Fuenzalida protagoniza un campeonato argentino que parte con pocas figuras
El torneo se inicia hoy con muchas dudas sobre su nivel. Tampoco se sabe cómo será el de 2015. "Chapita" es el único chileno.
Hace foco José Pedro Fuenzalida en aprovechar la oportunidad soñada en un poderoso como Boca, que viene encadenando tantas frustraciones que su presidente Daniel Angelici no duda en sentenciar que "sólo sirve ser campeón". Seguro que el Chapa piensa en confirmar las buenas referencias que empujaron a Carlos Bianchi a solicitar su contratación. Debe imaginar cómo será correr en la Bombonera con esa camiseta azul cruzada por una banda amarilla horizontal. Tal vez lamenta no compartir formación con el máximo ídolo de la historia del club, Juan Román Riquelme, ese talento exquisito recién desvinculado en este mercado de pases. Esa es la mirada de Fuenzalida. Y se entiende. Es su realidad. Sin embargo, este fútbol argentino que estrenará campeonato hoy ofrece un escenario muy diferente, con múltiples cambios y más interrogantes.
Será el primer torneo de los últimos 35 años sin Julio Grondona, el presidente de la AFA fallecido la semana pasada, también vice segundo de la FIFA. Se fue el hombre que todo manejaba, todo controlaba, todo acomodaba. En este contexto, con una dirigencia caminando sobre arenas movedizas, nace un campeonato de transición con 20 equipos, sin descensos y, por lo tanto, con menos nervios. Estaba pensado para prepararle el terreno a un nuevo formato con 30 equipos, que se jugará a partir de 2015 y que por ahora no corre riesgos de ser dado de baja, pero con un sistema de disputa puesto en duda por la mayoría de los dirigentes, aprobado sólo por el peso propio de quien ya no está: Grondona.
Como si no fuese suficiente con las incógnitas de quienes gobiernan aquí el mundo de la pelota, cada domingo habrá una lógica imposición de la nostalgia. No sólo los de Boca añorarán a Riquelme, quien por diferencias con el presidente decidió mudarse a la B Nacional junto a Claudio Borghi, en Argentinos Juniors. Además, los de Estudiantes extrañarán a su icono número uno: Juan Sebastián Verón. Así como la Brujita se retiró, también le bajaron la persiana a sus carreras Gabriel Heinze, bandera de Newell's, y Mauro Camoranesi, quien dijo adiós en Racing.
Sueña San Lorenzo con atrapar la Libertadores el miércoles, pero luego ya se sabe que perderá a todos sus generadores de ideas: el ídolo Leandro Romagnoli (lo espera Bahía de Brasil), Ignacio Piatti (se va al Montreal canadiense) y el joven Angel Correa (está por oficializar su incorporación al Atlético de Madrid). De Vélez emigró Mauro Zárate, quien le había dicho "no" a jugar el Mundial para la selección de Chile. Una paradoja más: River, el último campeón, no supo retener a su técnico Ramón Díaz, una gloria del club distanciada de la dirigencia y reemplazada por Marcelo Gallardo.
¿Tantas ausencias pesadas se compensarán con las vueltas de Diego Milito (a Racing), de Pablo Barrientos (a San Lorenzo) y de Ignacio Scocco (a Newell's)? ¿Alcanzará con el retorno a Primera del gigante Independiente, tras su año en Segunda? Difícil. El oasis mundialista, con la Selección de Messi y compañía subcampeona en Brasil, parece un sueño. La realidad es este torneo desbordado por las dudas, a corto y a largo plazo, típico del fútbol argentino pero esta vez peor.
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