Desde la cárcel, Fujimori habla de La Haya

Desde la cárcel, el ex presidente peruano redactó para La Tercera una carta, en la que señala que Chile y Perú deben acatar el fallo, pero además recuerda la época en que firmó el acta de implementación del Tratado del 29, con Eduardo Frei.




Alberto Fujimori ya no pinta retratos surrealistas ni incaicos, como lo hacía durante sus primeros años de encierro. El ex presidente peruano, dice su abogado, "está deprimido". Hace siete años, el hombre que dirigió Perú durante una década (1990-2000) fue extraditado desde Chile y desde entonces cumple una sentencia de 25 años de cárcel por dos casos de violaciones a los derechos humanos durante su gobierno. Fujimori ha insistido en que es inocente y ha culpado de prácticamente todas las acusaciones en su contra a Vladimiro Montesinos, su ex mano derecha y otrora jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).

El ex mandatario recibe bastantes visitas y se mantiene informado de lo que ocurre en el exterior. Incluso, durante la campaña de su hija Keiko, en 2011, transformó su celda en una suerte de cuartel de campaña. Hace poco, eso sí, le quitaron el acceso a un teléfono, por lo que la única manera de comunicarse es a través de cartas.

El miércoles, Fujimori trabajó en una misiva para La Tercera, en la cual se refiere al fallo de La Haya. Al día siguiente, su abogado entregó la carta, de puño y letra, dirigida a sus "queridos amigos chilenos", con fecha del 30 de enero de 2014. "A los chilenos les invoco por igual que comprendamos y acatemos la decisión de la Corte de La Haya. Ahora no centremos el debate en quién ganó o en quién perdió. Para mí, ganó el Perú y ganó Chile", se lee en el texto.

Hubo una época en que Fujimori era respetado. Eran sus primeros años de mandato, los  los tiempos cuando venció en las urnas a Mario Vargas Llosa, en 1990, siendo un ingeniero agrónomo completamente desconocido.

Durante su gobierno, se llevó a cabo una lucha intensa contra Sendero Luminoso, se arrestó a su líder, Abimael Guzmán; cerró el Congreso en 1992, enfrentó la toma de rehenes por parte de un comando del MRTA en la residencia del embajador de Japón y más tarde -antes de que la corrupción hiciera caer su administración- firmó con Eduardo Frei las actas de implementación del Tratado de 1929.

En ese momento, se pensaba que ambos países habían superado sus problemas de límites. En su carta, Fujimori recuerda aquel momento: "Fui el primer Presidente del Perú en haber concretado una visita oficial de Estado a su país (Chile). Y de haber sido el Presidente que junto con el Presidente Eduardo Frei, de poner término a los continuos conflictos entre Tacna y Arica, después de 70 años del Tratado de 1929".

Con la firma de ese acuerdo, Chile formalizó la entrega a Perú del ferrocarril que une Tacna con Arica, un muelle de atraque y la oficina de Aduanas. Esas obligaciones habían quedado establecidas en el pacto del 29, en compensación por el territorio perdido por Perú tras la Guerra del Pacífico.

LUNA DE MIEL Y MURAKAMI

Fujimori también recuerda las "peripecias de la extradición" y su particular, la relación con Chile. "Escribo con la nostalgia que me da el haber pasado mi luna de miel en Chile, allá por 1974, 40 años atrás". En noviembre de 2005, tras haber pasado cinco años en Japón, luego de su estrepitosa renuncia y fuga a fines del 2000, Fujimori llegó a Chile, calculando que desde Santiago podría manejar su situación política y judicial. Pero su plan falló, fue detenido y luego extraditado.

La semana pasada, su abogado, William Castillo, viajó a Chile para presentar cuatro solicitudes. El reclamo principal que sostiene la defensa de Fujimori es que la Corte Suprema chilena autorizó la extradición en 2007 para que el ex presidente fuese juzgado en Perú, "por homicidio calificado, lesiones y secuestro, pero no por delitos contra la humanidad". "A Fujimori lo quieren silenciar porque les da miedo que opine porque cualquier cosa que diga remece todos los estamentos", opina su abogado.

Pese a que Fujimori fue juzgado por casos emblemáticos, como La Cantuta y Barrios Altos, aún tiene partidarios y una influyente bancada en el Congreso. El año pasado, seis de cada 10 peruanos se mostraron a favor de un indulto "por razones humanitarias", medida que fue rechazada por Ollanta Humala, en junio de 2013.

Hoy pasa sus días en una celda con dos ambientes. En un espacio tiene una pequeña biblioteca, un comedor y una cocina, mientras que en el segundo ambiente, de unos 50 metros cuadrados, está su cama y un baño. Cuando no pinta cuadros, el ex presidente lee a Haruki Murakami, pero también ha solicitado textos griegos, como La Ilíada y La Odisea.

Además, cultiva flores en un jardín privado. Fujimori se aferra a la esperanza de que su hija Keiko vuelva a postular a la presidencia en 2016 y que, de ganar, le otorgue un indulto.

REAPARICION EN AUDIENCIAS

"Los hermanos siameses". Así les decían a Fujimori y Montesinos en la época en que dominaban hasta los más minúsculos detalles de la vida política y militar de Perú.

Ambos se encuentran en prisión: Montesinos en la Base Naval del Callao y Fujimori, al otro costado de Lima, en el cuartel de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Dinoes), en un recinto militar de 10 mil metros cuadrados, rodeado de áridos cerros, pero con un microclima más templado.

Ahí, el Poder Judicial peruano montó una sala de audiencias, a la que el ex jefe de Estado suele acudir casi todas las semanas. Sus detractores dicen que Fujimori, de 75 años, ha utilizado esa instancia para victimizarse, buscar beneficios carcelarios y "teatralizar" su condición. No hace tanto, la prensa limeña difundió imágenes de un Fujimori casi moribundo, aquejado por un grave problema de salud, según sus cercanos. Entonces, sus críticos dijeron que se trataba de un show. Lo cierto es que el ex mandatario tuvo un cáncer en su lengua, que de acuerdo con un informe de la Junta Médica Penitenciaria, conocido en marzo de 2013, ya "no presenta evidencia actual".

El martes pasado, Fujimori se presentó a una audiencia por el caso de los "diarios chicha" -la prensa sensacionalista supuestamente manejada por él y Montesinos- y pidió que cambiaran el horario de visita para que sus nietas, Kyara y Kaori (hijas de Keiko), lo pudieran ver.  El jueves de esta semana pidió defenderse de las acusaciones de un testigo y no ocultó su rabia cuando las magistradas le dijeron que sólo podía pronunciarse a través de su abogado. Fujimori lucía una vestimenta azul, mocasines café, calcetines blancos muy cortos y pelo cano. Se le veía lúcido y desconfiado, como siempre.

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