Aumentan condena a padre que dejó en coma a hija por 6 años

Alejandro Shayman golpeó a la menor cuando tenía cuatro meses y falleció tras cumplir los seis años.




La Novena Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a presidio perpetuo calificado a Alejandro Shayman Klein como autor del parricidio de su hija que quedó en coma y murió después de seis años de agonía.

El hecho ocurrió el 28 de marzo de 1996 cuando la pequeña sólo tenía cuatro meses de vida y fue internada por un paro cardiorespiratorio en la Clínica Las Condes. Tras salvarle la vida, los facultativos descubrieron que la pequeña presentaba múltiples fracturas y hemorragias atribuibles a golpes proporcionados por su padre.

Desde ese día la lactante quedó en estado de coma y finalmente murió el 11 de julio de 2002. Si bien en primera instancia la justicia había determinado una pena de presidio perpetuo simple, la Corte de Apelaciones capitalina elevó la sentencia a presidio perpetuo calificado, es decir solo a los 40 años podrá solicitar algún beneficio carcelario.

En el fallo los ministros fueron categóricos en manifestar que "al momento de aplicar la pena a de considerarse que en el tiempo en el que se consume el delito cambia la legislación, se promulga la ley 19.734, la que suprime la pena de muerte como sanción del delito de parricidio y la sustituye por la de presidio perpetuo calificado, y por estarnos a la mas favorable para el sentenciado hemos de arreglar a ella su juzgamiento"

El abogado querellante Carlos Cortés dijo que  "es lo que esperaba la familia. Fue por lo que se luchó durante años de juicio, es la máxima pena que puede disponer un tribunal de la República".

La Corte de Apelaciones de Santiago también rechazó la indemnización de $200 millones fijada en favor de la madre de la víctima.

EL CASO

A fines de marzo de 1996, la menor Tamara Schayman fue ingresada de urgencia a la Clínica Las Condes por sus padres. Tenía cuatro meses de edad y poco se pudo hacer por ella: presentaba muerte cerebral, además de un golpe en el cráneo, ceguera, hidrocefalia, diversos huesos rotos y múltiples lesiones internas. Nunca se recuperaría. Murió en junio de 2002, en la Clínica Santa María, sin abandonar su condición neurovegetativa. En sus declaraciones, Schayman confesó haber zamarreado a la menor "para que dejara de llorar", pero que nunca pretendió causarle las lesiones gravísimas.

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