En la cuna del integrismo islámico
Las armas han alimentado el conflicto en la ciudad de Peshawar que ha sido el centro del integrismo islámico más radical desde los años 70.
Encontrar armas en Peshawar no es difícil, nunca lo ha sido. No es posible saber, por ahora, donde obtuvieron sus rifles de asalto los nueve atacantes que mataron ayer a más de 130 niños. Pero cualquiera que vaya a los mercados de esta ciudad paquistaní, ubicada a 18 kilómetros de la frontera con Afganistán, puede formar su propio arsenal. Colgados de los techos junto a la ropa de marca falsificada o los falsos bolsos Louis Vuitton es posible encontrar pistolas de casi todos los calibres, municiones y rifles AK 47, que se fabrican ahí mismo. En los días posteriores al 11 de septiembre de 2001 era posible comprar una Kalashnikov a US$ 300 o menos, dependiendo del talento para el regateo del comprador.
Las armas han alimentado el conflicto en una ciudad que ha sido el centro del integrismo islámico más radical desde los años 70. Por eso, "América" no es bienvenida en Peshawar y menos lo era tras los ataques de 2001, cuando nos recomendaban a los visitantes eliminar cualquier referencia a esa palabra. "Voy a decir que viene de Sudáfrica, no de Sudamérica, es más seguro", me dijo, inquieto, mi traductor cuando en octubre de 2001 nos acercamos a entrevistar al alim o director de una de las cientos de escuelas coránicas que se distribuyen por las estrechas callejuelas del centro de la ciudad. Pero eso no evitó la mirada de desconfianza de los alumnos de la madrasa que desde el segundo piso observaban atentos mientras el asistente del mulá traducía mis preguntas al urdú.
Sumida en una bruma permanente por los altos índices de contaminación del aire que obligan a los policías a dirigir el tránsito con mascarillas, Peshawar ha convivido largo tiempo con el conflicto y como me decía un ex jefe de la inteligencia paquistaní fue durante años uno de los lugares con mayor proporción de espías occidentales por habitante en el mundo. La CIA contactaba allí a los mujaidines durante los años de la invasión soviética a territorio afgano, Al Qaeda usaba sus cibercafés para comunicarse y sus madrasas formaron a los talibanes, tanto los que gobernaron Afganistán como los que hoy amenazan la estabilidad de Pakistán.
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