Jóvenes artistas se lanzan al rescate de la pintura tradicional

Una exposición en el Centro de Arte Contemporáneo de Las Condes busca combinar el arte pintado "a mano" con las nuevas tecnologías.




En los salones del arte contemporáneo, la pintura tradicional goza de muy crecientes desconfianzas. La dinámica de la contemplación "estática" que supone llevó a que los diferentes soportes modernos hayan empujado al espectador a participar de forma interactiva con la obra, disparando sus significados en múltiples direcciones.

Conciente de esta dicotomía, una exposición que abrió en el Centro de Arte Contemporáneo Las Condes (CeAc) intenta reflexionar sobre las relaciones que se establecen entre la pintura tradicional y las variantes del arte contemporáneo, a través de nuevas miradas que intentan crear un puente entre ellas. Cifra, Silencio e Imagen, su título, se hace cargo de la sospecha de muerte de la pintura tradicional a manos de las nuevas tecnologías que pueblan el arte contemporáneo.

Bajo la curatoría de la destacada artista y académica de la Escuela de Arte UC, Voluspa Jarpa, los artistas Natalia Álvarez, Gaspar Álvarez, Claudia Bitrán, Fernanda Bustos, Andrea Domínguez, María José González y Sacha Seguel, buscan demostrar que la muerte de la pintura se ha dilatado. "Creo que lo que une a los trabajos de todos los artistas es reelaborar las imágenes tecnológicas, que por lo general son de consumo rápido y masivo, a través de una técnica manual que obliga a mirarlas de otra forma, detenerse en ellas y desde ahí observarlas más analíticamente. Es un ejercicio de visión y de cómo un medio te condiciona a una u otra experiencia visual, que también es narrativa, discursiva o retórica", comenta la curadora.

¿Por qué en pleno siglo XXI, en la era de la revolución de las imágenes provenientes de la tecnología, en la era de la industrialización y consumo de estas imágenes, aún hay gente que persiste en pintar cuadros a mano y gente dispuesta a mirarlos? ¿Qué puede aportar la pintura hoy, a la experiencia de ver?

Los diálogos que establecen estos jóvenes artistas con otras experiencias visuales como las imágenes de prensa, el cine, video, fotografía digital, la reproducción, son recogidas, en el caso de Fernanda Bustos, a través de fotografías subexpuestas, en el límite de lo que es visible y relacionando ese espacio con el suspenso que emana del cine de terror. Por su parte, Sacha Seguel alude a ciertas imágenes de prensa, de acontecimientos históricos vistos desde su era tecnológica, y ahonda en la paradoja de tomar como modelo el medio técnico y no la imagen.

María José González realiza una operación en diálogo material con el cine y pinta fotogramas que en una película corresponde a dos segundos, mientras que en pintura se transforman en 53 cuadros; Andrea Domínguez muestra un políptico de variados formatos donde cada cuadro pretende dialogar con los otros desde su unidad, construyendo un mundo verosímil pero que al mismo tiempo alude a lo imaginario.

En el trabajo de Claudia Bitrán, su obra establece un diálogo con el mundo y sus sistemas de comunicación tecnológica, tanto en las redes sociales como en la circulación de las imágenes. Para ello pidió a distintas personas que le mandaran "su foto menos importante" a través de twitter, facebook o mail a cambio de transformarla en un cuadro; Gaspar Álvarez trabaja a partir de una concepción de imagen que pone a prueba en su ejercicio de pintar y, desde su archivo de imágenes, selecciona las que considera más puramente objetivas, es decir, aquellas que acompañaron un texto noticioso. Pintadas con tóner (tinta para las fotocopias) pasan a existir como datos visuales puros, poniendo en duda su capacidad de informar. El resultado son imágenes sintéticas, en alto contraste, retraídas al blanco del soporte y al negro de la tinta.

Finalmente Natalia Álvarez exhibe pinturas que no son pinturas, sino una instalación. En tabiques que simulan ser muros de casas, se proyecta la imagen de un bodegón que cambia sutilmente de iluminación. Pero lo que parece ser una fotografía fija resulta ser un video que capta los cambios de luz de una habitación. Así, un medio se desliza en otro, pintura en foto, foto en video, video en proyección, proyección en instalación.

"Estos "pintores" realizan un doble esfuerzo: pintar, en primer lugar, y luego relacionar la pintura con el mundo que les rodea. Pintar para preguntarse por el mundo que les rodea. Pintar para mostrar el mundo que les rodea y aquello que les inquieta de este mundo, haciendo aparecer y desaparecer, imágenes, informaciones a través del paso material de un medio a otro", concluye la curadora de la muestra, Voluspa Jarpa.

Centro de Arte Contemporáneo, CeAC.
Exposición Cifra, Silencio e Imagen.
Desde el miércoles 1 de junio al sábado 9 de julio.
Av. Apoquindo 3300, segundo piso. Metro El Golf.
De lunes a viernes de 10.00 a 20.00 hrs. Sábados de 10.00 a 14.00 hrs.
Entrada liberada.

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