Congresos del continente viven sus horas más bajas

En Brasil, la labor del Poder Legislativo sólo cuenta con un 9% de aprobación. En Perú es de 12%. "El Poder Legislativo es mal evaluado en casi todos los países de América Latina", asegura el académico alemán Detlef Nolte. La crisis también alcanza al Congreso de EE.UU.




Agobiada por el escándalo de corrupción que afecta a la estatal Petrobras y que involucra a decenas de legisladores, la Presidenta brasileña Dilma Rousseff lanzó el 18 de marzo pasado un plan anticorrupción para intentar revertir la caída de su popularidad, que sólo llega a 13%, según Datafolha. La misma encuesta reveló que la aprobación al trabajo del Congreso es aún menor, pues tan sólo alcanza al 9%. Una mala evaluación del Poder Legislativo que no parece circunscribirse sólo a Brasil. Ello, porque en la actualidad varios Parlamentos de América y Europa también exhiben bajos niveles de imagen positiva, según destacan los analistas.

"En general el Poder Legislativo es mal evaluado en casi todos los países de América Latina", asegura a La Tercera Detlef Nolte, vicepresidente del Instituto Alemán para Estudios Globales y Regionales (Giga) de Hamburgo. "Hay diferentes factores que pueden explicar ese fenómeno. En algunos países hubo casos de corrupción de miembros del Parlamento que influyen en su imagen negativa. Además, parece que muchas veces el descontento con la política se dirige más contra el Parlamento que contra el gobierno/presidente", agrega el académico alemán.

En el caso de Brasil, el descontento ciudadano claramente apunta contra el Ejecutivo y el Legislativo. Pero este último es el que parece más cuestionado. La Operación Lava Jato generó que 12 senadores y 22 diputados estén siendo investigados por sus presuntos nexos con la red que habría desviado unos US$  3.700 millones de Petrobras entre 2004 y 2012. Los presidentes de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y del Senado, Renan Calheiros, están entre los denunciados. "Los políticos necesitan rescatar algo de credibilidad con medidas sinceras, claras y factibles. La paciencia de los brasileños está claramente agotada en relación con sus representantes políticos", dijo a La Tercera Mauro Paulino, director general de Datafolha.

En Argentina, "desde hace muchos años es baja la aprobación" del Congreso apunta, por su parte, el analista político transandino Julio Burdman. Según un sondeo dado a conocer por el diario La Nación y elaborado por Poliarquía Consultores e Idea Internacional  sólo 23% de los argentinos tiene una alta confianza en el Congreso, el 48% tiene una confianza media y 27% expresó que su confianza era baja. Un fenómeno que Ana María Mustapic, politóloga de la Universidad Torcuato Di Tella, atribuye a dos factores. "En primer lugar, se percibe al Congreso como una institución con poca autonomía respecto del Poder Ejecutivo. En segundo lugar, existe insatisfacción por la falta de cooperación entre gobierno y oposición", detalla. Además, Burdman destaca que "la imagen de que 'el Congreso no existe' está muy instalada en la opinión pública, y eso es muy difícil de cambiar".

A este lado de la cordillera, los índices no son más auspiciosos. La encuesta de marzo de Adimark muestra que en el caso del Senado chileno, sólo un 18% respalda su gestión, mientras que un 75% la rechaza. En cuanto a la Cámara de Diputados, la aprobación alcanza a 16% y la desaprobación a 77%.

De todos los poderes del Estado en Perú, el Congreso sigue siendo la institución con la menor aprobación, con sólo un 12%, según un sondeo de Ipsos difundido este mes por el diario limeño El Comercio. El apoyo al trabajo del Ejecutivo peruano llega al 20%. Un sondeo similar de Ipsos, pero de junio pasado, detallaba las causas del rechazo a la gestión del Parlamento: la percepción de corrupción (59%), que sus miembros "no cumplen lo que prometen" (38%), que "siempre están metidos en escándalos" (36%) y "no trabajan" (36%).

"En Bolivia, la opinión favorable o negativa, acerca la gestión del Congreso depende en buena medida de los criterios del Presidente Evo Morales, cuya autoridad es tan fuerte que ha subordinado el Poder Legislativo al Ejecutivo", explica a La Tercera el politólogo paceño Carlos Cordero. "Si el Legislativo sintoniza con las políticas gubernamentales, la opinión colectiva aprueba la gestión", agrega. Por ello, la aprobación es de 34% y el rechazo no supera el 40%, señala, recurriendo a cifras de un reciente sondeo de Ipsos.

"Encuesta tras encuesta los colombianos ratifican que la institución con menor credibilidad del país es el Congreso. Y no es para menos, ya que cada semana surge algún escándalo en el que está inmiscuido un senador o un representante a la Cámara", afirma el diario bogotano El Espectador, en alusión a la mala imagen del Poder Legislativo de Colombia. Según la última encuesta de Gallup, el Congreso tiene sólo un 27% de opinión favorable y un 64% de desfavorable.

En EE.UU., la imagen del Congreso norteamericano no es mucho mejor. La encuesta de marzo de Gallup muestra que sólo un 18% de los estadounidenses aprueba el trabajo del Legislativo. En junio, esta encuestadora reveló que sólo un 7% de los encuestados dijeron tener "mucha" o "bastante" confianza en el Legislativo. "Esta es la calificación de confianza más baja que Gallup ha registrado para todas las instituciones, jamás", dijo la encuestadora, que mide este índice desde 1973. En esa oportunidad, un 42% de los encuestados respondieron en forma positiva.

Al otro lado del Atlántico la situación es similar. Citando cifras del Eurobarómetro, Ignacio Molina A. de Cienfuegos, Investigador Principal para Europa del Real Instituto Elcano de Madrid, señala a este diario que en diciembre sólo el 10% de los españoles tendía a confiar en el Parlamento mientras que un 84% no. La media europea es que un 30% sí confía y un 62% no, agrega. En el caso de España, explica, "las causas son claramente la crisis económica retroalimentada con los escándalos políticos". Sin embargo, no circunscribe el malestar ciudadano sólo al Congreso. "No creo que haya un juicio específico sobre el trabajo concreto del Parlamento sino más bien un juicio general negativo sobre la política", concluye.

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