Crece violencia sectaria en Irak tras atentado que dejó al menos siete muertos

El ataque suicida sigue a la  ola de ataques de la semana pasada en Bagdad, tras la retirada de tropas de EEUU.




Al menos siete personas, incluyendo a cinco policías, murieron y otras 34, entre ellas siete efectivos, resultaron heridos cuando un atacante suicida con un auto bomba golpeó el Ministerio del Interior de Irak, en el último ataque desde que estalló una crisis hace una semana entre el gobierno del país liderado por chiitas y los líderes sunitas.    

El primer ministro chiita, Nuri al-Maliki, ordenó la detención del vicepresidente sunita iraquí el lunes pasado y pidió al Parlamento que lo despidiera, provocando una polémica que amenaza con una nueva oleada de violencia sectaria justo después de marcharse las últimas tropas de Estados Unidos.    

La explosión ocurrió cuando el suicida condujo su vehículo hasta el cordón de seguridad en el exterior del Ministerio del Interior, en el centro de Bagdad, detonando la explosión que dejó muertos y heridos en el piso además de provocar el incendio de vehículos cercanos, dijo la policía.

Una fuente policial dijo que según las autoridades los insurgentes atacaron el ministerio por el anuncio de la orden de arresto del vicepresidente sunita Tarek al-Hashemi, acusado de liderar escuadrones de la muerte.    

Confesiones de sospechosos, que el ministerio dijo que eran guardaespaldas de Hashemi, fueron difundidas en el canal de televisión estatal Iraqiya y otros medios locales y vincularon al vicepresidente con matanzas y ataques contra funcionarios del gobierno y de seguridad.    

"Este es un mensaje directo para nosotros porque somos los que arrestamos a la red de Tareq al-Hashemi y somos los que debemos preservar la seguridad en el país", dijo Ali al-Quraishi, un teniente de policía que monitorea los puestos de control alrededor de Bagdad.    

El ataque en la calle Bab al-Sharji se produce tras la oleada de explosiones del jueves en las principales zonas chiitas de la capital iraquí que dejaron al menos 72 muertos.    

Hashemi dejó Bagdad y viajó a la región semi-autónoma del Kurdistán iraquí, donde es improbable que sea entregado a funcionarios del gobierno central inmediatamente.    

La crisis amenaza con echar por tierra un intento para compartir el poder en Irak que divide puestos entre la Alianza Nacional Chiita, el bloque Iraqiya respaldado principalmente por suníes y el movimiento político kurdo.    

Los sunitas de Irak se han sentido marginados desde el ascenso de la mayoría chiita tras la invasión de Estados Unidos en el 2003 que derrocó al dictador sunita Saddam Hussein, y muchos sunitas sienten que el pacto político los ha dejado de lado.

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