Cifras del censo revelan que Chile es el tercer país más envejecido de Latinoamérica
Las 2.409.312 personas mayores de 60 años ubican al país después de Uruguay y Cuba. Senama coordina una estrategia intersectorial para elevar la calidad de vida de los más adultos.
Es un cambio que ya se advertía. Basta observar calles, plazas o reuniones familiares. Los resultados del censo, ahora, pusieron las cifras a un fenómeno demográfico que muestra que el país envejece rápidamente: en la última década, la población de adultos mayores creció en 700 mil personas, mientras que el grupo de niños disminuyó en 300 mil.
Actualmente, las personas mayores de 60 años alcanzan el 14% del total de habitantes que, al compararlo con la población más joven, muestra que hay 67 ancianos por cada 100 menores de 15 años.
"Somos el tercer país con más adultos mayores después de Uruguay y Cuba, y eso significa prepararnos para ser quizás el más envejecido de Latinoamérica", dice la directora del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), Rosa Kornfeld.
Con la expectativa de vida cifrada en 78,5 años, esto implica una estrategia pensada en los casi 20 años posteriores a la edad de jubilación de las mujeres y casi 15 años para los hombres.
"Tenemos una política integral de envejecimiento positivo, que significa lograr que esos años sean de la mayor autonomía posible y para eso se necesita crear las condiciones", dice Kornfeld.
Según el diagnóstico de la entidad, el primer requisito está en la salud. Allí, la principal falencia está en la disposición de profesionales: el país cuenta con sólo 48 geriatras y de ellos, 12 trabajan en el sector público.
"No están los especialistas necesarios y el modelo de atención no es el que corresponde, pues un adulto mayor presenta cuatro a nueve patologías que se juntan y deben abordarse integralmente, no cada una por separado", dice el presidente de la Sociedad de Geriatría, Víctor Hugo Carrasco.
El especialista añade que a los 60 años las patologías más frecuentes son hipertensión arterial, diabetes, dislipidemias, artrosis inicial y problemas a la próstata, y que lo común es que se presenten varias juntas. Una década más tarde, la lista de enfermedades se eleva a nueve o 10, así como el consumo de remedios, que sube de una media de cuatro diarios a siete y 10 píldoras, en mayores de 85 años.
Este último aspecto es crucial. Según la última Encuesta Casen, la pensión promedio de un adulto mayor es de $ 173. 244, poco más del doble del gasto en medicamentos que, según Minsal, puede llegar a $ 80 mil por mes.
"El censo para las políticas públicas es una mala noticia, pues las personas no alcanzan a ahorrar en su vida laboral lo necesario para sostenerse económicamente bien en 30 o más años pensionados", dijo el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
Para la cartera, los más adultos representan un gasto cercano a los US$ 120 millones sólo en programas complementarios. La atención hospitalaria, sin embargo, multiplica los costos, pues sus cuadros clínicos son cuatro a seis veces más onerosos que los de un joven. A eso se suma que el 87% de la población envejecida está en Fonasa, es decir, es carga para el Estado.
"Tenemos que mejorar las competencias y capacidades del personal y de los hospitales para atender a estas personas. Lo estamos haciendo y lo ideal es que contemos con un geriatra por cada uno de los 62 hospitales base y autogestionados, a cargo de elaborar guías y procedimientos", dijo el subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo.
Desde Senama, el eje está puesto en asegurar la calidad de vida de los ancianos. Este año se implementarán 1.200 cupos en centros diurnos, para personas con dependencia leve, también se está capacitando a personas en cuidados domiciliarios y se entregará una subvención de entre $ 60 mil a $ 80 mil, per cápita, a centros de larga estadía. A eso se suman programas de educación, convenios con vivienda y fondos concursables para proyectos, a objeto de incrementar la participación social de los más adultos.
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