Festival de Berlín abre con ambicioso filme sobre el maestro de Bruce Lee
El encuentro europeo partió ayer con la exhibición de The grandmaster, de Wong Kar-wai.
No había nevado en los días anteriores. Pero ayer, coincidiendo con el arranque de una nueva edición del Festival de Cine de Berlín, los copos se dejaron caer sobre la urbe, lo que no amilanó a los fans apostados en las afueras del Berlinale Palast. La alfombra roja, que minutos antes había visto pasar a Jane Fonda y Wim Wenders, se llenó de flashes y gritos pasadas las siete con la llegada de Tony Leung y Zhang Ziyi, la pareja protagónica de la película inaugural The grandmaster.
Ellos fueron los últimos en entrar a la sala donde tuvo lugar la ceremonia de arranque. Y lo hicieron junto a Wong Kar-wai, la estrella de la jornada: el realizador hongkonés volvía a estrenar a seis años de ofrecer la vilipendiada El sabor de la noche. En condición de presidente del jurado, vino con una cinta que es su regreso a las artes marciales tras Ashes of time (1994): razón para generar expectativas.
En palabras del propio Wong, The grandmaster es un homenaje a Bruce Lee. Pero mejor no buscar paralelos con El maestro borrachón u Operación Dragón. La cinta ambientada en los 30 y los 50, en China continental y Hong Kong, es un melodrama histórico en cuyo centro se instala el arte marcial conocido como Wing Chun: sus estilos y movimientos, los códigos de honor asociados, el trasfondo histórico asociado a las guerras intestinas de un país y a la invasión japonesa de 1938.
La cinta parte con una escena bajo la lluvia torrencial en la ciudad de Foshan, en 1936. Tony Leung, que a las órdenes de Wong protagonizara Con ánimo de amar (2001), encarna a Ip Man, quien fuera maestro de Bruce Lee. Se le ve golpeando con puños y pies a un grupo de adversarios en plena calle. A la hora de coreografiar la violencia, Wong recurre al ralentado y la sistemática fragmentación del espacio.
La historia de Ip Man, habitante del sur, se cruza con la de Miss Gong (Zhang Ziyi), hija de un viejo maestro del norte que desafió a los sureños a luchar cuando celebraba su retiro. La joven tendrá su oportunidad para estar frente a frente con Ip Man. También para vengar la muerte de su padre a manos de un alumno aventajado que integró el gobierno títere instalado por los japoneses tras la invasión a China.
Hay idas y vueltas temporales en The grandmaster. También los arrebatos y las voluptuosidades que se han convertido en un sello de Wong. Se dirá que con tantos elementos, tan variados y sorpresivos, su filme ha de ser asimilado con calma y con tiempo. Y ello podría o no explicar las críticas mayoritariamente favorables, donde, sin embargo, no faltó la perplejidad ni abundó el entusiasmo. Cabe preguntarse, en todo caso, si las artes marciales le hacen un favor al cine de Wong y si Wong está haciendo lo propio con un género amplísimo que sólo en décadas recientes ha sido cultivado por gente tan distinta como Tsui Hark, Ang Lee y Zhang Yimou. En la fría noche berlinesa, no parecía que eso estuviera pasando.
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