El teatro une otra vez a Alfredo Castro y Diamela Eltit
El director estrena mañana Jamás el fuego nunca, adaptación de la novela de la escritora chilena. La colaboración entre ambos comenzó en 2003 con Mano de obra y continuará a futuro con Lumpérica, primera novela de Eltit.
Rodrigo Pérez y Millaray Lobos no son los únicos miembros del elenco de Jamás el fuego nunca, versión teatral de la novela de Diamela Eltit que se estrena mañana en el Teatro La Memoria. Su director, Alfredo Castro, también actúa. Se encarna a sí mismo como un apuntador que va susurrando el texto a los actores, modalidad que usó en los ensayos y que conservó como signo de honestidad con el espectador. "Marca la entrada de la realidad al interior de la obra. Ahí empieza el presente", dice Castro.
Este guiño al oficio teatral enriquece una trama sobre dos derrotados militantes de izquierda, quienes viven encerrados en una pieza abandonada, específicamente, postrados en una cama. En este espacio claustrofóbico y atemporal se desarrolla una historia de amor y política protagonizada por una pareja en ruinas, que está y no está, como si se tratara de fantasmas que pudieran esfumarse en cualquier momento.
"Lo que más me fascina de la novela son las diferentes versiones que hay sobre un mismo hecho político y amoroso", explica Castro. "No se sabe si están vivos o están muertos. Se dice que él la mató a ella, que los encontraron muertos en la calle tras un enfrentamiento, que los tiraron al mar. Así funcionan los mecanismos de la historia y la memoria, con una gran cantidad de versiones. Eso también ocurre en un quiebre amoroso. Diamela Eltit por primera vez cuenta una historia de amor, con sus texturas emotivas y afectivas".
Atrae lo ambiguo y oblicuo del texto. Eltit utiliza obsesivamente la palabra célula en todas sus acepciones. La raíz latina, que habla de celda, cuarto o pieza; el significado biológico y, finalmente, el político. Una célula, en jerga militante, es una entidad compuesta por una cantidad mínima de tres personas que tiene como objetivo acciones arriesgadas contra el enemigo. "Me interesa el uso del lenguaje", explica Castro. "Anteriormente, he trabajado con otras novelas de Eltit, José Donoso, Carlos Droguett y con poetas como Lihn, Hahn, Rodrigo Lira, Bertoni, Parra, Mistral, De Rokha. Uno se reconoce en esos textos, reconoce un lugar, un paisaje propio".
La puesta en escena de Jamás el fuego nunca, con un piso completamente inclinado, transmite la sensación de encierro de la novela original. Los personajes parecen estar siempre al borde de un enorme vacío, un gran abismo al cual caerán.
En los próximos meses, el director ostentará una recargada agenda. En enero, en el Festival Santiago a Mil del Bicentenario, remontará Hechos consumados (1999) e Historia de la sangre (1990), con elencos originales, incluida la ministra de Cultura, Paulina Urrutia, quien todavía no responde si actuará en la segunda pieza. En cine, desde octubre Castro se apresta a rodar Post mortem, título tentativo de la tercera película de Pablo Larraín (Tony Manero), trama en clave intimista sobre el encargado de ejecutar la autopsia de Salvador Allende.
Jamás el fuego nunca
Ju, vi y sá a las 21 hrs. $ 6.000. Estudiantes y 3ª edad y los jueves: $ 3.000. Bellavista 0503.
Fonos: 7323000-7324586.
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