Bachelet, en su mensaje final

imagen-cuenta-publica-bachelet178

La Presidenta le habla hoy al país por última vez. En su octava cuenta pública, buscará resaltar su legado de reformas, en medio de la agonía que vive la coalición que le dio sustento a ese proyecto. En los partidos esperan un gesto, un esfuerzo, un llamado a revertir la opacidad del presente e intentar asegurar el futuro.




Será la octava vez que la Presidenta Miche-lle Bachelet camine desde la entrada principal del Salón de Honor del Congreso, en Valparaíso, a través de una alfombra roja perfectamente cuidada, hasta la testera ubicada bajo el escudo nacional esculpido en mármol. Será la octava y la última vez que Bachelet se sentará en el privilegiado sitial, a esperar la campanilla que da inicio a la sesión que abre el periodo legislativo. Aunque para ella significará más bien el cierre: el último hito de su segundo mandato al frente del país, antes de que la vorágine electoral cope todos los espacios. Hoy, Bachelet está obligada a hacer un balance de su segundo gobierno, aunque también puede contar como el balance de su carrera política. Aunque lo tradicional es resaltar los éxitos y logros de su periodo, los problemas y el estado actual de la coalición que le dio sustento a su proyecto reformista la obligarán a no soslayar lo que puede ser la peor cara de su legado: el fin de una coalición. Los fantasmas de esta realidad aparecieron menos de 24 horas antes de su última cuenta pública. El escenario de quiebre en la Nueva Mayoría aparece ante cada pequeño gesto. Y ayer fueron sus propias palabras a la agencia española EFE.

Según la publicación, la Presidenta pidió hacer un esfuerzo por una lista única parlamentaria del oficialismo para los comicios de noviembre. La afirmación desató la incomodidad de los dirigentes oficialistas y La Moneda se vio obligada a apaciguar los ánimos.

La vocera de gobierno, Paula Narváez, tuvo que llamar ayer a todos los presidentes de partidos para aclarar los dichos de la Presidenta, asegurando que se refería a una nómina única relacionada con la elección de gobernadores regionales y no, como se publicó, a un acuerdo parlamentario.

Pero las supuestas declaraciones de la Jefa de Estado ya habían permeado entre dirigentes de los partidos del eje progresista que respaldan la candidatura de Alejandro Guillier, quienes advertían, en privado, su inquietud por el hecho de que recién a estas alturas la Presidenta asumía un rol de liderazgo frente a una coalición con una fractura diagnosticada y donde cada quien entiende lo que quiere. Mientras el PPD advertía -como hablándole a la Mandataria- que para que se diera dicho escenario -una lista parlamentaria- era necesario tener "un candidato presidencial", como dijo ayer el vicepresidente PPD, Marco Antonio Núñez, la DC valoraba el gesto de Bachelet y lo usaba a su favor.

Todo este cuadro da cuenta del escenario de división que enfrenta la Nueva Mayoría a meses del fin del gobierno. Una coalición cuyo quiebre parece inminente y que se encuentra dividida, de manera inédita, entre dos candidaturas presidenciales. Las colectividades que impulsan la candidatura de Guillier han sido claras con sus socios DC en decir que de mantenerse el cuadro electoral no hay posibilidad de un acuerdo en materia parlamentaria, aunque algunos han advertido que ese escenario puede provocar una dolorosa derrota para el oficialismo.

Bajo dicho telón de fondo, Bachelet llega hoy al último de sus mensajes al país, con la preocupación latente de lo cuesta arriba que se está poniendo el camino de asegurar la continuidad del proyecto que impulsó en su segundo paso por La Moneda.

Las reformas serán protagónicas en su discurso. Pero también será estelar, creen en el bloque, un llamado -aunque tardío dicen en los partidos- a su coalición.

De hecho, en la transcripción de la entrevista con EFE que La Moneda envió a las colectividades sobre la elección de intendentes, la mandataria entrega una primera señal. Dijo que "ojalá" se logre una lista única del sector para esos comicios, "lo que sería también un factor que mostraría de que esta es una coalición de puede asegurar gobernanza y gobernabilidad para el futuro, de manera de que se puedan seguir profundizando las reformas que hemos hecho".

Al menos, los dos candidatos oficialistas, hoy probablemente protagonistas también de la jornada, valoraron el mensaje en la previa y brindaron un gesto de esperanza a la alicaída coalición.

"Entiendo que detrás de sus palabras está el cómo somos capaces de construir en conjunto, de sumar fuerza en función de seguir haciendo cambios que signifiquen mejorar la vida de las personas", dijo Carolina Goic, candidata DC. Por su parte, Guillier afirmó que "soy un optimista de que al final todos vamos terminar reagrupados, porque aquí hay una alianza histórica entre dos grupos políticos que cuando se han unido le han dado a Chile la mayor estabilidad política en su historia republicana".

Desde la oposición, lo esperable: dijeron que la cuenta pública de hoy es una oportunidad de la Presidenta para "enmendar el rumbo" y de realizar una autocrítica.

Mientras tanto, serán poco más de mil personas las que asistirán al último mensaje presidencial de la Mandataria, cuya intervención podría extenderse más del tiempo usual. Al cierre de esta edición, ningún ex presidente había confirmado su asistencia.

Se espera que en su alocución Bachelet haga ese balance esperado y ponga los énfasis en el legado. Ayer, de hecho, la Jefa de Estado ahondó en ello, asegurando que "había algunos vestigios del modelo neoliberal con los que hemos ido terminando a través de las reformas. Tal vez en la educación quedaba el vestigio más potente". "Será una cuenta muy detallada y sólida de lo realizado", agregó el ministro del Interior, Mario Fernández.

En paralelo, las colectividades oficialistas esperan un último esfuerzo por priorizar lo que queda: descentralización, la reforma al sistema de pensiones y la reforma a la educación superior. El último hito republicano de su mandato es el principio del camino de salida, y, quizás, la última oportunidad de revertir lo que puede ser su peor herencia: el fin del entendimiento entre el centro y la izquierda.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.