Director de Momix: "Bothanica es un tour elegante y surrealista"

Bailarines convertidos en plantas, en insectos y en dinosaurios son parte del nuevo espectáculo de la compañía en Chile. <br />




Podrá vivir en Nueva York, pero Moses Pendleton sólo piensa en el campo. Al teléfono desde Estados Unidos, el creador de la famosa compañía de danza Momix describe así su último espectáculo: "Es un tour elegante y surrealista por un mundo imaginario lleno de naturaleza. Es el jardín de Momix".

Bothanica, el último show de la compañía, llega a Chile para ser presentado en el Teatro Teletón, a partir del 16 de mayo. Estrenado a principios de año en Italia y EEUU, ha ganado aplausos del público y elogios de la crítica, que lo describe como  "en constante tensión entre ilusión y realidad, miedo y emoción" (The New York Times). Pendleton lo llama una "interpretación muy libre" de Las cuatro estaciones, en la que 10 bailarines dan vida a plantas, insectos e incluso dinosaurios. "La lógica de Momix es la de un sueño. No es lineal, sino que son rápidos cambios de imágenes. Es como caminar por el campo y ver que se cruza un pájaro.

"HAY UN DISFRUTE DE ESA SORPRESA Y ENERGÍA"
Pendleton fundó Momix en 1981, tras 10 años de formar parte de Pilobolus, otro influyente grupo de danza. Momix tendría su sello personal: un espectáculo muy físico, que destaca por sus efectos visuales que combinan objetos y despliegue corporal. "Somos teatro visual, más que danza. Creamos imágenes, que en este caso abordan el tema de la botánica. Acá usé 38 fuentes de música, incluyendo el canto de pájaros".

Es la afición por la naturaleza la que inspira a Pendleton:  "Soy un devoto cultivador de girasoles. Mientras me llamas, estoy mirando miles de semillas que estoy a punto de meter a la tierra para empezar un nuevo ciclo". Es esa observación casi obsesiva de la naturaleza la que impulsa la creación en Momix. Todo empieza, dice Pendleton, con una caminata por el bosque. "Cuando es un día de mucho viento, me emociono: sé que el viento creará un ballet para los árboles. Entonces voy corriendo para allá con mi cámara. Claro, no soy un monje que vive en el Tíbet: trato de capturar estas experiencias en un reproductor de mp3 o una cámara de alta definición para luego traducirlos en un show de Momix".

El resto, dice, consiste en  una  "disciplinada improvisación", que puede durar hasta nueve meses. "Casi nunca pienso en la coreografía, realmente. Al inicio busco crear una atmósfera, para que la pieza se desarrolle en forma natural. Si sales a un club y te emborrachas un poco, todos empiezan a actuar de forma espontánea y ahí puedes encontrar mucho material. Esto es igual: si sueltas a la gente, son muy creativos. Sólo tienes que soltarlos: por eso el director es como un chamán, un psicoterapeuta".

Su próximo proyecto, dice, será acerca del mar. Fanático de la poesía de Pablo Neruda, se ilusiona con visitar la casa del poeta en Isla Negra y desde ahí observar el agua. "Ciertamente, si me quedara en su casa podría observar ese mar. Me acercaría al agua salada y observaría cómo el mar besa la costa. Además, cuando voy a Chile, saco mis Veinte poemas de amor, leo sobre la desesperanza y me siento mejor".

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