Arriba en la cordillera
El creciente interés que despiertan el estilo de vida outdoor y los deportes al aire libre son algo para celebrar. Sin embargo, varios especialistas, muchos de los cuales participaron esta semana en la búsqueda de los dos estudiantes que murieron en el Cerro Provincia, explican que eso ha traído un aumento de los accidentes y llaman a la población a aprender más sobre la montaña y sus condiciones.
Como ya es bien sabido, el sábado 15 de octubre Vicente Charpentier (22) y a Joaquín Castillo (20), ambos alumnos de Ingeniería de la Universidad de Chile, fueron a ver el desenlace de la carrera The North Face Endurance Challenge, que se efectuaba en el cerro Provincia del parque San Carlos de Apoquindo, en Las Condes. El evento reunió a centenares de competidores en una carrera a campo traviesa por un terreno escarpado y frío, pero como los estudiantes sólo iban de espectadores, subieron vistiendo shorts y poleras.
Cerca de las siete de la tarde uno de ellos activó las alarmas cuando envío a su madre un mensaje vía WhatsApp que decía: "Pide helicóptero, llamen al GOPE, estamos perdidos". El texto no daba detalles de su ubicación y abrió una tensa y larga búsqueda, en la que participaron centenares de rescatistas, voluntarios y efectivos policiales y militares, y que tuvo un triste fin este miércoles con la localización de los cuerpos de ambos estudiantes.
La noticia del hallazgo se produjo sólo horas después de que otros tres jóvenes fueran rescatados tras perderse en el cerro Quebrada de Macul, ubicado en la zona alta de Peñalolén y al cual habían ascendido sin los equipos necesarios y por lugares no habilitados. Un problema que, según quienes se dedican al montañismo, se está volviendo cada vez más común a medida que se ha ido popularizando el estilo de vida outdoor, un mercado que, según la consultora Euromonitor International, crece un 22 por ciento al año en concepto de venta de ropa y otros productos.
"Lo más común es que la gente cuando sale minimiza los riesgos. Parten sin información, no se instruyen sobre el lugar al que van, no preparan el equipo necesario y al final eso es lo que puede hacer la diferencia", afirma Ernesto Ortiz, vicepresidente del Club Andino Universitario, institución cuya página de Facebook tiene más de 2.500 seguidores y donde, precisamente, se anuncian charlas sobre medicina de montaña y otros temas que buscan educar a los interesados en la práctica de este tipo de deportes. "La gente que va al cerro nunca va pensando que puede cambiar el clima o que permanecerá más rato del que tiene que estar o que necesitará más ropa. Lo que es obvio para algunos no lo es para otros y por eso ocurren los accidentes", agrega Ortiz.
En el Cuerpo de Socorro Andino, grupo compuesto por voluntarios (similar a los bomberos) que se encargan de todo tipo de rescate en montaña y que depende de la Onemi, cuentan que el aumento en el número de personas que parten cerro arriba es notorio. Carlos Sepúlveda, director de esta entidad, dice que basta estar de guardia en el Cerro Manquehue -donde en agosto murió una mujer que fue a hacer una excursión con otras dos amigas- para darse cuenta: "Durante un turno de cuatro horas se pueden ver pasar a más de cuatrocientas personas y están las que suben sin ningún conocimiento de montaña o preparación alguna. No saben para dónde van, pero van. No tienen idea, pero siguen y a la vuelta se desorientan".
Por ese motivo, los accidentes en la montaña han ido creciendo sostenidamente. Según el director de la Federación de Andinismo, Eduardo Aguirre, hasta hace no mucho "había períodos de dos o tres años en que no pasaba nada, pero ahora hay accidentes todas las semanas". El director del Cuerpo de Socorro Andino agrega que en 2010 su grupo realizaba un rescate al mes o cada 15 días en temporada alta, pero este año "la tasa de accidentes promedio es de mínimo tres por semana. Uno en días hábiles y al menos dos los fines de semana".
Al interior del grupo voluntario Los Topos, quienes participaron en las operaciones de Cerro Provincia (y también colaboraron en la búsqueda del desaparecido guía turístico Kurt Martinson en Antofagasta), el incremento de estos accidentes se ha notado. Francisco Lermanda, ingeniero en minas y líder de esta filial de la organización nacida en México tras el terremoto de 1985, explica que ellos participan cuando se requieren maniobras de alta complejidad y dice que aunque no tienen una cifra exacta, en lo que va del año han debido atender al menos cinco.
Una labor desgastante
El Cerro Provincia tiene una cumbre ubicada a 2.750 metros de altura y, según los expertos, está en una zona relativamente accesible que se extiende a través de las comunas de Lo Barnechea, Las Condes, La Reina, Peñalolén, La Florida, San José de Maipo y Colina. Sin embargo, cuando hay viento blanco y bajas temperaturas, como les tocó a los dos jóvenes que se perdieron, todos los terrenos son complicados.
La búsqueda de Vicente y Joaquín en esa zona se activó desde que ellos dieron aviso, y el primer grupo que se movilizó fue Socorro Andino, seguido del GOPE de Carabineros y personal del Club Andino Universitario.
A partir del martes 18, cuando Carabineros publicó el retrato de los estudiantes, cerca de 20 organizaciones y centenares de civiles autorizados unieron fuerzas para realizar la búsqueda. Ortiz, quien integró ese grupo, comenta que pese a ser un sitio donde se puede llegar con cierta facilidad, el terreno reviste peligros si no se está preparado o no se conoce: "Hay ríos, acantilados, mesetas, vegetación, rocas, grietas, de todo. Además, es complejo tratar de buscar a alguien que, si en algún momento se vio complicado, buscó refugio. Eso es parecido a esconderse", señala.
Por ese motivo, en las operaciones de rescate como la realizada en Cerro Provincia confluyen distintos tipos de rescatistas: están desde los que parten a caminar hacia los cerros hasta quienes se quedan en la base, coordinando desde la comida hasta las telecomunicaciones con todos los que se encuentran en la expedición. Incluso, hace poco se comenzaron a usar drones. La jornada de búsqueda de los estudiantes se activaba a las seis de la mañana. A las siete comenzaban los ascensos y las cuatro y media de la tarde comenzaba el descenso, para llegar con los últimos rayos del sol a la entrada de Aguas de Ramón, el punto base.
Para la tarde del domingo pasado había frustración pero según varios de ellos se sentía una fuerza especial, tal como la describe Juan Carlos Delgadillo, montañista y profesor de turismo de la UNAB: "Me tocó bajar con un grupo de veinte personas en un vehículo y pasamos por una zona donde estaban las familias y los amigos. Al vernos se emocionaron tanto, que nos aplaudieron y nosotros nos conmovimos", cuenta.
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Foto: Agencia Uno[/caption]
Los 200
Rodney González, director de la Escuela Nacional de Montaña y guía instructor, comenta que el momento más proclive a tener un incidente es cuando se realiza el descenso, ya que "se viene más cansado y con condiciones más adversas, por lo que se está más propenso a cometer errores". Los accidentes suelen estar relacionados a traumatismos, deshidratación o hipotermia: "Si al final la montaña no es peligrosa, no tenerle respeto sí lo es", agrega.
Para el viernes 21, más de 200 personas se habían desplegado en terreno, conformado el mayor operativo de este tipo que Sepúlveda ha visto hasta ahora. "Desde la tragedia de Antuco que no se movilizaba un contingente de esta magnitud. No sólo por la cantidad de personas, sino por los helicópteros y todos los elementos que se desplegaron", afirma. Finalmente el miércoles pasado imágenes captadas por los rastreos aéreos de la FACH permitieron hallar los cuerpos.
Darío Arancibia, presidente de la Comisión de Seguridad en Montañismo y Escalada, está elaborando actualmente un catastro con las cifras y tipos de accidentes que se han producido en el último tiempo: "La idea es crear una base de datos que sirva a futuro para aprender de los casos", cuenta.
Pero más allá de eso, la mayoría de los especialistas concuerda en que, teniendo como columna vertebral una de las cordilleras más extensas del mundo, sabemos poco o nada de ella. Desde la Escuela Nacional de Montaña señalan que "un 70 por ciento de nuestra geografía está compuesta por cordilleras, que por lo demás son un atractivo impresionante, pero no existe educación en los colegios al respecto", comenta su director.
Ortiz, por su parte, agrega que hay que prepararse antes de salir a excursionar: "Si alguien quiere ir al mar, aprende a nadar. Pero cuando entra en la montaña piensa que es sólo caminar. No es tan así, es un ambiente que cambia mucho y muy rápido". Es por eso que el consejo que más se repite es siempre verificar rutas, hacer un reconocimiento de terreno, entender para qué sirve el equipo que se está llevando y siempre estar consciente de la capacidad física propia y del grupo. "Por ejemplo, yo nunca salgo con alguien que no conozco, porque no sé qué esperar de esa persona, no sé cómo va a actuar en un momento crítico o cómo es su condición física", explica Ortiz.
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