EEUU: Dallas invierte US$392 millones en teatro y ópera que compiten con Nueva York




El brillante dosel de tablillas transparentes de la Margot and Bill Winspear Opera House proporciona tres acres (1,2 hectáreas) de sombra y da la bienvenida de Dallas al distrito artístico que espera competir con el Lincoln Center de Nueva York.

El Winspear, y el Dee and Charles Wyle Theater situado enfrente, se inauguraron el 15 de octubre con una función operística de gala y espectáculos de danza y teatro. Se suman a un distrito artístico que incluye dos museos, una escuela media de arte y el Meyerson Symphony Center, que ya tiene 20 años y fue diseñado por el arquitecto I.M. Pei. Aún en construcción hay un espacio para representaciones al aire libre y una sala para grupos teatrales pequeños. De los US$392 millones que costaron los dos nuevos edificios y los dos aún en construcción, US$327 millones fueron recaudados privadamente.

El dosel del Winspear, con su refrescante sombra, podría convertirse en el espacio público más vital de la ciudad.

Al anochecer, la gran escalinata, visible dentro del salón de 60 pies (18 metros) de altura bajo el dosel, cobra vida cuando el público asciende a plataformas escalonadas que se aferran a la estructura oblonga rojo rubí del auditorio.

Aunque la ópera es una forma artística de emociones monumentales, el estudio de arquitectura londinense Foster & Partners mantiene frío y bien regulado el ambiente que alberga a la Ópera de Dallas, el Teatro de Ballet de Texas y los espectáculos itinerantes de Broadway. Spencer de Grey, jefe de diseño de Foster, coreografía el movimiento de las personas entre las plataformas tan bellamente como en los muchos aeropuertos que la firma ha hecho. El tamaño relativamente pequeño de la sala obliga a una agradable intimidad rara en Dallas.

HERRADURA
En la sala de 2.200 butacas, cuatro gradas se extienden sobre el nivel de la orquesta formando una herradura alta. Excepto por los frentes de los palcos, ondulantes y dorados a la hoja, el salón es sobrio. Las brillantes gradas de butacas parecen inquietantemente desconectadas de las sombrías paredes rojas.

Cuando las luces de la sala palidecen, un enorme candelabro, hecho de 300 resplandecientes tubos de acrílico en forma de estalactita, causa expectativa al retraerse en brillantes colores. Es un truco tan barato y emocionante como las instalaciones Sputnik de la Metropolitan Opera.

Durante una conversación, De Grey, comparó a la Winspear con la londinense Royal Opera House en Covent Garden. Ambas tienen forma similar y el mismo número de butacas. Es una configuración apasionante para los asistentes porque las bajas plataformas ponen a más gente cerca de la acción, y tales salas pueden tener buen sonido. Los actores absorben la energía del muro de personas que los observan.

VISIÓN RESTRINGIDA
La forma de herradura afecta la visión de las butacas laterales. En las gradas más altas, los asientos más cercanos al escenario tienen una vista limitada. Otros miran a través del salón en vez de hacerlo al escenario. Como en las viejas herraduras, los asientos que nos obligan a inclinarnos sobre el borde del palco para ver se compensan con un sonido extraordinario. Estos son consuelos a la antigua que un público moderno puede no aceptar.

Enfrente, el Wyle de 575 butacas podría ser resultado de tomar los ingredientes de un teatro negro, agitarlos y verterlos en un ondulante silo de metal. Este es el nuevo emplazamiento del Dallas Theater Center, que ha adquirido impresionante fama haciendo prácticamente de todo en busca del drama imaginativo en una difícil construcción de Frank Lloyd Wright.

Su nueva sede fue inspirada por las interminables posibilidades de un ahora demolido tinglado de metal construido en la década de 1980. El arquitecto holandés Rem Koolhas y su entonces socio Joshua Prince-Ramus (que formó su firma REX para la Office of Metropolitan Architecture --OMA-- de Rem) interpretó este rasgo envolviendo tres lados del teatro con puertas de vidrio destinadas a abrirse a los jardines circundantes. Este teatro no negro puede ser un espacio para fiestas o que invita a los transeúntes a participar en el espectáculo artístico en desarrollo. Para un director con inventiva, esto no es tan dudoso como parece.

CALABOZO A LA MODA
Para cumplir esta hazaña arquitectónica, la sala de hormigón se mudó al subsuelo: un calabozo a la moda al que se accede por una empinada galería inclinada. Cuatro columnas en ángulo atraviesan el vidrio elevándose para sostener los siete niveles que hay sobre la sala, incluidos espacios para ensayos, confección de vestuario, educación y mecanismos que crean el proscenio adelantado y otras configuraciones teatrales.

Hasta el proscenio y tres gradas de asientos traseros y laterales pueden elevarse hacia el cielo raso para liberar todo el piso y su envoltura de vidrio.

Este simpático y extraño teatro ha emergido de algún modo de una idea febril. Con sus paredes superiores recubiertas de tubos de brillante aluminio, parece una atractiva planta química. El funcional interior pintado de negro y gris, que contrasta con las elegantes butacas verde lima de austera firmeza, permite al drama destacarse.

Desafortunadamente, el dinero se acabó y ahora solo un conjunto de paneles de vidrio pivotea para abrirse, lo que convierte a la acrobacia arquitectónica en algo en gran parte sin sentido. ¿En qué pensaban? ¿Cómo pudo Dallas ir tan lejos y luego no permitirnos ver esta idea genial frustrarse o florecer?.

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