El atleta que corrió por la bandera olímpica
Dominador de los 400 metros en el Grand Prix Orlando Guaita, el velocista estrella del torneo santiaguino relata los anécdotas que vivió en Londres 2012 cuando corrió como deportista independiente.
En la 37ª edición del tradicional Orlando Guaita, el campeonato anual de atletismo más importante de Chile, Liemarvin Bonevacia se pasea con cara de risa. Acababa de ganar la prueba en la que es la estrella. En los túneles del Estadio Nacional, elonga mientras espera el control anti dopaje para después ir a recibir su medalla de oro, en la premiación de los 400 metros planos que dominó con un crono de 46.19', casi un segundo más rápido que su escolta.
El atleta doble medallista europeo quedó feliz: "Me encantó el torneo. Espero volver el próximo año. El público fue espectacular". Corrió lejos de su mejor marca, pero lo toma con calma, considerando que fue su primera competencia del año, nada lo alarma.
Bonevacia nació en Curazao, la isla caribeña que pertenecía a las Antillas Neerlandesas, estado autónomo conformado por seis islas, entre ellas, Aruba y el territorio cruzaleño. El 2010, mientras el deportista buscaba la clasificación a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el país se disolvió y con ello, su Comité Olímpico Nacional no siguió siendo reconocido por el COI. Bonevancia logró la marca mínima para competir en el evento y quedó a la deriba. Holanda le ofreció nacionalizarlo, pero el moreno quiso darle un último agradecimiento a su isla natal, que tanto lo había apoyado durante su preparación para la cita de los anillos. Liemarvin rechazó la oferta holandesa y optó por competir bajo la bandera olímpica.
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Liemarvin Bonevacia (al centro) en los JJ.OO de Londres.[/caption]
Ya en Londres, el velocista comenzó a vivir la fiesta y su calidad especial. En la ceremonia inaugural desfiló realizando todo tipo de bailes junto a los otros deportistas "sin paìs" –otra cruzaleña, y un sudanés del sur-. "Hicimos espectáculo. Bailamos, saltamos y nos tomamos muchas fotos. A partir de ese momento, tuvimos un trato especial con el público.
Muchas personas me escribieron por Facebook. La gente encontraba raro que compitiéramos sin bandera. Muchos querían la ropa con la que desfilé", cuenta. "Yo no sé como, pero el valor de esas zapatillas subió. Yo no quise venderlas porque significaban mucho para mí, hasta que un tipo un día se me acercó a preguntarme en cuánto se las daba. Para que no me siguiera molestando le dije que a cinco mil libras (4 millones de pesos). Él asintió, y sacó de su bolso un billete tras otro. No lo podía creer", relata Bonevacia, quien se compró un auto luego del inesperado negocio.
Aunque su estadía en Londres como atleta independiente no tuvo sólo cosas positivas. Bonevacia confiesa: "Me sentí un poco solo. En mi pieza tenía la bandera de Curazao, pero tenía prohibido colgarla en el balcón. No podíamos tener nada escrito en la ropa tampoco. En la Villa Olímpica me acompañaba solamente mi entrenador que también las oficiaba de masajista y psicólogo".
Río de Janeiro 2016 fue distinto para él. Aceptó la nacionalidad holandesa y viajó con objetivos más competitivos. No asistió a la ceremonia de apertura, porque competía al día siguiente y podía desconcentralo. Tampoco turisteó por la ciudad como sí lo hizo en la capital inglesa. Sabia decisión: logró su segunda mejor marca y disputó las semifinales. Fue 14º en la prueba que ganó el sudafricano Wayde van Niekerk con récord mundial.
Hoy, la figura del torneo santiaguino mira nuevamente a Londres, pero esta vez para competir en el Mundial de Atletismo, romper su mejor registro y clasificar a la final.
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