Justin Bieber: los números que lo convierten en el nuevo fenómeno musical

Firmó su primer contrato en octubre de 2008 y recién en noviembre pasado debutó en el disco.




Con el primer sueldo agarró a su mamá del brazo y se fue a Orlando a conocer Disneyworld. Pero así como va de rápido, Justin Bieber (16) ya podría incluso ir pensando en comprar acciones en el destino soñado de cualquier preadolescente del mundo.

El chico canadiense que en cosa de meses se ha convertido en la nueva estrella teenager del planeta y que desde hace semanas suena insistentemente en radios con un sencillo llamado Baby, ya acapara suficientes logros de rentabilidad como para hablar del nuevo fenómeno de la industria de la música.

My world, su primer disco y que salió a la calle en noviembre del año pasado, ya superó la barrera del millón de unidades vendidas, y My world 2.0, su rápida réplica que apareció el último 19 de marzo, ya factura por 790 mil copias y se ubica como el título más extitoso en lo que va corrido del año. Ese álbum debutó en el número uno de las listas, con 283 mil unidades aseguradas, acreditando un ascenso explosivo que, eso sí, ya tiene una prueba de fuego comprometida con una primera gira nacional que Bieber comenzará el 23 de junio en Estados Unidos.

Su historia es la de muchos pequeños talentos que intentan torcerle la mano al destino. Su madre (Pattie Mallette) lo tuvo a los 18 años y lo crió sola en una casa de clase media y de fuertes creencias religiosas en Stratford, Ontario. Justin partió cantando en la iglesia y tocando los instrumentos que estaban disponibles para las bandas del templo. Aprendió a tocar batería a los dos años y a los 12 participó en un festival escolar en el que llegó segundo con un tema del rapero de Ne-Yo (llamado So sick). Su orgullosa madre subió el video de esa actuación al portal de YouTube y ya nada fue lo mismo.

Scooter Braun, un viejo ejecutivo del sello de música negra So So Def, se topó accidentalmente con el video y se fue a la caza de un niño que, según sus cálculos, lo tenía todo para el éxito. Después de varias llamadas y reuniones para tratar de convencer a su temerosa madre, Bieber se asoció con Usher, otra figura del r&b de EE.UU, y firmó a los 13 años con Island Records, en octubre de 2008, con quienes publicó un año después un disco -My world- que logró meter siete canciones en los rankings norteamericanos.

Luego apareció en los shows televisivos más importantes de EEUU y cantó en la Casa Blanca en una gala navideña con el Presidente Obama. Otros hitos visibles de su creciente importancia en la industria durante los últimos meses fueron su participación en la nueva versión de We are the world (para ir en ayuda de las víctimas del terremoto de Haití) y su rol de presentador en la última entrega de los premios Grammy.

Los reportes recientes hablan de  desbordes en sus presentaciones y de su arribo a las listas de los "más bellos", como pasó esta semana con la revista People. Pero sus preocupaciones son otras, como dijo en la revista Rolling Stone, donde admitió que su voz ya empieza a cambiar.

Casi como si estuviera consciente que estos son sus 15 minutos de fama. Una fama, por cierto, absoluta en este caso.

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