El duro camino del héroe polaco
Diego Bielkiewicz entró en la historia de Iquique. Su gol en el 94´, el de la remontada ante Zamora, quedará para siempre. La vida, en cambio, no le ha dejado muchos festejos.
Diego Bielkiewicz (26 años) se llena de abrazos. Unos minutos antes, el argentino formado en las inferiores de Lanús anotaba agónicamente el gol la victoria por 4-3 ante Zamora, el de la remontada histórica en la Copa Libertadores. Los gritos de los hinchas celestes resumen la ilusión de un equipo que volvió a meterse en la lucha por clasificar a la siguiente fase. Una jugada para siempre, que ya nunca muere.
Nadie se resta de los festejos. Ni siquiera Jaime Vera, el técnico, que minutos antes le pedía a sus futbolistas que cuidaran la igualdad: "Cuando íbamos 3-3, se escuchaba al técnico que nos gritaba de afuera que no atacaramos más porque no quedaban más de 30 segundos. El empate no era malo por cómo se fue dando el partido. Entiendo su instrucción. Uno quizás no se imagina lo que va a terminar sucediendo. Quizás todo el mundo pensaba que empatábamos. Era la última jugada, y por suerte la pude aprovechar. Fue una alegría inmensa", dice el Polaco, como lo llaman sus más cercanos.
Su historia, sin embargo, ha estado marcada por el sufrimiento, muy lejos de las sonrisas que hoy abudan en Cavancha. Más aún cuando recuerda, en conversación con La Tercera, el momento más duro que tuvo que enfrentar en su vida. En 2015, cuando defendía a Gimnasio y Tiro de Salta, de la tercera categoría del fútbol argentino, sufrió la pérdida de su hijo. Pese al dolor, jugó al día siguiente un duelo clave para la continuidad del técnico Luis Rueda, ex futbolista de Universidad de Chile: "Decidí jugar el día después de haber perdido a un hijo. Es algo personal. Lo conversé con mi mujer y me respaldó en mi decisión".
Cambia su tono de voz. Se le escucha más bajo. "Decidí jugar ese día porque tenía una muy buena relación con el cuerpo técnico de turno, el profe Luis Rueda. Siempre fue una persona que confió en mi juego, medio la oportunidad de tener trabajo. En ese partido se jugaba el puesto y yo debía respaldarlo. Por suerte metí el gol de la victoria. Salí entre lágrimas del partido", recuerda, sin querer ahondar más en el tema.
Su llegada a Iquique no tenía en los planes el torneo local. La dirigencia, al tener copado los cupos de extranjeros, le ofreció contrato por 12 meses, pero con la condición que durante el primer semestre sólo disputaría la Copa Libertadores. Sin embargo, la nacionalización de Mathias Riquero le abrió un cupo entre los futbolistas de Vera para el certamen local. "Siempre la condición fue que iba a jugar sólo la Copa. Yo hice un gran esfuerzo por venir a Iquique, pero eso es algo que me lo guardo para mí. Cuando supe que me inscribirían, me esforcé aún más para rendir y cumplir las expectativas", agrega el nacido en Buenos Aires.
Hoy, pese a la gran expectación que existe en la ciudad por las últimas presentaciones en el certamen continental, el delantero asegura que sólo se enfocan en conseguir el Clausura. "Como plantel tenemos claro que el título chileno está más a la mano que ganar la Copa Libertadores. Uno tiene que estar claro en eso. Cuando a uno le va bien en el torneo, se clasifica a la próxima Libertadores. No nos podemos desviar de ese torneo, que sin duda es lo más importante para nosotros", recalca.
Por eso el cuadro iquiqueño no descansa. Ayer, durante la mañana, a menos de 24 horas de haber enfrentado a Zamora, ya entrenaban en Cavancha pensando en Wanderers: "Nos jugamos el título en las cuatro fechas que quedan. Iremos a ganar, aunque sabemos que ya no depende de nosotros quedarnos con el trofeo. Dependemos de otros encuentros, pero pelearemos hasta el final. No tengan dudas".
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