Dulce Margarita García, entrenadora de Natalia Duco: "Si seguíamos en Chile, moríamos"

Desde hace 13 años pasa 24 horas del día con ella. La mujer que hay detrás de la mejor lanzadora de bala nacional de todos los tiempos se abre para La Tercera.




Su discurso es deseable como un regalo de cumpleaños. Y después de escucharla, se hace difícil desconfiar de ella. Ante cada pregunta, expone un deber. Por eso hay que leer a Dulce Margarita García (Puerto Padre, Cuba, 1968) para acostumbrarse a amar lo que uno hace. Una mujer educada en la ambición que ahora le transmite a Natalia Duco cada día, cada hora, cada minuto. Por eso da la impresión que lo suyo es algo más que un trabajo. Es un acto de fe, cuya identidad descansa estos días en León, donde una se apoya a la otra desde la libertad y sin interferencias. Dulce se fía de su pasado (fue una reputada lanzadora de jabalina), parte de su patrimonio y de su disciplina que despierta cada día con cara de felicidad. No concibe otra forma de intentar construir una medalla olímpica.

¿Qué es la mentalidad olímpica?

Sé lo que es porque la conocí. Fui finalista en Barcelona 92 y no se me olvidará. Hay que cerrarse a todo y sólo pensar en los JJOO, vivir sólo para un objetivo, como si no existiesen problemas en el mundo, ni los de tu familia, porque la mentalidad olímpica es así: vivir por y para tí.

¿Y entonces eso qué implica, que Natalia no coja un teléfono o no vaya a ver una película de cine?

Significa que estamos ante un objetivo que no sabemos si va a volver. Pero eso no implica que Natalia no pueda relajarse, no vaya al cine los domingos, no vea algún serial, que le gustan mucho, haga sus ejercicios de visualización, o no pueda hablar por el celular con su familia. Pero todo controlado, porque ése es nuestro deber. No podemos abusar del estrés por ninguna otra parte. Hasta sus familiares saben que ahora no le pueden decir nada, contarle ningún problema... Ya habrá tiempo después de Río.

¿Toleraba esto en su época?

Yo me retiré en 2000 con 32 años. Tuve una lesión destructiva en mi brazo. Me lesioné el codo, me lo partí, y no hubo nada que hacer. Por eso a Natalia le insisto, “no sabemos cuando se puede terminar esto”, y le recuerdo que llegué a Barcelona sola, sin nadie que me cuidase. A ella no va a pasarle.

¿No es preferible alejarse del dramatismo?

No, en nuestro deporte debemos vivir con esa idea. Somos realistas y no nos importa, porque lo que hacemos es una invasión al organismo y hay que hacerlo bien. Por ejemplo, ahora hay que saber que ya llegó la hora de reducir el entrenamiento, hacer una sola sesión, darse hielo al terminar...

¿Cómo se visualiza el éxito?

Ésa es una pregunta para Natalia.

¿Qué le aconsejó usted entonces?

Yo le digo que sea ella y que haga lo que mejor le siente; a ella le gusta hacer esos ejercicios de visualización entre los árboles, donde corre el viento. De ahí saca su energía, se representa mentalmente y descubre lo que le molesta porque es la única que puede hacerlo. Yo la veo por fuera, pero no por dentro. Era lo que quería explicarle antes. El trabajo ya está hecho.

¿La impaciencia es natural?

Podría contestar que sí, pero creo que no. Máxime porque en las competiciones fundamentales siempre tuvimos buenos resultados. Entonces quiero suponer que sabemos manejar la paciencia.

¿El estrés existe en Natalia?

Sí, claro. De hecho, en Chile estaba muy estresada. Si seguíamos ahí moríamos: mucha vida social, demasiados compromisos..., imposibles de atajar. Sin embargo, en León estamos solas, es la rutina perfecta, lo que nos recuerda una y mil veces que este trabajo no sólo es físico. También es mental.

¿Sin psicología no hay deporte?

Para mí es importante. No sólo es lanzar una bala: es lo que una le transmite a la bala. Todo el mundo tiene una energía interior, pero no todos saben buscarla. Con Natalia la hemos encontrado. Y no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que ella nunca lanzaba segura.

Pero para eso estaba usted.

No digo que no. Mire, Natalia tenía un problema. No tenía un movimiento estable. Sin ese movimiento, no podíamos llegar dónde pretendíamos. Ahora lo hemos encontrado y ella tiene físico para regalar... Hay que agotar todo lo que tenemos. Yo llevo 13 años con ella, desde que tenía 14.

¿Vuelve al pasado?

Es que el pasado nos da la razón. En los últimos años Natalia siempre ha lanzado por encima de 18 metros. Trabajamos para las grandes competiciones y no fallamos. Pero esto es una consecuencia del tiempo, claro. Ahora, Natalia es más formal, más creíble. El trabajo de visualización lo hace sola, porque aprendió a canalizar su energía. Hay gente que así pasen los años, no aprende nunca.

¿Eso diferencia éxito y fracaso?

Mire, más que eso, en nuestro caso es porque aprendimos a dosificar el tiempo libre, a ir un cine cuando hace falta, a bailar un poco de salsa, y hasta ir de compras. ¿Acaso no le relaja a una mujer ir a Zara, a Mango...? Probarse la ropa, ver cómo te queda, todo eso te dosifica, te enseña a dosificarte.

¿Llegó el momento de la medalla?

No lo sé, pero éstos son los terceros Juegos de Natalia. Si recordamos que a los primeros fue muy chica... Me parece, como mínimo, que ésta es la etapa de Natalia. Sí es verdad que hay lanzadoras con 30 o 32 años que han alcanzado una longevidad y que ésa sería la edad de Natalia en los próximos Juegos... Pero ahora tenemos que pensar en los tres lanzamientos del día 12 de agosto que nos darían acceso a la final.

¿Una vida así es una locura?

No, porque le gusta y lo disfruta, lo disfrutamos las dos. ¿Tenemos estrés? Sí, ¿cómo no? El entrenador que no tenga estrés miente. Yo en cada lanzamiento hago el mismo gesto que hace ella.

¿Y se lo agradece?

No se trata de eso, sino de contar las cosas como son y saber que no todo es color de rosas. Por eso hay días en las que le hablo fuerte o ella me contesta fuerte y no importa: de las discusiones se aprende.

A usted, en su currículum, le falta la medalla olímpica.

Pude serlo. Pero precisamente por eso, y porque he transitado ese camino, sé de lo que hablo ahora, ¿se acuerda cuando le hablaba de la mentalidad olímpica? Por eso estamos en León: es lo mejor que hemos encontrado para tenerla. Nadie te molesta. Vamos caminando del hotel al entrenamiento. No la tengo que decir, “apaga el celular”. No la tengo que recordar que, si esto sale bien, la vida que más va a cambiar es la suya.Y, sobre todo, de León, en los últimos cinco años, han salido nuestras mejores marcas.

Cada uno debe encontrar su lugar...

Pero, sobre todo, es que Chile no está preparado para tener un deportista de alto nivel, porque faltan infraestructuras. Sé que va a molestar esto que digo, pero la prueba es que la mayoría se preparan fuera. De hecho, Natalia ha dedicado estos seis meses en exclusiva a los Juegos. Ha dejado hasta los estudios.

A cambio de cumplir un sueño. No es mal trato.

El trato, insisto, es el que es. Yo misma tengo problemas familiares en Cuba, hijas, familia..., y ¿sabe lo que voy a hacer cuando vuelva? Me voy a sentar y hacer una lista con los problemas que se pueden resolver y los que no. Pero ahora mismo no y disculpe si soy repetitiva. Pero es que este deporte te aísla en un momento como éste... No quiero decir que en los próximos Juegos, no pueda llegar Natalia. pero ¿quién va a pensar a cuatro años vista? Yo competí en Barcelona con 26 años y pensé que podría llegar a Atlanta y que tal vez sería mi momento. Pero nunca pude llegar, me partí el codo.

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