Descifrando a Mauricio Pinilla

Pocos entienden cómo se puede inmortalizar un fracaso con un tatuaje. Para la psicología, podría ser un símbolo para sacudirse la angustia o sobrellevar el duelo.




El sábado 28 de junio Mauricio Pinilla volvió a perpetuar otra negra jornada en el derrotero del fútbol chileno. En el último minuto del alargue ante Brasil por los octavos de final de la Copa del Mundo, su remate estremeció el travesaño de la portería rival, un remezón, que como tantos otros, se albergarán entre los fracasos del deporte local.

Pocos días tras la jugada, reconoció que no podía conciliar el sueño, y sorprendió a todos, publicitando en las redes sociales, que no sólo conviviría con la jugada en su mente, sino también en su cuerpo, tatuándose el malogrado remate en la parte baja de su espalda, acompañado de la frase "one centimeter from glory" ("a un centímetro de la gloria"). No fue lo único. En la sien derecha dibujó la palabra "blessed" (bendito) y en el costado izquierdo "for life" (por vida).

¿Por qué lo hizo? Muchos se preguntaron por qué inmortalizar el recuerdo de un fracaso y un momento que muchos de los 17 millones de chilenos quisieran olvidar. Pero Pinilla no. Salomón Magendzo, psicólogo de la Clínica Las Condes (CLC), dice que el tatuaje, como algo permanente, se transforma en un recuerdo eterno de lo ocurrido. "Para aliviar la angustia", tal vez, teoriza. "Se ha escrito mucho sobre hacerse tatuajes, acerca de la necesidad de identidad y  pertenencia que entregan", dice.

También en el plano de lo teórico, afirma que tras su acto puede haber una actitud narcisista de "síganme recordando pero para bien", señala Magendzo. "En ese acto se redime porque hace uso de ese desliz, y en vez de quedarse en recogimiento o en silencio, lo exagera. Pero no es necesariamente por su personalidad, sino porque está en un entorno que fomenta esa actitud, que le dice que con el fracaso puede ser famoso", sostiene el experto de CLC.

Para Raúl Carvajal, psicólogo de Clínica Santa María, ese tatuaje puede ser interpretado como algo simbólico. Un acto que busca convertir esa imagen en un recordatorio de estar al límite de conseguir lo que soñaba. "La necesidad de tener un símbolo para que no se olvide que pasó por eso, es una imagen de la angustia y de la alegría al mismo tiempo, una mezcla de emociones que no son objetivables, que es algo difícil de transmitir a través del discurso y se dice de esa manera", recalca.

El tatuaje es una transgresión, concuerdan los expertos. Una forma de decir lo que no puede ser dicho. Pero además, tiene la característica de que se consigue a través de un proceso doloroso. En este caso, dice Magendzo, fue un acto de "mala suerte" que debe haber generado mucha angustia en el jugador. "Como el fútbol genera esa sensación de que todos están jugando, que es un acto de tanta pasión, también el fracaso se vive muy intensamente. Y una manera de mitigar la angustia inconscientemente, es el de hacerse daño en el cuerpo. Porque el tatuaje no es sólo para llamar la atención, sino que duele, pese a la anestesia, duele y ese dolor es el que mitiga la angustia", indica el psicólogo como posible explicación.

A los futbolistas, dice Carvajal, les cuesta más allá del futbol generar una identidad fuera de la cancha. "Ellos son lo que son en la medida que son famosos y esa fama se la da el fútbol. Muchos futbolistas hoy viven mucho desde ese lugar, de lo que tienen hoy, y para dejar eso marcado es que necesitan de esas marcas en el cuerpo", sostiene.

El evento representa un duelo, señala Carvajal, lo que es vivido de diferentes maneras. "Hay gente que lo resuelve bien sin demostrarlo, pero otros necesitan un símbolo para seguir adelante", indica. Y la urgencia de hacerlo a pocos días del partido, agrega, es por la necesidad de dar un cierre a la experiencia. "Ahí se cierra la emoción, no es sentir lo mismo todos los días, sino ahí quedó todo, y no será el pensamiento que lo persigue".

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