Franchesca Santi, la gimnasta chilena que promete una medalla olímpica
El fin de semana pasado, Santi obtuvo una medalla de bronce en la Copa del Mundo de Sao Paulo. Uno de sus saltos logró el mayor puntaje de la historia de la gimnasia nacional. Hace dos años estaba retirada y hoy, con 22, va por más.
"Yo no conocía nada de la gimnasia, no sabía que existía. La mamá de mi mejor amiga nos llevó al Gimnasio Andino, cuando teníamos ocho años. Llegué allá y para mí fue otro mundo. Yo miraba cómo entrenaba la Bárbara (Achondo), y decía 'esto qué es. ¿Por qué no lo conocí antes?'".
Así describe Franchesca Santi su primer cara a cara con la gimnasia. La oriunda de Curauma encontró un nuevo sentido a su vida a partir de ese momento. Hasta ahí sólo conocía el tenis. "Si no hubiera sido gimnasta, quizás habría sido tenista", dice la nueva figura, de 22 años.
"Mi abuelo ha sido mi mayor auspiciador y apoyo; mis padres no podían pagarme la gimnasia, porque es un deporte muy caro. Cuando participé en mi primer Nacional, mi tata me dijo: 'Si tú sales primera, te pago yo la gimnasia'. Y fui primera", recuerda.
Son las 11 de la mañana del jueves 7, y Franchesca se alista a entrenar en el renovado gimnasio del CAR. Su rutina se mantiene imperturbable. El sábado anterior obtuvo una medalla de bronce, en la Copa del Mundo de Sao Paulo, donde uno de sus saltos, un Yurchenko con doble giro, obtuvo el mejor puntaje de la historia de la gimnasia femenina chilena (14.725). El lunes ya estaba trabajando para seguir en busca de nuevas marcas.
"Esta Copa del Mundo la disfruté. Ni me presioné, sólo hice lo mejor que pude. Fue un sueño", afirma. Pero eso no queda ahí, sus metas son mayores: "Me veo en los Juegos Olímpicos de Río, porque en estos dos años he avanzado bastante, y soy la más chica del equipo. Me queda muchísimo camino por delante. Quizás éstos no van a ser mis Juegos Olímpicos de medalla, pero en los próximos estoy segura de que sí voy a ganar una, porque voy a estar completa-completa. La gimnasia no es una cosa de sólo dos años", declara.
En lo inmediato, los Juegos Panamericanos son su mayor ilusión. "En Toronto, sin duda, hay alguna posibilidad de obtener una medalla en salto. Sobre todo, por el puntaje que tuve ahora (14.162). Además, estoy trabajando en mejorar mi segundo salto, por lo que todo calza para que esté entre las finalistas", apunta.
Las marcas sorprenden, pues Franchesca regresó a las pistas hace dos temporadas, luego de un retiro de cinco años: "Me retiré, porque mi papá se fue a trabajar como camarero a un restaurant, en Murcia, España, donde estaba casi toda mi familia. Tenía 13 años y me tuve que ir con ellos. Al principio no me acostumbré, porque echaba de menos la gimnasia. Yo pasaba todo el día en el gimnasio, y sólo me faltaba quedarme a dormir ahí. Así que mis padres hablaron conmigo y me devolví a los cinco meses. Me vine con mi tata. Estuve dos años, pero no pude seguir, porque había muchísimos problemas en la Federación. Mi entrenador, Cristián Achondo, no estaba en la Federación y no podíamos salir a competir. Además, empecé a extrañar, y mi mamá había quedado embarazada".
De regreso en Murcia, la vida se empeñaba en alejarla de la gimnasia. "Antes fui al CAR de Madrid, a cinco horas de Murcia. Mi entrenador habló con Jesús Carballo, quien estaba a cargo. Me hicieron unas pruebas y salió todo bien. Pero al no ser española, no podían tenerme en la residencia y yo tampoco podía pagar algún lugar para quedarme, porque Madrid es carísimo. Me fui con la sensación de que se podía hacer algo. Pero no se pudo... Me dediqué a estudiar, mientras trataba de practicar en colchonetas o, simplemente, en la calle", relata.
También recibió ofertas de trabajo, pero las cosas se complicaban. "Allá pensaba hacer cursos para trabajar en el deporte. Me ofrecieron trabajo en el Polideportivo de Totana, que era el pueblo donde estaba, pero no me creían que era gimnasta. Me pidieron sacar el curso. Fui a la Universidad de Murcia, pero había puros deportes al aire libre. No me servía. El destino me seguía desligando y yo ya no quería saber nada de la gimnasia; me ponía mal recordar", cuenta. Y agrega: "Allá hice unos cursos de administración, y estaba entrando a otro de peluquería, cuando me tuve que venir".
El regreso
El fallecimiento de su abuela materna la trajo de vuelta a Chile. "Teníamos todo listo para llevarla a España con nosotros, pero falleció. Mi mamá se vino y ya no quiso regresar allá", narra.
Sin quererlo, su destino cambió radicalmente: "Volví a Chile, sin pensar que tendría una nueva oportunidad. Quería ir al gimnasio, pero me daba pena. Cuando llegué, lo hice por sorpresa, y mi entrenador casi se murió cuando me vio. Por otra parte, Bárbara (Achondo) también estuvo retirada, pero volvió. Entonces, Cristián me dijo: 'Si ella pudo volver, por qué tú no'. Así que empecé a probar y aquí estoy".
Hoy es la figura con mayor proyección de esta disciplina, y se perfila como la sucesora de Tomás González. Y justamente, la estrella nacional ha sido clave en su desarrollo. "Tomás es un gran apoyo. Más que como un deportista, lo veo como un amigo. Con Bárbara y Tomás nos ayudamos bastante. Él siempre está dándome consejos", narra, agradecida, y con la ilusión de emular la carrera de quien puso a Chile en el mapa de la gimnasia mundial.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.