Ernesto Aguila: "Es una cierta derrota cultural para la izquierda que sus dos candidatos sean independientes"
La irrupción de Alejandro Guillier en el oficialismo y de Beatriz Sánchez en el Frente Amplio -según este analista- es reflejo de que, "en el fondo", la ciudadanía empieza a percibir que no hay diferencias significativas en la manera de hacer política entre la izquierda y la derecha, y que se da "esta ilusión de que un independiente trae más virtudes".
Ernesto Aguila (PS) no se pierde: afirma que la idea de que la militancia política en un candidato es un "handicap" y que no pertenecer a un partido es una virtud, es una convicción que golpea más a la izquierda que a la derecha. "En estos últimos hay más intereses que ideología",sostiene al momento de analizar las complejidades y desafíos que supone para la mayor parte del oficialismo levantar por primera vez en casi 30 años a un independiente -Alejandro Guillier- como carta presidencial.
La elección de noviembre sellará varios hitos. ¿Cuál es el más significativo?
El hecho político más importante que se ha producido es la ruptura de la Nueva Mayoría, que era la prolongación de la Concertación. Se ha producido un hecho de envergadura política muy significativa que más bien aparece como que ocurrió por casualidad, porque en el fondo se nominó a Guillier y la DC no quiso concurrir a primarias, pero creo que el divorcio entre el PS y la DC es un divorcio que tiene razones para que haya ocurrido.
¿Cuáles son esas razones?
El divorcio es muy profundo y por eso no se observan grandes esfuerzos por restituir ese vínculo. Lo que se observa, por lo menos en grandes sectores del PS, es que esto tiene su origen en la sensación de que un sector de la DC fue clave en boicotear parte del programa de Bachelet. Hay una convicción de que el sector más conservador de la DC fue parte sustancial de la oposición al gobierno de Bachelet.
Eso más allá de los errores de implementación en las reformas reconocidos por el mismo gobierno…
Es más allá de eso. En el PS se instaló mayoritariamente, de manera silenciosa, pero uno lo observa en los debates internos hoy, esta idea de que parte de la DC no fue leal con la Presidenta Bachelet, no toda ella, pero una parte, la que todos más o menos sabemos de lo que estamos hablando.
Y, sin embargo, se está conversando en estos momentos sobre un acuerdo de segunda vuelta entre Goic y Guillier.
Hay una sensación de que el acuerdo programático PS-DC tocó techo. En el ámbito, por ejemplo, de la educación, ya no hay condiciones para tener una visión común sobre la escuela pública, la particular subvencionada, sobre la gratuidad universal, sobre si debe haber o no un Estado subsidiario en educación, o sea, en algunas áreas tocó techo programático la relación entre la DC y el PS. Pasó esta semana en el tema del aborto. Seguramente cualquier entendimiento hacia el futuro, que debiera existir por lo menos a nivel de conversación y de acuerdo, solo pueda darse sobre la base de que ambos se vuelvan a domiciliar en sus respectivos espacios políticos, que es lo que yo creo que está ocurriendo.
¿Cómo se condice este escenario de búsqueda de identidad política, en el que se exacerban posiciones con el hecho de que los candidatos más populares surgen del mundo independiente?
Hay algo ahí que merece reflexionar, o sea, no deja de ser sintomático que los dos candidatos de izquierda, es decir Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier, sean independientes. Yo creo que constituye una cierta derrota cultural para la izquierda que los dos candidatos que representan a este sector provengan del mundo independiente. ¿Y por qué una derrota cultural? Porque, en el fondo, la política tiene un significado para la izquierda que quizás es distinto que para la derecha.
Hay más intereses que ideología en la derecha, entonces ésta tiene más maneras de articularse fácticamente. Pero en la izquierda lo que tienen fundamentalmente es la política.
Uno más profundo…
Claro, la derecha tiene una manera de estructurarse que no es exclusiva del mundo político. A veces se habla como de la derecha económica, la derecha política o que ciertos medios de comunicación dirigen políticamente.
Esa falta de relato que algunos añoran...
A veces hay más intereses que ideología, entonces la derecha tiene más maneras de articularse fácticamente. Pero en el caso de la izquierda, lo que tienen fundamentalmente es la política, son los partidos, es la organización que puedan lograr en los movimientos sociales y, por lo tanto, si las personas dejan de creer en la política eso afecta más al mundo de la izquierda que al mundo de la derecha. Es más una derrota cultural para la izquierda que hoy la ciudadanía en algún grado considere que la militancia política es un handicap y que hoy no pertenecer a un partido es más bien virtuoso, porque estarías menos contaminado.
Menos sujeto a intereses y presiones…
Es mucho mejor alguien que pertenece a un partido que tiene, por lo tanto, una capacidad de agregar intereses, construir programa, etc., entonces en ese sentido, que esto mismo le haya pasado al Frente Amplio es sintomático. No es un tema solamente de la izquierda de la Nueva Mayoría, sino que también es un tema del Frente Amplio. Además, se producen situaciones paradójicas, porque en realidad tienes a un ejército que está compuesto en un 90% de militantes de partidos tanto en el Frente Amplio como en la Nueva Mayoría buscando firmas para inscribir candidatos independientes.
Una verdadera paradoja...
Hay una paradoja en que se eligen candidatos independientes, pero los que buscan las firmas para hacer viables esas candidaturas son militantes y resulta virtuoso ser hoy independiente cuando no hay cambios sociales sin la política y sin partidos políticos legitimados. Ahí hay una cierta derrota intelectual, cultural de la izquierda, de la cual hay que hacerse cargo.
¿Y dónde empezó esa derrota? Porque Michelle Bachelet, aunque era militante PS, también fue expresión de la imposición ciudadana de candidatos a los partidos.
El momento mismo en que eso se produce es difícil de definir, pero creo que ha contribuido a eso la oligarquización de las dirigencias políticas que finalmente pide indiferenciación también en los proyectos. En algunos momentos importantes de la transición, en algunos casos derivados del binominalismo y en otros casos derivados de esa indiferenciación, se exacerbó la idea del acuerdo político que sacrificaba las identidades. La gente empezó a percibir que había una suerte de clase política que en el fondo es una manera de llamar a una elite que empieza a tener más en común con su adversario que con los que está llamado a representar. La democracia es por definición una forma de dirimir diferencias. Lo que es de suyo la democracia es dirimir entre posiciones distintas y tiene el método para hacerlo y, por lo tanto, no siendo malos los acuerdos, una exageración de eso empezó a generar una percepción negativa. Y la guinda de esa torta fueron los casos de corrupción, pero más que de corrupción de sentir que en realidad sus representantes dependían mucho más del financiamiento de las empresas que del voto ciudadano y que, por lo tanto, el dinero pesaba más que la voluntad de los ciudadanos en lo político. Cuando pareció que no era ni siquiera relevante si fueran de derecha o de izquierda, ahí es donde empieza a sufrirse esta derrota cultural de la izquierda. En el fondo, las personas empiezan a percibir que no hay una diferencia en la manera de hacer política entre la izquierda y la derecha, y ahí es donde surge esta ilusión, digamos, de que un independiente trae más virtudes que lo que puede significar alguien que proviene de la política.
Este desorden que se está viviendo hoy día si Guillier llega a ser Presidente puede ser más crítico aun para efectos de gobernar.
¿Y qué debilidades tiene un independiente? Se han visto tensiones al menos entre Guillier y los partidos...
Una de las grandes debilidades de esta candidatura surge en que no se ha encontrado todavía un modo de relación estable, un modus vivendi entre un candidato que es independiente y de un conglomerado de partidos. O sea, del 90 hasta ahora siempre los candidatos presidenciales del mundo de la centroizquierda fueron militantes de un partido. Eso generaba un esquema de funcionamiento que pasaba porque el partido del cual provenía este militante pasaba a ser el partido eje de la coalición. Fue la DC de Aylwin y Frei, lo fue el PPD en el periodo de Lagos y lo ha sido el PS en los periodos de Bachelet. Hubo un reconocimiento de facto que los otros hacen de que hay un partido que es más responsable que los otros que genera una masa crítica que hace que la coalición se ordene mejor con el candidato militante. Se ha generado una situación en que ningún partido se siente especialmente responsable de la marcha de la candidatura.
¿Y el PR?
El PR no logra la masa crítica suficiente como para articular al resto de la coalición y, por lo tanto, los partidos no aparecen claros en su rol en relación a lo que es la estructuración de una fuerza política. Creo que esto que se está viviendo hoy día si Guillier llega a ser Presidente puede ser más crítico aun para efectos de gobernar.
¿Y cómo se soluciona?
En el periodo de campaña lo que puede reemplazar una falta de estructuración de ese tipo puede ser un buen comando y creo que ahí se comete un error cuando se piensa que para hacer una campaña horizontal se necesita un comando horizontal. Lo que se necesita es un buen comando, bien organizado, con jerarquías claras y responsabilidades y funciones bien definidas para que haga una buena campaña y esa campaña puede ser perfectamente horizontal, pero para hacer esa campaña horizontal no es necesario que el comando sea horizontal, o sea...
Hay un enredo de conceptos...
El comando es una herramienta para hacer un tipo de campaña, pero las características que tenga este comando no tienen que ver con la naturaleza de esa campaña. Al candidato no les gustan los nombres generalísimos, en fin, pero creo que después de que se reúnan las firmas va a ser insoslayable que haya una estructuración mucho más clara de un comando o como quiera llamarse. En este momento lo que se observa es un efecto desorden en el cual cada semana hay una presión y se anuncian nuevos integrantes del comando. Ya es como una muchedumbre, probablemente estos anuncios se agoten el mismo día en que se hacen y las personas que son anunciadas como parte del comando probablemente asisten a esa conferencia de prensa y a ninguna reunión más. Lo que es esperable es que finalizada la recolección de firmas que iba a terminar este fin de semana y presentadas las firmas la próxima semana se arme un comando de verdad. En las campañas no es bueno intentar inventar la rueda. Hay ciertas lógicas que asumir y, entre esas, la idea de un buen comando, que en este caso es mucho más necesario con esta lógica de la inexistencia de un partido eje dentro de la coalición por las características independiente de Guillier.
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