Emily Dickinson, poeta en silencio

Cynthia Nixon en el rol de Emily Dickinson y Jennifer Ehle como su hermana en Una serena pasión.
Cynthia Nixon en el rol de Emily Dickinson y Jennifer Ehle como su hermana en Una serena pasión.

El director británico Terence Davies habla de Una serena pasión, su filme sobre la poeta norteamericana que se estrena en Sanfic.




Desde una adultez temprana y como consecuencia de una educación puritana, Emily Dickinson (1830-1886) se recluyó entre las cuatro paredes de su habitación en Amherst (Massachusetts), para así evitar el contacto con cualquier "vicio". En ese encierro construyó una obra poética contundente, que tras su muerte la convertiría en una de las escritoras influyentes de la modernidad. Fue una vida pausada e introspectiva, no apta para la cámara de cine. Hasta ahora.

Cautivado por su genio y figura, el cineasta británico Terence Davies (1945) se sumergió en el vasto legado de la autora -escribió cerca de 1.800 poemas, casi todos publicados de manera póstuma- y logró lo que nadie antes había hecho: filmar la historia de quien estuvo detrás de algunos de los versos más poderosos que ha entregado la literatura universal. Programada para exhibirse en la nueva edición de Sanfic, que se inaugura mañana, Una serena pasión es el más reciente largometraje del realizador oriundo de Liverpool, y es considerado por él mismo como su filme más autobiográfico, según contó a La Tercera.

"Yo nací católico, muy ferviente de hecho, y ahora soy ateo. Ser puro en pensamiento y palabra lo considero imposible. Pero cuando te meten eso en la cabeza, siempre está ahí. A ella le fue imbuida esa alta exigencia moral por el seminario al que entró a los 17 años, y fue allí donde decidió rebelarse ante el mundo y recluirse. Al igual que a mí, que fui criado católico y lo creí, pero ahora no, aunque es una idea que siempre está conmigo, nunca se va", explica el director sobre la cinta protagonizada por Cynthia Nixon (Sex and the city).

Davies ha recibido algunas de las mejores críticas de su carrera por este trabajo, que tras su estreno en el Festival de Berlín 2016 pasó por un sinnúmero de certámenes como Toronto y San Sebastián. Medios como The New York Times destacaron "la acertada sensibilidad poética que Davies utiliza para perfilar al personaje", mientras que desde New Yorker la tildaron de "obra maestra absoluta".

Esta es la tercera película del cineasta que se presenta en Sanfic, tras el documental Of Time and the City y el drama The Deep Blue Sea, en 2009 y 2012 respectivamente. Tal como en aquellos trabajos, aquí se nota la obsesión de Davies por registrar por medio de un cine contemplativo la naturaleza del tiempo y la capacidad que tenemos de percibirla. "Creo que lo nocivo del cine comercial es que siempre está en el eterno presente. Un corte necesariamente significa qué sucede a continuación, pero a mí me interesa qué sucede emocionalmente después", dice.

Por medio de un particular estilo de montaje, que cruza de principio a fin la vida de Dickinson, Davies sobrepone entre secuencias la poesía de la autora de Poemas (1890) narrada en off por la contenida voz de Cynthia Nixon, quien la interpreta de adulta. El director cuenta que a través de esta técnica logró quebrar la progresión natural del relato. "Para mí era importante incluir en la historia algunos poemas en su integridad, usándolos musicalmente como contrapunto de las imágenes en escena. En la forma en la que escribo, toda línea tiene una pizca de música. Y cuando escribía este guion, fueron sus poemas los que me decían hacia dónde debía ir".

Víctima de una aguda enfermedad renal, Dickinson falleció en una cama rodeada de sus seres queridos. Davies captura el momento de su entierro en el cementerio de su natal Amherst con una sutileza digna del cine de Bergman, a través de un suave paneo que sigue al ataúd hasta que éste llega a la fosa. Aquí la toma en lugar de elevarse se sumerge en la tumba junto al cadáver de la poetisa, sugiriendo la importancia terrenal que cobró su obra tras su muerte.

"Una de las cosas que más me atrajo fue que sus ideas no le fueran reconocidas en vida. Lo que Emily hizo fue su pasión, pero también se transformó en su carga, en el sentido que sus escritos carecieron de reconocimiento mientras ella vivió. La pasión puede ser engañosa, injusta, puede significar hacer algo lejano al protagonismo. Emily veía el mundo de una forma diferente a los demás, desde la prisión incomprensible de su genio, y eso hizo que la vida le fuera difícil", remata el director.

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