El relato de los hinchas que irrumpieron en el Maracaná
Cuatro de los 86 chilenos que fueron detenidos narraron cómo "la pasión los desbordó para poder ver a la 'Roja'". Dicen no ser delincuentes, aunque sintieron "vergüenza".
Cientos de flashes inmortalizaron al grupo de 86 chilenos y un boliviano que ingresó en una verdadera avalancha humana al Estadio Maracaná, en Río de Janeiro, antes de que la "Roja" eliminara a España, actual campeón del mundo, por dos goles a cero.
Los hinchas, aunque fueron detenidos por la policía local, igual pudieron ver el partido al interior del coliseo. Sergio Jarpa, uno de los sorprendidos por la seguridad brasileña, cuenta que los llevaron en grupos de 10 a una especie de calabozo que tenía un televisor que transmitía el encuentro. "El jefe de la comisaría sabía algo de español y nos dijo 'los dejo ver el partido si no se mueven y no hablan'. Todos nos quedamos quietos y al más mínimo ruido los policías nos repetían 'falar devagar, falar devagar' (hablen despacio en portugués). El himno lo susurramos y el grito de los goles fue algo contenido", relata Jarpa.
Sin embargo, la efervescencia silenciosa por el histórico triunfo, en el minuto 80 del encuentro se volvió incertidumbre. "Apagaron la tele y nos dijeron que nos llevarían a otro cuartel de la policía federal. Hubo gente que se puso nerviosa, incluso lloraron", dice Andrés Benavides, colectivero de Puerto Montt que también fue detenido.
Dicen que al salir del Maracaná, ese 18 de junio, se dieron cuenta que el hecho se había convertido en uno de los escándalos del Mundial de Brasil. En tres buses fueron trasladados a un sector de Río de Janeiro llamado ciudad policial. "Estaba lleno de metralletas", describe Jarpa. Allí llegó el cónsul, Samuel Ossa, y dos funcionarios de la Policía de Investigaciones, quienes catastraron a los hinchas y les comunicaron que existía un acuerdo: iban a quedar libres, pero debían abandonar el país en 72 horas. "El cónsul nos pidió que firmáramos el documento. Aunque estaba en portugués lo leímos. Admitíamos la falta, pero decía que no era grave", agrega Jarpa.
Rodrigo Retes, fanático de la Selección y que viajó desde Iquique, dice que regresó de inmediato para evitar mayores problemas. "No somos delincuentes, nos dejamos llevar por la pasión. He viajado por casi todo el continente y no me parece que nos quieran hacer efectivo el derecho de admisión en nuestro país. Las entradas estaban carísimas y hablaron mucho de nosotros, pero nadie dice nada de quienes revendieron entradas de la ANFP", dice.
Según la PDI, 18 personas no han vuelto a Chile. Ellos arriesgan ser detenidos y deportados.
LAS HORAS PREVIAS
Por cuatro años, Andrés Benavides depositó en una libreta de ahorro $ 50 mil cada mes. Intentó ser constante y reunió lo suficiente para cumplir su sueño de ir al Mundial. En Brasil compartió con la Marea Roja y durmió en un auto esperando el partido contra los hispanos. El único problema fue que no consiguió entradas. Dice que recorrió los alrededores del Maracaná, vio que dos o tres policías aguardaban en cada acceso y escuchó todo tipo de rumores. "Decían que a la Fifa le convenía estuviera lleno, que no se habían vendido todas las entradas y por lo mismo dejarían entrar gratis. Después decían que los argentinos pensaron lo mismo, pero que no fue así. Miles de cosas", dice.
"Alguien dijo que otros se estaban poniendo de acuerdo en echar abajo una puerta. Yo no lo creía y me fui a mi hostal cerca del Estadio. Cuando iba ya rumbo al Fan Fest para ver el partido ahí, me crucé con uno que me contó eso de romper la reja otra vez y partí a mirar", afirma.
Según Benavides eran decenas, más de cien, todos juntos en una explanada cerca de una puerta. "De repente dijeron 'ya ahora' y botamos la reja, pero no queríamos destruir nada. "El tema es que nos equivocamos y entramos al sector de prensa. Cuando cayeron los paneles, yo me tire a la izquierda y los que se tiraron a la derecha llegaron a la cancha, entraron como 20.
Felipe Mena, con otros dos amigos, también fue sorprendido en el incidente. "Para el partido de Chile no teníamos entradas y fuimos a la suerte. Llegamos un poco antes del partido para conocer el estadio, no con la intención de pasarnos. Nos dimos unas vueltas y cuando pasamos por un costado escuchamos ya, ahora. Botaron la reja y con mis amigos nos miramos y nos dijimos, '¿por qué no? hagámosla'. Nos salió el lado malo y nos metimos no más", dice.
Ya en sus casas, los seguidores de la Selección están más tranquilos. Vieron a sus familias y se sacaron la presión. "No cometimos un crimen, no somos delincuentes", aseveran. Tampoco niegan responsabilidad en los hechos que fueron un punto negro en la celebración de aquel 18 de junio. "Siento vergüenza. En ese momento todos la sentían. Pero allá no nos hicieron juicio, no nos dieron un ultimátum (…) acá nos dan una sanción que no amerita: yo soy de los que va al estadio, estoy abonado. Es exagerado el castigo de la ANFP", cuenta Jarpa.
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