 12,1 punto

s frente al 44,6% con el que ganó las elecciones generales de noviembre de 2011, y se sitúa tan sólo 5,3 puntos por delante del Psoe. En abril, esa brecha era de 5,8 puntos a favor del partido en el gobierno. Por su parte, la estimación para los socialistas está incluso 1,5 puntos porcentuales por debajo del 28,7% que cosechó en los comicios de ese año, cuando sufrió la mayor derrota electoral de su historia. Frente a los datos del barómetro anterior del CIS, correspondiente a abril, el PP pierde 1,5 puntos y el Psoe, uno.

Frente a la constante sangría en los principales partidos, otras fuerzas minoritarias ganan fuerza.

Izquierda Unida (IU), la tercera representación parlamentaria de ámbito nacional, creció 1,6 puntos porcentuales en su estimación de voto, pasando del 9,9% que obtenía en abril al 11,5% en julio. También lo hizo la cuarta colectividad, Unión, Progreso y Democracia (UPyD), que subió 1,4 puntos, hasta el 8,8%, confirmando la tendencia de los últimos meses.

El caso de sobresueldos que implica al ex tesorero del PP Luis Bárcenas -en prisión desde finales de junio- ha erosionado la credibilidad del Ejecutivo por la presunta existencia de una contabilidad secreta en la que también aparece el nombre del jefe de gobierno, Mariano Rajoy, que el jueves compareció públicamente para reconocer que se equivocó al confiar en Bárcenas. La última encuesta del CIS se realizó entre el 1 y el 10 de julio, por lo que no recogió el efecto de la comparecencia de Rajoy en el Parlamento ni los mensajes de texto publicados por el diario El Mundo en los que el gobernante apoyaba a Bárcenas hasta dos meses después de que se publicara la supuesta contabilidad irregular del PP.

Aunque el desempleo, cuya tasa alcanzó en el segundo trimestre el 26,26%, sigue siendo el principal problema para un 80,9% de los encuestados, la percepción de la corrupción sigue creciendo como la segunda preocupación, con un 37,4%, lo que supone un aumento de casi cinco puntos.

Los casos de corrupción que sacuden a los partidos siguen mermando la confianza de los españoles en los políticos, que se perciben como el cuarto problema (27,6%) por detrás de los problemas de índole económica (32%). En ese sentido, tanto Rajoy como el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, son vistos con desconfianza: el 85% asegura tener "poca" o "ninguna confianza" en el presidente del gobierno, una cifra que en el caso del líder opositor es incluso mayor: 89,5%.

El 50% de los españoles cree que la actual situación política de España es "muy mala", y un 45,2% estima que será "igual" dentro de un año. En el plano económico, un 52,9% define el escenario actual como "muy malo" y un 71% piensa que será "igual" o "peor" dentro de un año.

En ese sentido, el columnista del diario El País Miguel Angel Bastenier explicó a La Tercera que "lo que se castiga es la situación económica general y las constantes declaraciones de Rajoy viendo mejorías que nunca se concretan". "Nadie olvida que la crisis comenzó con Zapatero, mientras el líder socialista negaba con obstinación que hubiera crisis, cuando ya muchas familias lo estaban pasando realmente mal. El caso Bárcenas es un remate, pero sólo la culminación de un desastre", concluye.

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