Cameron inicia su ofensiva final para evitar independencia de Escocia
El ministro primero de Escocia dice que el nuevo país tendría la misma moneda que Reino Unido.
"¡Es una porquería ser escocés! Somos lo peor de lo peor. La escoria de esta tierra. La basura más desgraciada, miserable, servil, patética de esta civilización. Algunos odian a los ingleses. Yo no. Ellos son sólo idiotas. Nosotros, en cambio, fuimos colonizados por idiotas. No pudimos ni siquiera encontrar una cultura decente que nos colonizara". Ese sentimiento expresado por uno de los personajes de la emblemática película Trainspotting (1996) refleja el descontento de algunos escoceses respecto de ser parte de Reino Unido.
Y este sentimiento será puesto a prueba el próximo 18 de septiembre, cuando se lleve a cabo el referendo sobre la independencia de Escocia. La consulta, impulsada por el Partido Nacional Escocés (SNP), pretende que la región se separe de Reino Unido, al que pertenece desde 1707, cuando se firmó el Acta de Unión con Inglaterra.
Si bien la lucha por la independencia data desde fines del siglo XIII y comienzos del XIV, cuando se desarrollaron una serie de batallas contra Inglaterra, las que principalmente tuvieron como protagonistas a William Wallace y Robert the Bruce. Un paso importante se dio en 1999, conocido como Devolución: un proceso de descentralización del gobierno en el que se entregó más poder (en áreas como educación, agricultura, salud y vivienda) a las regiones que componen Reino Unido: Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte.
Sin embargo, no fue hasta que Alex Salmond asumió como ministro primero en 2007 que este tema se transformó en su caballito de batalla. Según él, 300 años de unión ya no cumplen su propósito y una Escocia independiente, con su petróleo y riqueza, sería uno de los países más adinerados del mundo. Además, ha señalado que es tiempo que Escocia se haga cargo de su propio destino, libre de las "cadenas" del Parlamento británico con sede en Londres.
Mientras que por el otro lado del debate, el gobierno británico, liderado por el premier David Cameron, dice que Reino Unido es una de las uniones más exitosas en cuanto a lo social y a lo político.
Cuando falta un mes para el plebiscito los ánimos se han caldeado, tanto en el sector que apoya la separación como en el que no. De hecho, el gobierno británico ha entrado en una ofensiva para detener el avance independentista. A comienzos de julio, el semanario de Glasgow, The Sunday Herald, acusó a la cancillería británica de apoyar al líder de la campaña del No, Alistair Darling, cuando visitó Washington invitado por el FMI.
Incluso, en mayo pasado, Cameron fue acusado de no publicar un sondeo interno del gobierno que revelaba el avance del Sí, aunque esto fue negado. Según un sondeo de la consultora YouGov, un 35% respalda la independencia, lo que representa un incremento de seis puntos en comparación a 2013. Sin embargo, un 55% está en contra de la idea.
Uno de los temas en los que se ha centrado el debate es el uso de la libra esterlina en una posible Escocia independiente. Salmond ha dicho claramente que le gustaría mantener la moneda, aún sin un pacto formal sobre el tema. A su vez, los principales partidos británicos han advertido que nunca aceptarán tal medida. El debate ha traspasado todas las esferas. Recientemente la campaña por el No dio a conocer una carta firmada por distintas celebridades, intelectuales, artistas y científicos que apoyaban la unión. Entre ellos estaba la actriz Helena Bonham Carter, el historiador Antony Beevor, el productor Simon Cowell y el físico Stephen Hawking.
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