Eduardo Frei: "Hay una forma de hacer política que se agotó"

<p>El candidato oficialista dice que siempre supo que esta elección sería más difícil que las anteriores, que tanto él como Chile han cambiado desde los 90, y que le molesta que se ponga el foco en los problemas de la Concertación, ya que -a su modo de ver- en la Alianza hay "tantos o más" conflictos que en el conglomerado de gobierno.</p>




El 29,6% que obtuvo Eduardo Frei Ruiz-Tagle el 13 de diciembre representa, prácticamente, la mitad de la votación con que venció las elecciones presidenciales de 1993, cuando sacó un 57,9%. Pero a una semana de que los chilenos acudan a las urnas para dirimir entre su candidatura y la de Sebastián Piñera, si hay algo que el ex presidente no se permite es mostrarse abatido. Cuando se le pregunta por su pronóstico, no vacila en llevarse el índice y el pulgar al rostro, hacer su gesto característico de campaña y responder: "Vamos a ganar por nariz".

-En todas las elecciones en que usted se había presentado, desde 1989 hasta ahora, siempre entró como favorito y ganó sin problemas. Por primera vez no tiene la primera opción…
No crea que antes tuve todo tan fácil. Cuando partí el '88-'89 me fue bastante mal. En esa época decían que yo era puro apellido, por mi padre, y lo repitieron hasta el '94.

-Eran más bien críticas personales. ¿Cómo es enfrentar por primera vez una elección sin ser el favorito?
Hay que trabajar más y hacerse cargo de las realidades. Antes de lanzar mi candidatura, la gente me decía que iba a poner en riesgo mi capital político, pero la política es en función de lo que uno hace todos los días y no de los cartones que uno tiene. Si hubiera hecho ese análisis, me habría quedado en mi casa tranquilo, pero creo que a este país le va mucho mejor con la Concertación que con la derecha.

-¿Cuánto lo han sorprendido las dificultades que ha enfrentado en esta campaña?
Desde el principio sabía que esta elección iba a ser más difícil. Partimos con seis candidatos, había un problema grave con la DC, después con gente del PS. Tenía claro que la realidad era absolutamente distinta a los 90.

-Usted sacó menos del 30% en primera vuelta. ¿Eso refleja una Concertación agotada?
Hay muchas maneras de ver los resultados. En la votación parlamentaria la Concertación sacó cerca del 45%. Ahora, es evidente que hay una forma de hacer política que se agotó. Pero eso es válido para nuestra coalición y para la derecha. Se han magnificado mucho los problemas de mi campaña, pero al otro lado ha habido tantas o más peleas, cuchillazos y disparos que en la Concertación. Hay una tarea pendiente. En los 90, la gente que asumió responsabilidades era prácticamente la misma del 73. Ha costado que las nuevas generaciones asuman responsabilidades políticas.

-Algunos estiman que el malestar se agudizó por la forma en que usted fue nominado, proceso del que se excluyó Marco Enríquez-Ominami. El ex Presidente Lagos lo dijo esta semana. ¿Tienen sentido hoy, a una semana de la elección, esos análisis? 
Habrá tiempo después. Mi objetivo central es unir a todas las fuerzas progresistas, a los que votaron por Jorge Arrate o por Enríquez-Ominami, y a todos los desencantados, que votaron nulo para construir una propuesta de futuro.

-¿Ser ex presidente no hace más difícil la tarea de convencer al electorado que puede impulsar una renovación?
No es un problema de si fui o no Presidente, sino de convicciones democráticas y progresistas. Siempre he defendido la renovación. Fui el primer presidente de partido elegido por votación universal y el primero que pidió primarias el '92. Ahora, cuando uno invita a una nueva generación, no está echando a los otros. Hay ejemplos, y quizás el más notable de renovación y de capacidad de competir es Andrés Zaldívar. El punto básico es construir un programa de gobierno que se haga cargo de esas realidades. Es evidente que hay un malestar de la ciudadanía que se ha manifestado en esta elección.

-¿La negativa a renunciar de los presidentes de la DC y el PS se convirtió en un obstáculo para mostrar una candidatura más renovada?
No tengo esa sensación. A partir del momento en que los partidos me entregaron libertad y autonomía para la campaña y el futuro gobierno, todos se han ido sumando.

-¿Habría sido más fácil ese proceso con la renuncia de todos los presidentes de partido?
Ya habrá tiempo de analizarlo.

-Mucha gente en su comando y en el gobierno espera que Enríquez-Ominami lo respalde en los próximos días. ¿Cree que eso va a ocurrir?
Soy muy realista y muy aterrizado. Nosotros hemos invitado a todos a sumarse, desde el día 13 en la noche, y hemos tenido una respuesta muy positiva. Esta semana se sumó Carlos Ominami. Podría dar una lista de nombres, en todo Chile.

-Se habla mucho del Frei 2.0 para comparar al de los 90 con el de 2010.
¡Si fuera el mismo de los 90 estaría enterrado o jubilado! La condición esencial del hombre es el crecimiento, la evolución. Los principios y valores que tengo son los mismos, nadie va a decir que no he tenido una conducta pública distinta, todo el mundo sabe que soy católico, republicano, pero evidentemente que las situaciones han cambiado. Chile no es el mismo de los 90 ni yo tampoco. Chile ahora es un país al borde del desarrollo, con nuevos desafíos y nos vamos a hacer cargo de ellos.

-¿Qué es lo que más le ha molestado de la campaña?
Lo que más me molesta es el sesgo de la información: cuando a un candidato se le pone lleno de gente y al otro en blanco y negro, cuando voy a una reunión con mil personas y la única imagen que sale es la mía subiéndome o bajándome del auto. El miércoles me proclamó la CUT, había 400 dirigentes, estaban la Anef, el Colegio de Profesores, los taxistas, los dirigentes del comercio... nunca un candidato ha tenido el apoyo sindical que tengo. ¿Eso no es noticia?

-¿Eso es muy diferente de la campaña de 1993? ¿La diferencia no está en las mayores dificultades que enfrenta ahora?
Hoy hay más sesgo en la información. Lo veo en el caso del Presidente Frei Montalva. Cuando salió el fallo, hubo una campaña para destruir la sentencia del juez. Y después, cuando la Corte Suprema emite un juicio rotundo y dice que el Presidente Frei fue asesinado dicen que es una maniobra para ganar votos. Es una bajeza.

-¿No es legítimo que se debata sobre el fallo si muchos abogados cuestionan que haya evidencia suficiente sobre la autoría que se atribuye a los procesados?
Nunca, desde el 2001, cuando nos hicimos parte en el primer proceso, he atribuido responsabilidades a nadie. Jamás he nombrado a alguien. Me quedo con que la Corte Suprema dijo que fue un asesinato. Eso es definitivo: cuando en su cuerpo se encuentra talio y gas mostaza, es concluyente. Una cosa es la autoría y otra cosa es lo que pasó.

-¿Lo que pasó está completamente establecido?
El ministro Madrid cambió la carátula y puso homicidio simple. La Corte Suprema habló de asesinato. En los cuatro fallos que se entregaron está el  considerando de la asociación ilícita. En especial lo que aparece en unos cinco considerandos del fallo sobre Patricio Silva. Estoy seguro de que no hay ciudadano bien nacido de este país que no concuerde con que el Presidente Frei fue asesinado y que no espere que se haga justicia, como en tantos otros casos de derechos humanos.

-En esta campaña se ha debatido cuánto se ha renovado la derecha chilena. ¿Cuál es su opinión?
Sería absurdo que tuvieran la misma visión política que hace 20 años. Pero por la forma en que se han votado los proyectos de ley, creo que en muchas cosas no ha aprendido, como en derechos humanos y en el tema laboral. Creo que la derecha sigue siendo excluyente. Pese a que hay una renovación de cuadros, siguen dándose esas posturas. Las diferencias que hay entre RN y la UDI lo demuestran.

-¿Esas diferencias no son similares a las que tienen la DC y el PS en temas valóricos, por ejemplo?
Claro, pero eso es lo único que sale... En la campaña los únicos problemas que salían eran los de mi comando, como si los otros fueran santas palomas. Las otras tres candidaturas eran una taza de leche y nuestro comando era una guerra permanente.

-Los conflictos entre el sector del diputado José Antonio Kast y el comando de Piñera se divulgaron bastante.
Sí, pero eso era por la píldora.

-Y por la inclusión de homosexuales en la franja.
La derecha no ha evolucionado en muchos aspectos. Ahora Piñera ofrece todo, se subió a la protección social, cuando al comienzo decían 'esta señora no da el ancho' o 'es una populista' por el plan de protección social.

-¿Tenía razón el ex Presidente Lagos cuando dijo que era indispensable para ser candidato de la Concertación tener facultades para determinar las listas parlamentarias y ordenar la coalición?
Tengo un gran respeto por el Presidente Lagos. Ahora, más que ordenadores, lo que importa es tener un líder de la Concertación. Espero, si soy elegido, ser el líder de la Concertación y actuar en consecuencia.

-¿Existe un déficit de liderazgo en la coalición por parte de la Presidenta Bachelet? ¿Cómo, con un respaldo de más de 80%, su candidato obtiene menos del 30%?
Y cuando la Presidenta llegue al 100%, ¿vamos a seguir hablando de falta de liderazgo? (Ríe) Más que la Concertación, ese es el liderazgo país que tiene la Presidenta, reconocido en todas partes.

-¿No son dos cosas diferentes ser líder de la Concertación y ser Presidente?
Los partidos también tienen sus autonomías. El Presidente puede conducir y dialogar con los partidos, pero es Presidente de todos, no sólo de su coalición. Es lo que ha demostrado la Presidenta Bachelet. Ahora, que hay problemas en los partidos, lógicamente que los hay. Si no, el 56% habría tenido un solo candidato. Y sobre el traspaso de respaldo, la Presidenta lo dijo el otro día: cuando el Presidente Lagos tenía el 70% de apoyo ella estaba en 30% o menos.

-En las campañas anteriores se le decía a la Alianza que si no era capaz de gobernarse a sí misma difícilmente podía aspirar a gobernar el país. ¿El argumento podría volcarse ahora en contra de la Concertación?
Es un argumento válido. Pero para el otro lado es más válido: yo no veo a ningún dirigente de la UDI, ni a Lavín ni a Longueira, junto a Piñera hoy. Desaparecieron después del 13 de diciembre. Es curioso. ¿Quiénes son los presidentes de los partidos de la derecha? Porque el candidato los hizo desaparecer hace como un mes (ríe). La derecha tiene conflictos soterrados, pero brutales.

-¿Se ha sentido más solo que el 93? Antes, usted tenía un equipo muy estructurado. La mayoría de las personas con las que está trabajando hoy no las conocía previamente.
Habría sido un contrasentido plantear mi campaña con un equipo similar al de 1990.

-En esta campaña se le ve más solitario.
Todo lo contrario. Soy ingeniero, me gusta trabajar en equipo y lo he hecho toda la vida. Delego mucha confianza en la gente y hay quienes me critican por eso. Pero solitario, no. Mantengo la misma forma de ser: soy del mismo equipo, vivo en el mismo barrio, tengo la misma señora. No me voy a comparar con el otro candidato, porque van a decir que lo estoy insultando.

-Gente que lo conoce dice que su mayor cambio es que antes delegaba más y que hoy es más desconfiado. 
No tengo esa sensación. Pregúnteles a todos los que han trabajado en la campaña. No he escuchado a nadie decir eso.

-¿Ahora es más difícil mantener los equipos?
Es mucho más difícil convencer a la gente que participe en política. Ya a mitad de mi gobierno empezó a ser mucho más difícil. Una vez llamé a un amigo para integrarlo al gabinete y me dijo: "Qué te he hecho".

-¿No será más difícil reclutar gente porque se ve más difícil ganar?
Por la forma en que la gente se ha volcado en la segunda vuelta no tengo esa impresión. Tal vez en la primera vuelta, pero ahora se están volcando todos.

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