En Chile los mineros atrapados y su vida bajo tierra

Un té caliente para el desayuno, una gorra con champú seco para lavarse el pelo crecido, un trabajo con horario y jefe incluido y hasta un catre para no dormir en el suelo.




Los 33 mineros atrapados en un socavón en el norte de Chile seguramente no soñaron con estos verdaderos "lujos" en la vida subterránea durante aquellos 18 días en que contaron las horas en la incertidumbre, mientras desde la superficie trataban de localizarlos.

Por entonces, su supervivencia se garantizaba con dos cucharadas de pescado y medio vaso de leche cada 48 horas, racionando lo poco que había para una espera incierta.

Ahora, mientras avanza la perforadora que les abrirá el túnel de escape, los envíos de toda clase de enseres a través de las "palomas" no se interrumpen ni siquiera durante las noches.

Pero las autoridades chilenas y los obreros refugiados tienen por delante una carrera de largo aliento y mantener el espíritu de los mineros se ha convertido en una de las preocupaciones centrales del Operativo San Lorenzo, como se ha dado en llamar al rescate. Serán al menos 100 días sin luz natural, sin otra meta que ver llegar el martillo de cilindros de la Strata 950, la máquina "salvadora", cortando 700 metros de roca en pleno desierto de Atacama.

Por eso, la vida bajo tierra se ha planificado en detalle: una rutina rigurosa diseñada en la superficie y ejecutada bajo tierra para ocuparles el tiempo y la mente.

ORDEN Y RUTINA

La jornada se divide en un (falso) día y una noche, demarcadas por luces artificiales. Esta distinción, según los psicólogos, es fundamental para regular el ritmo corporal.

"Todos han restablecido su patrón de sueño, había algunos con dificultades para dormir pero se han normalizado", confirmó a BBC Mundo Alberto Iturra, líder del equipo de apoyo psicológico a los mineros.

Ya físicamente estables, les ha llegado la hora de trabajar. ¿En qué? Las tareas del micromundo subterráneo son múltiples.

Divididos en cuadrillas, los hombres cumplen turnos de ocho horas de tareas seguidas de descanso, como si se tratara de las faenas mineras que realizaban antes del accidente, el 5 de agosto.

Durante las 24 horas reciben las "palomas", angostos tubos cilíndricos que son empujados a través de las sondas y llegan cargados de mercancías.

También realizan mediciones técnicas desde dentro, para proveer de información invaluable a los rescatistas. En los últimos días, se les ha pedido que inspeccionen el estado de las cuevas y rampas, buscando mudarse de su actual "centro de operaciones" para escapar del incremento de agua y lodo que derivará de la perforación.

El primer video grabado en el interior de la guarida, y enviado a los familiares el 26 de agosto, fue revelador en muchos sentidos. Entre ellos, mostró cómo han demarcado espacios: un "casino" para los momentos de ocio, un sector de duchas alejado en el que aprovechan una vertiente de agua natural para higienizarse, un dormitorio, una despensa para almacenar las mercancías de las "palomas" y hasta un "policlínico", como lo llaman, con un organizado botiquín médico.

Espacio no falta: los mineros pueden desplazarse por más de 1,5 kilómetros en total, en distintos corredores, aunque buena parte de esta superficie no se usa porque se presume vulnerable. El espacio de seguridad tiene, según se informó, unos 40 metros cuadrados de superficie por 4 de alto.

Por una rampa, un poco más abajo, han definido otro espacio donde vuelcan sus desechos. Entre ellos, sus excrementos, que el equipo de la NASA, llegado a Chile para asesorar al gobierno en el rescate, les enseñará a procesar adecuadamente.

PALOMAS MENSAJERAS
Un mapa dibujado por ellos mismos, difundido por el diario La Tercera, muestra su distribución en tres grupos, bautizados "Refugio", "Rampa" y "105" (en referencia al nivel en que se encuentran). Cada uno con un líder: Omar Reygadas, Carlos Barrios y Raúl Bustos, respectivamente.

El establecimiento de jerarquías es una cuestión fundamental, dicen los expertos, para evitar conflictos. También hay un minero "enfermero", con conocimientos de primeros auxilios, encargado de administrar vacunas y hacer pruebas médicas, a pedido de las autoridades.

Los médicos les han sugerido ejercicios de relajación, a la espera de una rutina de gimnasia para fortalecer músculos y mantenerlos en peso. Para poder salir por el túnel, es fundamental que ninguno supere los 60 centímetros de circunferencia de cintura.

El resto es tiempo de ocio, difícil de llenar. Pero los envíos de palomas ayudan: han recibido revistas "Condorito", mini Biblias, historietas futboleras "Barrabases", juegos de dados y dominó.

Ellos mismos eligieron la música: ranchera, cumbia y reggaeton, en ese orden, que fueron cargados en reproductores mp3. Un mini proyector de alta definición les permite proyectar películas, aunque las autoridades debaten cuáles son los contenidos apropiados para entretenerlos sin generarles alteraciones del ánimo.

Por lo pronto, se sabe que tendrán acceso a las transmisiones de fútbol de la liga local y, tras recibir varias PlayStation portátiles, podrán entretenerse con videojuegos.

Parte del día se irá también en leer material de estudio: las autoridades les han enviado libros de oratoria, con el fin de entrenarlos para enfrentar la vorágine mediática a la salida.

COMIDA CONTROLADA

Los envíos al campamento de "Los 33", como ellos mismos se han apodado, tiene por prioridad cubrir las necesidades nutricionales: dietas de 2.000 calorías diarias y unos cinco litros de agua por hombre, indispensables para batallar la deshidratación en un ambiente con temperaturas por encima de los 30°C.

Según explicó a BBC Mundo Nelly Galeb, dueña de una empresa de catering de la zona y encargada de cocinar los alimentos, las raciones se preparan individualmente para controlar el máximo de 200 gramos de hidratos de carbono por comensal, establecido por los nutricionistas.

Se empacan en plástico y se envían al refugio a horas preestablecidas, para cumplir con las cuatro comidas diarias. El miércoles les llegó su primer almuerzo caliente: arroz con albóndigas.

Por el momento, y pese a insistentes pedidos, a los obreros no les llegará alcohol ni cigarrillos (más de la mitad fuma y ha recibido, a cambio, parches de nicotina).

Aunque el ministro de Salud, Jaime Mañalich, no descartó proveerles de unas simbólicas 33 copas de vino para el día del bicentenario, el 18 de este mes, que ellos ansían tomar con las empanadas tradicionales que se consumen en el festejo patrio.

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