Fernando Bustamante: "La continuidad de la Nueva Mayoría no sería tema de discusión si hubiera tenido éxito"
Recuerda que cuando era presidente de Metro le interesaba aparecer con frecuencia en los medios para promover los proyectos del tren subterráneo, pero una vez alejado del cargo decidió sumergirse. Ahora, tras respaldar públicamente a la candidata presidencial de la DC, Carolina Goic, decide salir a entregar un mensaje: "El futuro de Chile requiere de una centroizquierda sólida".
Por más de 50 años fue militante del Partido Socialista (PS). Renunció a éste antes de que finalizara el plazo para reficharse -marzo del año pasado-, porque el "convertirse en un ciudadano sin partido" fue su opción y la manera que encontró para manifestar su descontento.
"Mi renuncia voluntaria tiene una sola explicación: uno tiene que tratar de ser coherente con lo que siente y con lo que piensa, para lo cual está obligado a hacer sumas y restas cada día", asevera desde una oficina que tiene montada en su casa, donde pasa gran parte del tiempo estudiando y elaborando diversos documentos.
Así es Fernando Bustamante. Cuando ya no se siente interpretado por algo o alguien cierra la puerta y no hay marcha atrás. Esta forma de ser lo llevó a decidir -después de muchas conversaciones y análisis de la actual situación política- que no integraría el comando presidencial de su amigo por décadas Ricardo Lagos.
Bustamante es identificado en los círculos políticos como un "hombre del laguismo" y, cómo no, si con el ex presidente de la República se conocieron en 1979, cuando coincidieron en una comisión económica del PS. "De ahí en adelante nunca más perdimos contacto", e incluso recuerda que trabajaron juntos cuando en el ex gobierno de Lagos éste lo llamó a asumir como presidente del Metro.
Siendo tan cercano al ex presidente, ¿por qué no lo acompañó en su apuesta presidencial? ¿Cree que él no debió presentarse como candidato?
Soy amigo del Presidente Lagos desde hace muchos años y he colaborado con él en diversos ámbitos. No es efectivo que no lo haya acompañado en su reciente precandidatura. Independientemente de que no haya integrado el comando, él contó con mi apoyo como siempre. Respecto de si correspondía o no que asumiera una nueva candidatura, solo él estaba en condiciones de evaluar las posibilidades. Como sea, es muy respetable que, en un momento de crisis de la centroizquierda y sin tener obligación alguna, haya estado dispuesto a encabezar un nuevo proyecto progresista. Sin embargo, la política está llena de veleidades y ya vimos lo que pasó. En todo caso, Lagos tiene un lugar ganado en la historia reciente de Chile por su enorme aporte a la recuperación de la democracia y a la construcción de un país mejor.
¿Comparte lo dicho por el senador socialista Carlos Montes en cuanto a que fue "un error histórico" que la Nueva Mayoría no apoyara a Lagos?
El senador Montes colaboró lealmente con Lagos en esta coyuntura y debe tener buenas razones para afirmar eso. Se puede especular sobre cómo habrían sido las cosas si el comité central del PS hubiera tomado otra decisión, pero a estas alturas no tiene mucho sentido hablar de lo que pudo ser. Al renunciar, Lagos explicó sus motivos. El cumplió con lo que consideró su deber político y actuó con la altura que le reconocen amplios sectores.
Considerando la tensión actual, ¿tiene futuro la Nueva Mayoría? ¿De qué depende su continuidad?
Ese bloque fue el resultado de la dinámica opositora al gobierno de Sebastián Piñera, y su mayor factor de unión fue la popularidad que tuvo Michelle Bachelet después de su primer gobierno. Pero los malentendidos tienen costos. El pacto intentó pasar por alto las profundas diferencias que había entre quienes habían apoyado a los gobiernos de la Concertación y quienes habían sido la oposición de izquierda a esos gobiernos, pero esas diferencias emergieron una y otra vez. La Nueva Mayoría nunca ha sido una verdadera coalición. Su continuidad no sería tema de discusión si hubiera tenido éxito, si hubiera gobernado de manera fructífera. No fue así, y el juicio ciudadano es muy severo.
¿Tendrá alguna repercusión el llamado a la unidad a "los demócratas progresistas" que hizo la Presidenta en su cuenta pública del 1 de junio?
El llamado de la Presidenta a la unidad no hará gran diferencia. Mi impresión es que la Nueva Mayoría terminará cuando ella cumpla su mandato. Sin la Democracia Cristiana (DC), quizás se mantenga un frente de izquierda, pero eso ya será otra cosa. Creo que el sistema electoral proporcional introducirá mayor competencia en las elecciones, lo que es muy positivo, y que las coaliciones permanentes tenderán a desaparecer.
¿No habrá, entonces, un bloque de centroizquierda en el futuro?
No lo sé. Yo, por lo menos, deseo que tome cuerpo otra centroizquierda, configurada básicamente a partir de la confluencia de las corrientes socialdemócrata y socialcristiana, abierta también a los sectores del centro liberal. Sabemos que los socialcristianos se encuentran básicamente en la DC, pero no es claro dónde están los socialdemócratas. En realidad, están desperdigados en diversos partidos, pero no constituyen todavía una fuerza integrada. El futuro de Chile requiere de una centroizquierda sólida.
¿Siguiendo qué línea?
Me gustaría una centroizquierda que, por ejemplo, no vacilara en condenar a todas las dictaduras y que defendiera los derechos humanos en todo el mundo. De todas maneras, antes que pensar en coaliciones, lo cual es parte de la lógica de polarización del binominal, hay que ver qué arraigo tendrán los distintos partidos en los próximos años, si se mantendrán o no los tradicionales, y si conseguirán consolidarse o no los nuevos.
¿Su cálculo es que tras las próximas elecciones el mapa político puede cambiar por completo?
Así es.
En este escenario, ¿cómo imagina el clima político de los próximos años?
Espero que prevalezca el diálogo democrático entre quienes gobiernen y quienes estén en la oposición. Si se impone un clima de guerrilla, los costos los pagará Chile. Espero que haya buena voluntad para buscar acuerdos en ámbitos como la crisis del sistema público de salud, lo que considero absolutamente prioritario. También respecto de la calidad de la educación sostenida por el Estado y del objetivo de asegurar pensiones dignas a quienes no las tienen. Nos tienen que preocupar los focos de pobreza, como los que existen en los cerros de Valparaíso y en los campamentos de Antofagasta. Tenemos hoy a muchos inmigrantes pobres que viven hacinados, y eso plantea nuevas exigencias.
El gobierno actual tomó algunos de estos temas como prioridad, ¿cómo evalúa usted a esta administración?
El balance es muy insatisfactorio, particularmente en el terreno económico. El país perdió dinamismo en estos años, en lo cual influyó decisivamente el clima refundacional y el estilo de retroexcavadora que alentaron algunos sectores del oficialismo. No tengo duda de las buenas intenciones que inspiraron a la Presidenta, de su deseo de que hubiera más igualdad en Chile, perspectiva que comparto, pero el problema son los instrumentos que se eligen, las políticas públicas que se impulsan, y eso dejó mucho que desear. Son valorables las reformas que permitieron terminar con el sistema binominal y establecer mejores normas el financiamiento de las campañas y mayor control legal sobre los partidos. Valoro también la política energética e iniciativas como el acuerdo de unión civil, pero tengo una opinión crítica sobre las reformas tributaria, laboral y educacional. Me preocupa, en particular, el aumento del déficit fiscal, que limitará seriamente las posibilidades del próximo gobierno. Lamento que en su último mensaje la Presidenta no haya reivindicado la obra de los cuatro gobiernos de la Concertación -incluido el primero suyo- que hicieron progresar a Chile como nunca antes.
¿Por este análisis decidió apoyar a la candidata presidencial DC Carolina Goic?
Mi preferencia en esta elección está determinada por el deseo de abrirle paso a una alternativa progresista seria, reflexiva, sin tentaciones populistas, que ayude a reencauzar la marcha del país hacia el crecimiento, la creación de empleos y la solución de problemas tan serios como el de la salud, seguridad ciudadana y distribución del ingreso. Y creo que esa persona es Carolina Goic, que me parece una persona serena y confiable. Por supuesto que en mi opción ha influido también el haber constatado el respeto y el afecto que los democratacristianos han manifestado permanentemente hacia Ricardo Lagos. Creo que la candidatura DC puede ser la vía de expresión de amplios sectores que quieren cambios bien pensados, que contribuyan a tener una sociedad más próspera y más solidaria. Se han cometido demasiados errores en este período por la preeminencia de una visión que se autodefine como progresista, pero no fomenta el progreso real. Hay que abrir un nuevo cauce.
¿Por qué no apoyó al candidato de la Nueva Mayoría, Alejandro Guillier?
Para ser franco, no tengo claro lo que él representa. Su discurso es ambivalente. Ha dicho, incluso, que no es político, lo que en realidad se nota bastante, y que todavía no es candidato, porque está juntando firmas. Todo es equívoco.
Pero las encuestas no favorecen la opción de Goic. Al contrario, en la última CEP sólo logra un 2,1% de las preferencias en la pregunta sobre "quién le gustaría a usted que fuera el próximo presidente".
Las encuestas son un dato a considerar, pero rechazo el criterio oportunista de hacer política en función de ellas. Me parece una forma peligrosa de tomar decisiones que pueden afectar al conjunto del país. Tan peligrosa como hacerse eco de las consignas del momento. Creo que es hora de exaltar el valor de las convicciones y la racionalidad. Desgraciadamente, es muy fuerte la tendencia a banalizar la política, a meterla en la dinámica de la pura imagen, como si un candidato fuera un producto más que hay que vender. Hay allí un riesgo muy alto de degradación de los hábitos cívicos. Lo importante es que el país sea gobernado con buen criterio, y ello exige la presencia de líderes veraces, que no digan una cosa hoy y otra mañana.
Los presidentes del PPD, PR y PS deslizaron la posibilidad de que Goic se baje de la carrera presidencial, mientras que Guillier habló de "soluciones dignas" ¿Cree, como lo planteó la candidata DC, que algunos quieren repetir lo que hicieron con Ricardo Lagos utilizando la lógica de la calculadora?
Bueno, ya son reconocibles ciertos estilos turbios de hacer política en Chile, los que provocan enorme rechazo en la población. Creo que uno de los mayores retos es bregar por la decencia y la corrección de procedimientos en nuestra vida política. Esa es una condición del fortalecimiento de la democracia y del empeño por motivar a los ciudadanos a participar. Precisamente por esto, soy partidario de apoyar resueltamente a Carolina Goic.
En una eventual segunda vuelta entre Piñera y Guillier, ¿por quién se inclinaría?
Es mejor no anticiparse. Habrá que verlo en su momento. En todo caso, lo que puedo decir es que siempre será una opción válida anular el voto.
¿Qué desafíos cree que tendrá el próximo gobierno?
Lo vital es restablecer un clima de confianza, lo cual está asociado a la necesidad de que las leyes valgan para todos y se sancionen los abusos tanto en el Estado como en el sector privado. La confianza es esencial no solo para que haya inversiones, sino para que los chilenos seamos capaces de converger en un camino de progreso de largo aliento. En democracia siempre habrá debates y discrepancias, pero hay que buscar un acuerdo nacional sobre la estrategia de desarrollo.
Que integre el crecimiento económico...
Claro, pero yo entiendo el desarrollo no solo como crecimiento económico, sino como un esfuerzo por articular la prosperidad y la solidaridad. El mundo cambia vertiginosamente y Chile se está quedando atrás respecto de la revolución digital, que nos plantea inmensos desafíos en todas las áreas, entre ellas la educación. Necesitamos, como propuso Lagos, que todo el territorio tenga banda ancha de internet. Tenemos que erradicar definitivamente la pobreza, mejorar las condiciones de vida de la mayoría, terminar con la precariedad en no pocos servicios públicos. Creo que hay un gran desconocimiento de la capacidad real del Estado, que hoy no es capaz de atender eficientemente muchas de las funciones asignadas, y que simplemente no está en condiciones de cargar con otras nuevas en un plazo breve. Y no olvidemos las llagas del Estado que han quedado al descubierto con los fraudes en el Ejército y en Carabineros.
¿El nuevo gobierno, si es de la Nueva Mayoría, debería continuar con algunas de las reformas actuales, como la constitucional?
Sería lamentable que pasáramos otros cuatro años discutiendo sobre las reformas constitucionales. Es necesario despejar ese asunto, para que el país se concentre en la tarea de mejorar las condiciones de vida de la mayoría. Hay que alentar la iniciativa de las personas, el emprendimiento, la creatividad, y el Estado debe ayudar a ello. Espero que aprendamos de los errores, para no repetirlos. Para eso, necesitamos líderes políticos con visión de Estado, que piensen en el interés colectivo.
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