El viento derriba el árbol que inspiró a Ana Frank

Los fuertes vientos registrados en Ámsterdam, la capital de Holanda, terminaron por derribar el castaño que veía la joven judía Ana Frank desde su refugio durante la Segunda Guerra Mundial.




El árbol, de 150 años, se partió a un metro de altura y cayó sobre un cercado, y no sobre la casa de Ana Frank, ahora convertida en museo.

El castaño sufría una invasión de hongos y otras enfermedades. Se mantenía con vida gracias a un elaborado sistema de apoyo, que acabó vencido por el viento.

En 2007 habían pensado en talarlo. El museo donó 150 brotes para que, cuando se convirtieran en árboles, uno de estos descendientes fuera replantado en el mismo lugar.

En diciembre se plantaron cinco tallos en el Amsterdamse Bos, un bosque en las afueras de la ciudad holandesa.

Los restantes se llevarán a varios lugares del mundo, como algunas de las 200 escuelas que llevan el nombre de la adolescente en ciudades como Washington, Madrid o París, y en la Zona Cero de Nueva York, donde tuvieron lugar los atentados del 11 de septiembre de 2001.

TESTIMONIO DEL HOLOCAUSTO

Frank es mundialmente famosa por los diarios que escribió precisamente cuando se ocultaba de los nazis en un ático de Ámsterdam.

La joven solía mirar a escondidas el cielo, los pájaros y el castaño, del que escribió en tres ocasiones en su diario.

El relato es uno de los testimonios más conocidos y emotivos del Holocausto. Miep Gies, una de las empleadas del padre de Anna Frank y que ayudó a mantenerla oculta junto a su familia, rescató los escritos y los mantuvo a salvo hasta que acabó la guerra.

"Nuestro castaño está en pleno florecimiento. Está cubierto de hojas e incluso más lindo que el año pasado", escribió Frank en mayo de 1944.

La joven fue arrestada y llevada al campo de exterminio de Auschwitz. Más tarde, junto a su hermana Margot fue trasladada al campo Bergen-Belsen, donde murió de tifus en marzo de 1945, a los 15 años.

El diario comenzó a escribirlo al cumplir trece años y fue publicado después de su muerte. En el lugar donde se ocultó de los nazis se fundó la Casa Museo de Ana Frank, que recibe cada año un millón de visitantes.

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