Cristóbal Briceño, cantante de Ases Falsos: "El costo de ser músico popular es alto, casi tanto como el goce"
Uno de los músicos más inquietos de la escena local anuncia el primer show de su grupo en el Teatro Caupolicán.
Green Day. Leo Dan. Los Titanes del Ring. En una conversación que acepta vía mail con La Tercera, Cristóbal Briceño, voz de Ases Falsos, enumera los espectáculos que ha aplaudido en el Teatro Caupolicán, saga a la que pronto sumará un capítulo propio: su banda tocará por primera vez en ese sitio el viernes 15 de diciembre.
Por lo general, para los músicos chilenos tocar por primera vez ahí marca un hito. ¿Lo ve así?
He vivido magnetizado por el Teatro, que conocí en mi infancia como Monumental. Mi primera vez fue hace veinte años con unos juveniles Green Day. Luego he visto desde los Titanes hasta Leo Dan. Es importante para nosotros, pero no como símbolo de nada.
¿Era una necesidad salir del circuito habitual?
Me gusta el circuito habitual, genera arraigo, algo que no me sobra. Nos gusta tocar todos los años en el Cariola, en el Arena Recoleta, en el Ele Bar en Valparaíso. Los lugares pueden ser los mismos, pero el público, las canciones y la ejecución cambian. Lo del Caupolicán hace rato se venía insinuando, tarde o temprano tenía que suceder.
Hace años dijo que lo que le complicaba de que más gente conociera su música era lo que había que asumir para lograr eso. ¿Se siente así con este show?
Sí, el costo de ser músico popular es alto, casi tanto como el goce. Te pongo un ejemplo. Una de nuestras ciudades favoritas para tocar es Tijuana. No sé por qué pero nos sentimos increíblemente bien ahí. Y para volver a Tijuana, alguien tiene que costear el viaje. Y ese alguien lo hará solo en cuanto la banda sea rentable, y para que sea rentable debe ser famosa, en algún nivel. No basta con que sea buena, sino que tiene que ser conocida. Y para eso debes entrar en este juego de luces tan desagradable y dañino. Como esta misma entrevista, que doy para que tus lectores sepan de nuestro concierto en el Caupolicán. ¡Mal que mal, hay que arrear a cinco mil cristianos!
¿Qué le parece que este salto sea con el disco El hombre puede (2016)?
Es nuestro tercer disco y es parte de una obra mayor. Además, para diciembre estaremos más cerca de nuestro próximo disco que de EHP. Así que seguramente el porvenir impregnará el concierto.
¿Le han dejado conforme los resultados de ese álbum? Da la sensación que Juventud Americana (2012) sigue siendo inigualable en la historia del grupo.
Mira, un disco no es una operación de la cual se extraen resultados y respuestas. Pero entiendo lo que quieres decir. Yo escucho muchos discos, tengo una linda colección de CD's, y la mayoría de ellos fueron grabados hace más de treinta años. No puedo pretender que, por una mezquindad personal, nuestros discos sean apreciados al instante por la gran masa. Dejemos que maceren.
¿Le merece alguna opinión lo sucedido en la SCD con Scaramelli?
No he seguido el caso con atención. Sinceramente, me da lo mismo. El poder vuelve estúpidos a los hombres. Para mí la SCD es como Chilectra, me presta un servicio que no puedo proveerme por mí mismo. Ellos recolectan mis derechos, que es una pega burocrática y engorrosa, y te cortan la cola. Simple. No es un colectivo con espíritu gremial ni sindical, es una empresa privada bastante lucrativa y dentro de todo, súper funcional.
Otro de los temas contingentes ha sido la denuncia de violencia contra Tea Time. ¿Qué le parece que la gente haya hecho extensivo su repudio a Los Tetas?
No me gusta hacer leña del árbol caído ni cuchichear sobre la desgracia ajena.
El público tiene una imagen de que las bandas son una familia, que saben todo de la vida del otro. ¿Es una imagen equivocada?
No es como cualquier trabajo, tiene sus peculiaridades. Tiene que ver con lo que te decía de la SCD, que trata de promover una cosa sindical, como si fuéramos trabajadores normales, cuando no lo somos. Digo, me encantaría homologarme con un albañil, pero sé que no es posible. Porque intentamos servir a la Música, cuyo reino no es de este mundo. El maestro constructor, por artístico que pueda ser, basa su trabajo en este mundo tangible. Nosotros no. Además, somos errantes y vagabundos, lo que nos aleja del carácter colectivo del obrero. Cada músico se mueve con su clan nómada, que sería la banda. Pero es verdad que en el grupo, más que amigos, somos compañeros, gente que comparte el pan. En nuestro caso es así, no somos de frecuentarnos por motivos extramusicales.
Cuando un artista cae en estas situaciones, ¿su obra se mancha?
Creo que la obra, cuando es verdadera, siempre hablará de la vida privada de su autor. Y el que no lo ve es que no se ha fijado bien. Para mí, obra y vida son indisolubles. Y en esta época de tanto blablá, cae de cajón la vieja enseñanza "por sus frutos los conoceréis".
¿Ha vuelto a reflexionar sobre feminismo, marchas, matriarcado?
Jajaja… cómo quieres sacarme la cuña, ¿ah? Bueno, siempre estoy rumiando algo. Pero no soy tan bueno con los conceptos globales ni con los grandes sistemas de ideas, de los que desconfío. Soy más bien elemental y rudimentario.
Tras el año pasado, cuando su opinión generó mucho debate, ¿se cuida más de lo que dice?
En primer lugar, nunca he hablado sobre feminismo. No es mi tema, y le tengo mucho respeto. Jamás me oirás hablando de feminazis ni minimizando los problemas que deben sobrellevar las mujeres por ser mujeres. Sí se publicaron, bien o mal editadas, algunas opiniones mías respecto a lo femenino y lo masculino. Reconozco que hay muchas cosas del discurso progresista oficial con las que disiento. Huelo que ese discurso va detrás del mismo viejo hueso podrido, el poder. Y creo que en ese sentido la mujer se está pareciendo peligrosamente al hombre, siendo el hombre el modelo del desastre absoluto. Estamos nivelando para abajo. No es la mujer la que se tiene que integrar a la sociedad. Es la sociedad la que debe desmantelarse. Y la sanación, si la hay, será lenta. Nuestro sistema de vida ha tardado seis mil años en desarrollarse. No espero que el desarme sea mucho más rápido.
¿Siente que fue víctima de lo que se ha llamado "la dictadura de lo políticamente correcto"?
Es cansador, pero qué chucha. Hay niñas y niños leyendo, y hay que enseñarles a ser valiente con el ejemplo. Y para mí, valiente no es quien dice lo que piensa, sino quien piensa lo que dice. Pero que lo piensa de verdad. Igual sé que lo mío lleva derechito al escarnio público, y no soy masoquista. Doy súper pocas entrevistas y sólo cuando le son útiles a la banda, como ahora que viene un Caupolicán.
¿Vio lo del "Bus de la libertad"?
Me importa una soberana raja. Pero si tuviera que opinar, diría que me parece bien que se dé su vueltita. Es como el cuento del traje nuevo del emperador, la gente que apoya y financia ese bus se muestra ante la gallada tal cual es, en pelota. ¡Que hagan el loco si quieren! Atacándolos les dan en el gusto, les dan fuerza, en cambio, la indiferencia los debilitaría. En fin, el afán de que todos pensemos igual es empobrecedor.
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