Carolina Tohá: La eterna promesa

Carolina Tohá



La ilusión ha sufrido el desgaste propio del tiempo, pero aun así todavía algunos corazones del laguismo, o quizás de la vieja Concertación -esos que miran a la Nueva Mayoría por encima del hombro-, guardan la esperanza de ver volar a Carolina.

Lleva décadas siendo la gran promesa, la niña estrella, la protegida, la heredera de un título que sólo se traspasa por vivencias comunes, por participar en los mismos cuentos. Por haber estado juntos en el exilio, por pertenecer a una dinastía que experimenta el mismo orgullo cuando escucha la palabra transición.

Pero no ha sido sólo bendición la de Carolina Tohá. Ella ha trabajado duro por honrar su título, por dar contenido propio a una simbología que algo tiene de romanticismo. Estudió Derecho en la Universidad de Chile, un doctorado en Ciencias Políticas en Milán, dos veces electa diputada, presidenta del PPD, ministra del anterior gobierno de Bachelet, alcaldesa de Santiago. Dueña de una historia ligada al compromiso político y depositaria del sueño de los viejos de la Concertación que anhelan ver el momento en que esa potencia se transforme finalmente en acto, para traer de vuelta la sensatez y la mesura a la centroizquierda.

Con todos sus pergaminos y experiencia, Carolina está en problemas.

Sería muy tajante pensar que producto de un resultado la carrera de un político muere, porque hemos visto resucitar a varios como ave Fénix. Pero sí que enfrenta uno de los momentos más duros de su trayectoria: la perfecta carta presidencial -mujer, inteligente, capaz, progresista- tambalea en algo que para sus alturas debiese ser pan comido. Su reelección como jefa de Santiago está peleada, y con un contendor que por mucho que lleve años trabajando en esa comuna, no es precisamente un rockstar de alto rating. De hecho, una de sus mayores dificultades es su nivel de conocimiento. Otro punto decidor es que aun con el nuevo sistema de financiamiento electoral -que ha mermado la propaganda en desmedro del desafiante-, Tohá no se ve con clara ventaja. Mala cosa, si hace un par de años se pensaba que en estos días ella estaría preparando su salto a ligas mayores.

En la Concertación /Nueva Mayoría están preocupados. Muestra clara es que estaban todos los candidatos presidenciales en el lanzamiento de la campaña de Tohá: Lagos (su principal padrino), Isabel Allende, José Miguel Insulza y el recién debutado Alejandro Guillier. Más atrás, Ignacio Walker, Jorge Burgos y varios ministros de Estado como refuerzo.

A la discreta evaluación de su gestión, marcada por escasos resultados en seguridad ciudadana y zigzagueos al enfrentar la situación estudiantil -"Santiago es un reflejo de Chile", diría un cercano a ella-, la alcaldesa recibió los balazos del caso político-judicial que sacudió el panorama en casi todo el espectro. El financiamiento ilegal de SQM a su partido, el PPD, cuando ella era presidenta. Boletas falsas de colaboradores del partido sumado a un par de reuniones de la propia Tohá con el hombre de las platas de SQM, Patricio Contesse.

Pero ella, hábil política -y también privilegiada- parece haber zafado del lío judicial. El votante de Santiago, cuentan, no sabe muy bien qué pasa con Tohá y SQM, pero varios la asocian a "los políticos de siempre" y la corrupción. En ese mismo sentido, la mala evaluación de La Moneda arrastra a las principales figuras cercanas a Michelle Bachelet.

Hoy, entre partidarios y detractores de Carolina, hay conciencia de que el próximo domingo todo puede pasar. Las encuestas de los comandos dan votaciones estrechas, pero el escepticismo cobra más fuerza al considerar que la elección es con voto voluntario y, por lo mismo, el temido nivel de abstención puede modificar cualquier proyección.

Con la perspectiva de una difícil presidencial en frente, el mundo concertacionista -que no es lo mismo que la Nueva Mayoría- sigue manteniendo la fe en su delfina. Creen que ella, junto a contados nombres, como Claudio Orrego, pueden trabajar para la vuelta subsiguiente, cuando la mala fama haya pasado y la nueva ola ya sea vieja. Y ella estaría en la misma estrategia: sabe que hoy no queda más que apretar los dientes y aguantar para que su propia potencia pase a la acción. No le vaya a heredar el temor de Salvador Allende, de quien su padre, José, fuera ministro del Interior: que en su epitafio dijera "aquí yace el futuro Presidente de la República".

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